Cooperaci¨®n internacional contra el SIDA
LA CONFERENCIA internacional sobre el s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida, que se ha celebrado la pasada semana en Par¨ªs, ha puesto de manifiesto las dimensiones reales de una enfermedad que, por desgracia, es mucho m¨¢s que una serpiente de verano alimentada por la Prensa sensacionalista con ocasi¨®n de la muerte de Rock Hudson. La progresi¨®n del SIDA en Europa -donde se duplica el n¨²mero de casos cada ocho meses-, la previsiones para Estados Unidos -270.000 afectados para 1991 -, y la dram¨¢tica situaci¨®n de ?frica, con decenas de miles de afectados, da idea de la gravedad de un problema para el que. la ciencia, por el momento, no parece tener respuesta. En Espa?a y hasta el pasado mes de junio se hab¨ªan producido 177 casos con resultado de 123 muertos. Las previsiones presentadas por m¨¦dicos espa?oles en el congreso de Par¨ªs, realizadas sobre un modelo matem¨¢tico similar al empleado en Estados Unidos, arrojan una cifra de unos 370 enfermos en 1988.La idea de que no se podr¨¢ contar con una vacuna contra la enfermedad a corto plazo ha surgido con fuerza del congreso de Par¨ªs, donde se ha huido de cualquier tono triunfalista. Pero si, en efecto, los cient¨ªficos reunidos en Par¨ªs han optado por la prudencia a fin de no despertar falsas ilusiones, es cierto que son muchos los recursos destinados ya a combatir esta sevicia tanto en Estados Unidos como en Europa. En los tres ¨²ltimos a?os, y como fruto de este impulso internacional, se ha conseguido identificar el virus y se cuenta ya con una prueba sangu¨ªnea que hace posible detectar si una persona ha estado en contacto con ¨¦l, lo que permite evitar, en los bancos de sangre, una de las causas de difusi¨®n de la enfermedad, que golpe¨® de forma cruel a los hemof¨ªlicos. El previsible retraso en la fabricaci¨®n de la vacuna no deja m¨¢s opci¨®n que la puesta en marcha de una pol¨ªtica de informaci¨®n y prevenci¨®n, especialmente en aquellos colectivos m¨¢s susceptibles a este mal y que, estad¨ªsticamente, siguen siendo, en Europa y en Estados Unidos, los homosexuales y los drogadictos. La situaci¨®n en ?frica es, en este sentido, diferente y parece existir un mayor ¨ªndice de pacientes entre las mujeres. Con todo, se encuentra fuera de duda que la enfermedad se transmite por v¨ªa sexual y sangu¨ªnea en las relaciones hombre-mujer y hombre-hombre.
La identificaci¨®n de los grupos de alto riesgo y el desarrollo de la prueba para descubrir la presencia de anticuerpos en la sangre deben permitir a la Administraci¨®n sanitaria adoptar medidas profil¨¢cticas para reduc¨ªr la incidencia del SIDA, que en el caso espa?ol afecta sobre todo a los heroin¨®manos. Por otra parte, el car¨¢cter de enfermedad de transmisi¨®n sexual que tambi¨¦n tiene el SIDA, hace recomendable que se facilite informaci¨®n sobre todos aquellos m¨¦todos de protecci¨®n contra la transmisi¨®n sexual de enfermedades. La educaci¨®n sanitaria, al igual que la educaci¨®n sexual, son los mejores recursos para sortear una patolog¨ªa cuya terap¨¦utica es, hoy por hoy, cara y de resultados a largo plazo.
Pese a que haya concluido sin anuncios espectaculares, podemos afirmar que la conferencia de Par¨ªs, con m¨¢s de 2.500 cient¨ªficos del mundo entero, ha sido un ¨¦xito. Europeos y americanos, africanos y asi¨¢ticos, han colaborado p¨²blicamente para afrontar la amenaza. No es casualidad que el pasado viernes, y casi como un fruto inmediato de esta conferencia, cinco pa¨ªses del norte de Europa (Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia) decidiesen en Reikiavik crear un grupo de trabajo com¨²n. En la medida en que otros pa¨ªses m¨¢s, y otros bloques, a¨²nen esfuerzos e intercambien conocimientos, habr¨¢ esperanzas fundadas para vencer a este nuevo e inesperado acoso de fin de siglo.
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