Del estado de sino a la transici¨®n anunciada
Inopinadamente, la situaci¨®n pol¨ªtica de Paraguay ha merecido la atenci¨®n coincidente de los principales medios de comunicaci¨®n mundiales, aun en pa¨ªses alejados geogr¨¢fica y pol¨ªticamente de los intereses en juego en el ¨¢rea central del Cono Sur. El general Stroessner ha cumplido 32 a?os de ejercicio personal y continuado de su poder pol¨ªtico, y muchas generaciones de espa?oles y del resto de los europeos ignoraban cu¨¢les eran las condiciones reales de vida en el pa¨ªs suramericano.De pronto, los gremios y sindicatos, los movimientos estudiantiles y los sectores m¨¢s influyentes de la Iglesia cat¨®lica. elevan sus voces disidentes, reclaman mayores cotas de libertad y llevan sus reivindicaciones a la calle, hasta entonces patrimonio del coloradismo oficial, que las utilizaba para concentraciones de adhesi¨®n entusiasta, tan peculiares de los reg¨ªmenes de corte fascista.
Conviene apuntar como primer dato que la densidad demogr¨¢fica de Paraguay nos ofrece una tasa de tres millones de habitantes para una superficie doble de la de Espa?a. Contribuye a descargar todav¨ªa m¨¢s la presi¨®n humana sobre las relaciones econ¨®micas el gran n¨²mero de paraguayos que ha elegido el camino de la emigraci¨®n en busca de un mejor nivel de vida en los pa¨ªses lim¨ªtrofes. Buenos Aires es la capital con mayor n¨²mero de paraguayos, hasta alcanzar una poblaci¨®n superior a la de Asunci¨®n. Las condiciones clim¨¢ticas y la espontaneidad de determinados productos alimenticios liman los factores de agresividad y violencia que inexorablemente. se producir¨ªan en otro marco ambiental.
Quiz¨¢ una de las claves de la indiferencia mundial ante la persistencia de la dictadura paraguaya radica en la cobertura constitucional de la que se dot¨® el general Stroessner para ejercer sus omn¨ªmodos poderes. La Constituci¨®n de 25 de agosto de 1.967 (obs¨¦rvese que subsigue cronol¨®gicamente al intento franquista de constitucionalizar el Estado por medio de la ley org¨¢nica, y que es notoria la devoci¨®n del dictador paraguayo por la figura del general Franco) proclama su fe en los inmutable principios republicanos de la democracia representantiva, reconoce la soberan¨ªa popular y asienta el gobierno de la Rep¨²blica sobre los tres poderes tradicionales, dentro de un sistema de "divisi¨®n, equilibrio e interdependencia". Por si la fuerza del sistema pol¨ªtico instaurado no fuese suficiente para garantizar la pervivencia de los valores democr¨¢ticos, el art¨ªculo 40 proclama enf¨¢ticamente que "la dictadura est¨¢ fuera de la ley".
Pero ya en el mismo art¨ªculo se anuncia, para gu¨ªa de inadvertidos lectores, que en las circunstancias previstas en la Constituci¨®n se podr¨¢ conceder facultades extraordinarias a alguno de los poderes del Estado o a una persona concreta.
Estas facultades extraordinarias o excepcionales constituyen desde hace 32 a?os el marco jur¨ªdico y pol¨ªtico en el que el general presidente gobierna sobre la naci¨®n paraguaya. Una prevista y medida combinaci¨®n de las facultades del poder ejecutivo con la utilizaci¨®n del estado de sitio ha institucionalizado un r¨¦gimen de excepci¨®n permanente por medio de sucesivas renovaciones sin control legislativo ni judicial. Basta un decreto del poder ejecutivo para acordar o renovar su vigencia.
Las previsiones constitucionales para declarar el estado de sitio -conflicto o guerra internacional, invasi¨®n exterior, conmoci¨®n interior o amenaza grave de uno de estos hechos- han sido interpretadas caprichosamente por el general-presidente. Por si esto fuera insuficiente, podr¨¢ adem¨¢s disolver el Congreso por hechos graves que sean imputables al comportamiento de los parlamentarios y que pongan en peligro el equilibrio de los poderes del Estado o afecten a la vigencia normal de la Constituci¨®n o al libre desenvolvimiento de las instituciones constitucionales.
Como se ve, una descarada concentraci¨®n de poderes permite un Gobierno dictatorial de facto, con fachada jur¨ªdica, en el que el poder goza de inmunidades desconocidas en otros sistemas. Como consecuencia de este vaciamiento total del edificio constitucional, la verdadera ley de Paraguay, como se?ala Salvatore Senese, magistrado italiano miembro del Consejo Superior de la Magistratura, es la del mbarat¨¦, expresi¨®n guaran¨ª que significa prepotencia del poder.
