Los limites de la mayor¨ªa absoluta
AUNQUE A la hora de escribir este comentario operamos exclusivamente con datos provisionales, las dos noticias relevantes emanadas de las elecciones celebradas ayer en toda Espa?a parecen el aplastamiento de la opci¨®n centrista de Miquel Roca y el aumento generalizado del voto a los partidos nacionalistas, notablemente a Converg¨¨ncia i Uni¨® en Catalunya y a Herri Batasuna en el Pa¨ªs Vasco. El mantenimiento de la mayor¨ªa absoluta por parte del PSOE y el ascenso considerable del CDS de Su¨¢rez, con ser tambi¨¦n datos significativos, hab¨ªan sido ya sobradamente anunciados por los sondeos de opini¨®n. Por ¨²ltimo, el mantenimiento de Coalici¨®n Popular, que apenas ha sufrido erosi¨®n, contribuye a hacerse una idea bastante concreta de c¨®mo ha de quedar el panorama parlamentario.Pretender minimizar el ¨¦xito del partido del Gobierno resultar¨ªa rid¨ªculo. No es tarea f¨¢cil, en un pa¨ªs que consagra en su Constituci¨®n el sistema proporcional para las elecciones, repetir la mayor¨ªa absoluta despu¨¦s de cuatro a?os de ejercicio del poder. La suposici¨®n de que ¨¦ste deteriora inevitablemente a los Gobiernos hace hoy agua por todos lados. El PSOE recibi¨® sus 10 millones de votos en 1982 como respuesta, en gran parte, a la amenaza golpista y a la destrucci¨®n interna del centroderecha (UCD). Cuatro a?os m¨¢s tarde, y aun si su triunfo se debe a la ausencia de alternativas con fiabilidad para el electorado, no cabe la menor duda de que el partido socialista se ha fortalecido como organizaci¨®n, sirvi¨¦ndose para ello del beneficio que otorga controlar la Administraci¨®n del Estado. Quiz¨¢ fuera ¨¦sta la primera lecci¨®n que Felipe Gonz¨¢lez aprendi¨® del fracaso de sus predecesores: la necesidad de mantener un partido unido que pudiera, al tiempo, sacar provecho de las instancias de poder y ofrecer as¨ª ' una garant¨ªa de estabilidad y de continuidad a la sociedad espa?ola. ?ste ha sido el mensaje electoral preferido por los socialistas, y el que ha funcionado eficazmente. Su disminuci¨®n en votos no evita que se consolide como partido largamente hegem¨®nico en nuestro pa¨ªs.
La cruz relativa de la situaci¨®n, para los propios socialistas, la suponen sus p¨¦rdidas en Catalu?a y el aumento del voto nacionalista, notablemente en el caso de Herri Batasuna en el Pa¨ªs Vasco, aunque en esta comunidad aut¨®noma el PSOE haya obtenido el mayor n¨²mero de esca?os. No hay que hacer muchos esfuerzos para asumir que no es casualidad el crecimiento de los nacionalismos en ambas autonom¨ªas. En la base est¨¢n una equivocada actitud del PSOE y un agravamiento de las tensiones con el Gobierno central en los dos casos. Pero mientras en Catalu?a el crecimiento de Converg¨¨ncia se puede deber a la captura de votos de la derecha espa?olista por parte del partido de Pujol, y gracias a la llamada operaci¨®n Roca, en Euskadi, el PNV queda m¨¢s o menos est¨¢tico -con tendencia a la baja- y es Herri Batasuna quien obtiene porceptualmente mayores ganancias.
Cabe suponer que los resultados ayudar¨¢n a meditar a los gobernantes socialistas y al propio Ejecutivo de Vitoria sobre la evoluci¨®n, de todo punto de vista preocupante, de la situaci¨®n en Euskadi. Quienes han hecho hincapi¨¦ de continuo en la prioridad de las medidas policiales para resolver las cuestiones del terrorismo vasco y se han negado a un di¨¢logo pol¨ªtico sobre el tema no tienen m¨¢s remedio ahora que contemplar a HB, brazo pol¨ªtico de ETA, como un interlocutor cada vez m¨¢s necesario. A ello ha contribuido la obstinaci¨®n del Gobierno de Gonz¨¢lez a la hora de negar la legalizaci¨®n del partido. Desde el punto de vista de la pol¨ªtica general, la probable radicalizaci¨®n del Pa¨ªs Vasco tras estas elecciones, si HB insiste en seguir ausente de las instituciones parlamentarias, arroja sombras procelosas sobre el futuro inmediato.
