No bastan las palabras
DESPU?S DE la impresionante huelga general que paraliz¨® totalmente el lunes las ciudades de ?frica del Sur no es posible seguir tratanto el problema del apartheid, en el plano internacional, con los mismos m¨¦todos que hasta aqu¨ª: con muchas condenas en palabras, pero sin medidas de presi¨®n eficaces. La huelga, convocada con motivo del d¨¦cimo aniversario de la matanza de Soweto, ha sido una demostraci¨®n de la voluntad de la poblaci¨®n negra de poner fin a la discriminaci¨®n que ahora padece. El Gobierno de Pieter Botha reforz¨® las medidas represivas en v¨ªsperas del aniversario de Soweto, decret¨® el es tado de emergencia, detuvo a m¨¢s de mil personas, y en tre ellas, a los dirigentes de las organizaciones que hab¨ªan convocado la huelga. Complementariamente, las tropas y la polic¨ªa ocuparon las ciudades "para garantizar que los habitantes pudiesen ir al trabajo". Ante ello, la respuesta de la poblaci¨®n negra ha sido pr¨¢cticamente un¨¢nime: no han ido al trabajo, las calles quedaron va c¨ªas y los transportes paralizados o sin usuarios.En todo caso, esta huelga obliga a considerar seriamente las conclusiones del informe de la Misi¨®n de Personalidades Eminentes de la Commonwealth, uno de cuyos presidentes es el antiguo primer ministro conservador de Australia Malcolm Fraser. Ese informe insiste en que si se mantiene la actual pol¨ªtica racista del Gobierno de Pretoria, la consecuencia ser¨¢ un ba?o de sangre de proporciones terribles. El lunes pasado, la voluntad de las masas negras se ha manifestado principalmente de una forma pasiva, no violenta. Pero ?qu¨¦ ocurrir¨¢ ma?ana? Hoy existe a¨²n cierta esperanza de que una presi¨®n internacional eficaz pueda obligar al presidente Botha a sentarse a negociar con los l¨ªderes que representan a la comunidad negra.
El mismo d¨ªa de la huelga, la Comunidad Europea ha dado un espect¨¢culo lamentable. Tras discusiones interminables, no ha sido capaz de llegar a un acuerdo para aplicar las sanciones econ¨®micas limitadas que propuso el presidente holand¨¦s. Argumentar sobre la "ineficacia de las sanciones" es disimular el problema real, porque una decisi¨®n de Occidente de aplicar sanciones obligar¨ªa con toda probabilidad a Botha a cambiar de pol¨ªtica y a aceptar la negociaci¨®n. La oposici¨®n, m¨¢s firme a las sanciones parte de Washington, y Londres, si bien tanto Reagan como la se?ora Thatcher est¨¢n sometidos a fuertes presiones interiores. Y en el caso de la segunda, hace frente a una actitud un¨¢nime de los otros miembros de la Commonwealth, con amenazas de que ¨¦sta empiece a desintegrarse, lo que inquieta a la propia reina.
El triste desenlace de la reuni¨®n de la CE muestra que las palabras sobre la condena del apartheid y la necesidad de.ayudar a las masas negras son hipocres¨ªa. Si la CE avanzase en la aplicaci¨®n de sanciones, para lo cual queda la oportunidad del encuentro entre los jefes de Gobierno el d¨ªa 27, tendr¨ªa un impacto en EE UU, donde la movilizaci¨®n de la opini¨®n es ya grande.
Por otra parte, es inaceptable que el Gobierno socialista espa?ol se limite a esperar el resultado de las reuniones europeas. Dinamarca ha adoptado por su cuenta medidas en¨¦rgicas, cortando sus relaciones comerciales con ?frica del Sur. Mientras tanto, el subdirector para Asuntos de ?frica, S¨¢nchez Jara, ha dicho en Par¨ªs que Espa?a no tendr¨ªa problema para poner en marcha cualquier tipo de sanciones. Raz¨®n de m¨¢s para que el Gobierno Gonz¨¢lez adopte desde ahora medidas rotundas, como podr¨ªa ser la interrupci¨®n de determinadas relaciones comerciales y de los vuelos de Iberia. Todo ello ser¨ªa mucho m¨¢s eficaz si se hace a nivel europeo; pero el camino para que la CEE acabe adoptando sanciones es que los pa¨ªses con posiciones m¨¢s decididas en esta cuesti¨®n no permanezcan en una actitud de espera.
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