La guerra que naci¨® por la violaci¨®n del santuario
Cuando Jalil Aridy vi¨® la c¨¢mara fotogr¨¢fica, se levant¨® con una rapidez que su edad, 77 a?os, no hac¨ªa prever y se meti¨® en el oscuro interior de su tiendecita. Sus visitantes europeos pensaron que acababan de cometer un error y se miraron desolados. Pero no, al instante, el. anciano reapareci¨® risue?o. Se hab¨ªa cambiado el sombrerito blanco semiesf¨¦rico que cubr¨ªa su coronilla, semejante al de los jud¨ªos, por un majestuoso tarbuche o fez del mismo color. Ya estaba listo para posar. Ten¨ªa sobre la cabeza el s¨ªmbolo de su condici¨®n de cheik o iniciado.Jalil Aridy vive en Baisur y cultiva un peque?o huerto. Lo que le sobra, cuatro patatas y media docena de: tomates, es lo que vende en la tiendecita. Como todos los cheiks, no prueba alimentos cuyo origen no conozca, no bebe alcohol, no puede ser empleado del Estado y todos los jueves se re¨²ne con sus iguales para meditar.
Tiene Jalil Aridy ojos muy vivaces, narizota enrojecida y un mostacho plateado. Apenas levanta metro y pico (le la tierra, "hacia la que su cuerpo se curva, y viste a la drusa: bombachos negros y camisola blanca. Al despedirse de los europeos les dio la mano, se la llev¨® al coraz¨®n y "Ahora somos amigos". Uno de ellos le pidi¨® que rezara por ¨¦l, y el cheik respondi¨®: "Lo siento, no puedo. Nosotros, los drusos, rezamos cada uno por s¨ª mismo".
La bandera que ondea sobre el santuario que guarda los restos del muy venerado emir Atidallah Tanuhi tiene cinco franjas, con los colores rojo, verde, amarillo, blanco y azul. Es la ense?a del pueblo druso y, como todo en esta comunidad, tiene un significado secreto, accesible s¨®lo a los cheiks.
Para sus amigos, los drusos son gente digna, honesta y valiente; para sus enemigos, sanguinaria y vengativa. Unos y otros est¨¢n de acuerdo en acordarles la condici¨®n de excelentes guerreros.
El santuario del emir Atidallah Tanuhi est¨¢ en Abey y es uno de los lugares sagrados de la comunidad drusa internacional.
Aqu¨ª, afirman los drusos, empez¨® la guerra de la monta?a el 3 de septiembre de 1983. En esa fecha, que se saben de memoria, milicianos cristianos entraron en el santuario y lo dinamitaron.
Siglos de m¨¢s o menos pac¨ªfica convivencia entre cristianos y drusos en las monta?as libanesas se vinieron abajo con el santuario del emir Abdallah Tanuhi. Cuando conocieron la noticia de la violaci¨®n, los drusos, como un solo hombre, se lanzaron directos a las gargantas de los seguidores de Jes¨²s que ten¨ªan m¨¢s cerca. Y tal cual corresponde tambi¨¦n a su tradici¨®n, no tuvieron piedad. Hay una historia libanesa que expresa lo que fue aquella carnicer¨ªa. Es la del druso que fue a casa de su vecino y comenz¨® a exterminar a su familia. ?Por qu¨¦ haces esto? Por qu¨¦ nos matas as¨ª?", pregunt¨® el cristiano, y a?adi¨®: "Si yo fui el padrino de uno de tus hijos. Si tu padre y el m¨ªo iban a Beirut a divertirse juntos. Si tu abuelo y el m¨ªo trabajaban la misma tierra". Y mientras le degollaba, respondi¨® el druso: "Por eso. Mejor es que te mate yo, que te conozco como un hermano, a que lo haga un extranjero".
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