Serenidad a la luz de la luna

Subidos en los tejados, sentados en el suelo o apoyados en autom¨®viles oficiales, varios centenares de musulmanes escuchan boquiabiertos a dos hombres que les dirigen la palabra subidos en un peque?o promontorio a la luz de la luna. Son las 3.45 horas,, el delegado del Gobierno en Melilla, Andr¨¦s Moreno, junto con el dirigente musulm¨¢n Aomar Mohamedi Dud¨², piden insistentemente a los musulmanes del barrio Monte Mar¨ªa Cristina, "tranquilidad, sosiego y serenidad"."Es de pel¨ªcula-ficci¨®n", "no te lo puedo creer", "?pero qu¨¦ pretende este delegado?". ?stos eran, junto a otros insultantes, los comentarios un¨¢nimes que se escuchaban en el centro de Melilla durante la ma?ana de ayer. Eran las primeras reacciones a la noticia.

Poco despu¨¦s, a las 2.00 horas de ayer, y tras los graves enfrentamientos registrados de madrugada, Dud¨² y Moreno recorrieron juntos los barrios musulmanes de La Ca?ada de la Muerte, Reina Regente, Cabrerizas y Monte Mar¨ªa Cristina. En los cuatro casos, ambos fueron despedidos con aplausos e incluso con gritos aislados de "delegado, herrnano". Moreno y Dud¨² estuvieron acompa?ados en su recorrido por una m¨ªnima protecci¨®n policial -no m¨¢s de tres guardias civiles y seis agentes municipales- y su llegada a los barrios fue recibida siempre por centenares de personas que se asomaban t¨ªmidamente tras las puertas y ventanas.

Nadie pod¨ªa conciliar el sue?o en una noche cargada de amenazas y de rumores de venganza. Para el delegado, "fue una experiencia altamente positiva" su presencia en barrios en los que, tras anochecer, incluso la polic¨ªa lo piensa dos veces antes de actuar.

Moreno asegur¨® a los musulmanes de los deprimidos barrios que el Gobierno ten¨ªa la firme voluntad de conseguir una integraci¨®n plena del colectivo en la sociedad melillense, y pidi¨® calma y serenidad a todos, solicitud que fue repetidamente expresada por Dud¨², en medio de un clima de tensi¨®n.

"Me voy a tener que ir de Melilla", dec¨ªa Dud¨² a Moreno cuando en casa del primero se desped¨ªan con un apret¨®n de manos pasadas a las 4.00 horas. "No, no lo hagas", repet¨ªa el delegado.