Pero la mayor sorpresa electoral corresponde, desbordando todas las pesimistas previsiones de las encuestas, a, los resultados del Partido Reformista Democr¨¢tico (PRD). La iniciativa reformista de Roca se ha saldado con un n¨²mero de votantes tan escaso que le impiden -si se confirman los datos provisionales- contar siquiera con un solo representante en el Congreso. Alguna lecci¨®n podr¨ªa extraerse de este suceso y de la supuesta plasticidad que se atribuye a las masas sometidas a la influencia de los medios de comunicaci¨®n. ?De qu¨¦ ha servido el generoso apoyo financiero con que ha contado? El rotundo fracaso con que carga el grupo reformista hace pensar en que, si bien es cierto que en la sociedad espa?ola existe un espacio pol¨ªtico para el centro, ¨¦ste se encuentra tan suficientemente abastecido, en primer lugar por la moderada socialdemocracia del PSOE, que el votante puede permitirse la libertad de escoger y rechazar los intentos fabricados con oportunismo. El ¨²nico consuelo que le queda a Roca es el crecimiento de su verdadero partido -pues ¨¦l no milita en el PRD- en Catalu?a. Hay que ponerse en guardia en este punto contra los victimismos. Es absurdo suponer que al l¨ªder reformista le haya perjudicado (fuera de Catalu?a) su condici¨®n de catal¨¢n, pero en cambio es plausible argumentar que le ha hecho da?o su tipo de catalanismo. Es m¨¢s que discutible que el nacionalismo sea precisamente una opci¨®n modernizante en el ocaso de este siglo, pero lo que no es discutible, en cualquier caso, es que ser nacionalista paga su precio con quienes no lo son. Por lo dem¨¢s las descalificaciones rid¨ªculas que Roca hizo de los sondeos de opini¨®n y de los medios de comunicaci¨®n que anunciaban su derrota brillan ahora en toda su inoportunidad.
Su¨¢rez se destapa, dentro de su cultivada ambig¨¹edad a izquierda y derecha de un te¨®rico eje central, como el gran recolector de los descontentos que ha centrifugado el PSOE y de un sector del electorado joven. De una manera simb¨®lica todav¨ªa, Su¨¢rez, erigido en el triunfador de esta convocatoria, resurge como el depositario m¨¢s probable o posible de la confianza en una tercera opci¨®n, que no es ninguna de las conocidas. Y en ello ha debido pesar m¨¢s el desapego hacia los otros y la fe en la energ¨ªa pol¨ªtica de su figura emblem¨¢tica en la transici¨®n, y ante el 23-F, que la atenci¨®n a los concretos t¨¦rminos de su programa.
Pese al hegemonismo mantenido de PSOE y CP, con los resultados de los nacionalismos y el centro suarista se dibuja una tendencia a imposibilitar la pretendida instalaci¨®n del bipartidismo como mapa natural de la configuraci¨®n pol¨ªtica espa?ola. La nueva situaci¨®n induce a preguntarse si el PSOE seguir¨¢ empecin¨¢ndose en el arbitrario mimetismo brit¨¢nico de conservar a Fraga con la investidura y privilegios de jefe de la oposici¨®n -de los que le ha apeado durante la campa?a electoral. Y, no obstante, va a ser dif¨ªcil convencer a Fraga de que ¨¦l no encarna la verdadera alternativa, cuando las elecciones le consolidan como l¨ªder de la primera minor¨ªa de la oposici¨®n, que no ha sufrido casi p¨¦rdidas. La recomposici¨®n de la derecha o del centro-derecha parece hoy m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa que antes de los comicios. Bien puede decirse que los encargados de hacerla han perdido cuatro a?os y no existe, por el momento, ning¨²n signo que permita suponer que no perder¨¢n tambi¨¦n los cuatro venideros.
El an¨¢lisis de lo obtenido por la promiscua coalici¨®n Izquierda Unida se hace dif¨ªcil y penoso, cuando ni siquiera podr¨¢ formar grupo parlamentario. Si se estima que la locomotora de sus votantes ha sido el partido comunista, Izquierda Unida puede alardear de haber multiplicado casi por dos el cupo del PCE en la anterior legislatura, pero esta consideraci¨®n es todav¨ªa arriesgada. En el poder de atracci¨®n de Izquierda Unida se han sumado factores coyunturales, muy asociados al no a la OTAN, y han concurrido movimientos c¨ªvicos no necesariamente afines a los postulados de Gerardo Iglesias, para no hablar del pro-sovietismo de Ignacio Gallego y L¨ªster. La contabilidad neta, aunque precaria, que puede presentar Carrillo, con su Unidad Comunista, no es posible en el caso del abigarrado lote de Izquierda Unida.
En definitiva, todo indica que los socialistas podr¨¢n seguir gobernando con comodidad, pero al tiempo no tendr¨¢n otro remedio que cambiar el signo de su pol¨ªtica, especialmente en lo que se refiere a las autonom¨ªas y al uso de las libertades -uno de los caballos de batalla de Su¨¢rez durante la campa?a. Cualquier tentaci¨®n de descalificar ahora a los receptores de los votos que empa?an la brillantez del triunfo del PSOE ser¨ªa tanto como negarse a reconocer lo evidente.
La realidad es que este pueblo quiere seguir siendo gobernado por Felipe Gonz¨¢lez, pero Gonz¨¢lez y su partido deben modificar sus criterios sobre esa realidad que gobiernan. Realidad bastante satisfactoria en lo que se refiere al alto nivel de participaci¨®n en las urnas, en d¨ªa veraniego y festivo, y en unas elecciones que no ofrec¨ªan grandes interrogantes en lo fundamental.
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