Ventajas econ¨®micas
Alrededor de esta estructura aut¨¢rquica se escalonan, en forma de pir¨¢mide, todos los sectores que se benefician m¨¢s o menos directamente de las ventajas econ¨®micas que proporciona una posici¨®n influyente en el marco del aparato estatal. El Ej¨¦rcito tiene una c¨²pula repleta de generales que ostentan el privilegio de participar fruct¨ªferamente de los negocios m¨¢s rentables y especulativos de la desordenada econom¨ªa.
La falta de planificaci¨®n econ¨®mica genera sectores marginales que en otros sistemas se recluyen en las zonas reservadas a la econom¨ªa sumergida, pero que en Paraguay se institucionalizan como un elemento m¨¢s del orden econ¨®mico establecido. El contrabando alimenta el suministro de determinados productos de bienestar a las capas m¨¢s acomodadas y a los profesionales de cierto nivel. Por citar un ejemplo, el mercado del autom¨®vil se nutre, en gran medida, de veh¨ªculos importados sin pagar aranceles y de unidades que han sido sustra¨ªdas en el vecino Brasil. En las conversaciones sociales no se comentan las caracter¨ªsticas t¨¦cnicas o el confort del ¨²ltimo autom¨®vil adquirido; el paraguayo considera dos modelos de veh¨ªculos: los importados sin pagar aduana y los robados e introducidos por la frontera en caravanas de remolques que se hacen invisibles a los aduaneros.
El Ej¨¦rcito, la Administraci¨®n y los servicios p¨²blicos est¨¢n impregnados de coloradismo. Para pertenecer a cualquiera de estos estamentos es necesario militar en el Partido Colorado oficialista. El peri¨®dico del partido, Patria, se distribuye obligatoriamente entre todos los funcionarios y su precio se les descuenta en la n¨®mina mensual. Frecuentemente son convocados a participar en homenajes y adhesiones p¨²blicas -cada vez menos multitudinarias- al l¨ªder indiscutible.
Fuera de este marco, cualquier disidencia o iniciativa simplemente regeneracionista tiene serias dificultades para ofrecerse a la ciudadan¨ªa sin riesgos personales para sus protagonistas o sin sufrir la asfixia econ¨®mica y el silenciamiento de sus medios de expresi¨®n.
Los indicadores econ¨®micos que ven¨ªan ofreciendo datos menos agudizados que los pa¨ªses del entorno empiezan a desmoronarse. La tasa de inflaci¨®n, que siempre fue baja en relaci¨®n con sus vecinos, se calcula para el presente a?o en un 40%. El ¨ªndice de desempleo oficial es de un 15%, pero si se suma el desempleo oculto y el masivo subempleo (un ni?o que vende escasos ejemplares de peri¨®dicos en un sem¨¢foro pasa a engrosar las listas de empleo), las cifras son alarmantes. Las reservas monetarias descienden progresivamente (de 100 a 150 millones de d¨®lares en 1985). Las tasas del cambio oficial del d¨®lar se fijan en valores ficticios -menos de la mitad del cambio real-, lo que, en opini¨®n de un destacado economista, "favorece el omnipresente contrabando, castiga a los exportadores legales, hace pagar los platos rotos a los productores rurales y prepara el caldo de cultivo propicio para funcionarios corruptos".
La situaci¨®n econ¨®mica se ha visto sacudida por el esc¨¢ndalo financiero descubierto en el Banco Central de Paraguay, que controla todas las reservas monetarias del pa¨ªs. El fraude en forma de evasi¨®n de divisas puede ascender a cerca de 1.000 millones de d¨®lares, cifra exorbitante para las magnitudes en las que se desenvuelve la econom¨ªa paraguaya. El presidente del banco ha gozado p¨²blicamente de la cobertura de las m¨¢s altas instancias; otros responsables est¨¢n oficialmente huidos, las investigaciones judiciales s¨®lo se dirigen contra funcionarios secundarios.
Con un mercado de trabajo caracterizado por el desequilibrado volumen de la oferta es normal que los salarios est¨¦n en su mayor¨ªa por debajo del fijado como m¨ªnimo oficial (60.000 guaran¨ªes, exactamente 12.000 pesetas). Las corrientes sociales que ahora afloran y se manifiestan en la calle tienen su origen en todos estos desequilibrios. El sistema parece agotado, y se empieza a hablar abiertamente y sin temores de la necesaria transici¨®n a un sistema democr¨¢tico que recupere las libertades y devuelva la confianza perdida al pueblo paraguayo.
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