Las inversiones y el miedo a un Gobierno negro frenan las sanciones contra Pretoria
Los Gobiernos que se oponen a que la comunidad internacional adopte sanciones globales contra Africa del Sur como medio de luchar contra el apartheid utilizan principalmente cuatro argumentos: las sanciones no conseguir¨ªan su objetivo, porque Sur¨¢frica tiene una econom¨ªa autosuficiente; Occidente se quedar¨ªa sin metales estrat¨¦gicos que son esenciales para su defensa; los pa¨ªses vecinos de Africa del Sur y la propia poblaci¨®n negra surafricana sufrir¨ªan las peores consecuencias, y la minor¨ªa blanca reaccionar¨ªa violentamente, cerrando el paso a reformas y negociaciones. Todos estos argumentos son, seg¨²n expertos de la ONU, una pura falacia que oculta las dos aut¨¦nticas razones: p¨¦rdida de inversiones y beneficios y miedo a que un Gobierno de mayor¨ªa negra adopte actitudes tercermundistas ajenas a los intereses occidentales.
La econom¨ªa surafricana, aseguran dichos expertos, reunidos la semana pasada en Par¨ªs, es altamente dependiente del dinero y de la tecnolog¨ªa occidental. La situaci¨®n actual no se aleja mucho de la que describi¨® en 1974 J. B. Vorster, entonces presidente de ?frica del Sur: "Cada acuerdo comercial cada pr¨¦stamo, cada nueva inversi¨®n es un ladrillo m¨¢s en la muralla de nuestra existencia".Sur¨¢frica tiene actualmente una deuda exterior de 24.000 millones de d¨®lares (3.408 millones de pesetas), de ellos 14.000 millones a corto plazo. Las inversiones extranjeras se cifraban a mediados de 1985 en unos 47.000 millones de d¨®lares, procedentes en su mayor parte del Reino Unido, EE UU, Rep¨²blica Federal de Alemania, Francia y Suiza. Una acci¨®n conjunta de bancos y empresas, negando pr¨¦stamos y retirando capital, tendr¨ªa un impacto r¨¢pido y poderoso en la econom¨ªa surafricana.
La presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica ha conseguido ya en algunos pa¨ªses, sobre todo en Estados Unidos, resultados interesantes. Desde 1976 hasta hoy, las empresas norteamericanas han desinvertido cerca de 5.000 millones de d¨®lares. En 1985 se retiraron de ?frica del Sur 28 firmas estadounidenses y no se instal¨® ninguna nueva. Sin embargo, las compa?¨ªas norteamericanas siguen representando el 70% de la industria inform¨¢tica surafricana, el 50% de la de petr¨®leo y el 30% de la automovil¨ªstica. Multinacionales como Coca-Cola, Ford y Union Carbide siguen en el pa¨ªs.
Los expertos denuncian adem¨¢s un hecho lamentable: parte del mercado que abandonan los norteamericanos cae r¨¢pidamente en manos de empresas de la RFA, de Jap¨®n o de Italia. Cuando la IBM "estudia" la posibilidad de retirarse, Olivetti aumenta su penetraci¨®n sin que la opini¨®n p¨²blica italiana reaccione con boicoteos locales que son altamente eficaces, seg¨²n demuestra la experiencia norteamericana. El Gobierno Japon¨¦s, que te¨®ricamente proh¨ªbe desde 1968 las inversiones en ?frica del Sur, hace la vista gorda ante el hecho evidente de que el 40% de los autom¨®viles que circulan en aquel pa¨ªs son de la firma Nissan.
Tecnolog¨ªa militar
El r¨¦gimen del apartheid necesita la tecnolog¨ªa occidental incluso para su Ej¨¦rcito. Los especialistas afirman que es falso que el 95% del armamento surafricano sea de producci¨®n propia. Los aviones son brit¨¢nicos y franceses; los veh¨ªculos blindados, alemanes y japoneses; los sistemas de telecomunicaciones, brit¨¢nicos y franceses, y las computadoras, norteamericanas. El 30% de las armas y el 80% de los componentes de las manufacturas locales son importados. Tampoco es cierto que ?frica del Sur sea pr¨¢cticamente autosuficiente en materia de combustible. El problema de las inmensas reservas de ?frica del Sur en minerales estrat¨¦gicos (cromo, manganeso, platino y vanadio, fundamentalmente) ha sido tambi¨¦n exagerado. La revista norte americana Fortune public¨® en septiembre de 1985 un art¨ªculo esclarecedor en el que demostraba que un eventual embargo surafricano pod¨ªa ser perfectamente asumido por la sociedad occidental."No querer sancionar al r¨¦gimen racista de Pretoria para no hacernos sufrir m¨¢s a los negros es algo as¨ª como no combatir a los nazis para no perjudicar a los jud¨ªos", exclam¨® irritado en la conferencia de Par¨ªs un responsable del Congreso Nacional Africano (ANC). Los documentos aportados por el Comit¨¦ Anti-Apartheid de las Naciones Unidas demuestran que los pa¨ªses de la primera l¨ªnea, es decir, fronterizos con ?frica del Sur, sufrir¨ªan a corto plazo las consecuencias de las sanciones, pero experimentar¨ªan un alivio definitivo con la desaparici¨®n del actual r¨¦gimen surafricano.
El mencionado comit¨¦ pulveriza tambi¨¦n el argumento seg¨²n el cual la comunidad blanca surafricana se cerrar¨ªa en banda a un posible cambio negociado. "En ning¨²n momento las autoridades surafricanas han afirmado que est¨¦n dispuestas a terminar con el r¨¦gimen del apartheid. Proponen reformas y modificaciones, pero no aceptan negociar, de ninguna forma, sobre el punto esencial, es decir, el derecho de voto para los negros, que les dar¨ªa la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento".
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