Los golpistas s¨®lo 'conquistaron' el hotel Manila
El cansancio y la frustraci¨®n predominaban en el ambiente del gran vest¨ªbulo del hotel Manila, de estilo colonial espa?ol, en la tarde de ayer, cuando un millar de personas, la mayor¨ªa muy j¨®venes, se iban enterando por la radio de que los 300 soldados que les apoyaban en su intento golpista les hab¨ªan abandonado y que la presidenta Coraz¨®n Aquino les daba 24 horas para abandonar el lugar.La crisis pol¨ªtica filipina, con un nuevo episodio protagonizado por la sublevaci¨®n dirigida por Arturo Tolentino, ten¨ªa ribetes tragic¨®micos. En primer lugar, al visitante que llegaba al aeropuerto internacional de Manila en la ma?ana del lunes los taxistas intentaban cobrarle el doble "porque la ciudad est¨¢ bloqueada por las revueltas de los pro-Marcos". En realidad, la vida transcurr¨ªa normal en la capital filipina y s¨®lo al llegar a la altura del parque Rizal, en el Roxas Boulevard, el tax¨ª deb¨ªa desviarse porque cuatro camiones con volquetes -colocados como barricadas por los seguidores de Marcos- obstaculizaban el camino desde el aeropuerto hacia la zona de intramuros, en la parte vieja de la ciudad.
2.000 seguidores
El famoso hotel Manil.a, un cl¨¢sico en la hosteler¨ªa -de lujo asi¨¢tica, estaba rodeado por unas 2.000 personas seguidoras del ex presidente Marcos, que se mezclaban con los vendedores de todo tipo de art¨ªculos.
Las verjas del hotel Manila estaban parcialmente cerradas, pero se abr¨ªan ante el extranjero, a quien un miembro de servicio de seguridad con cara de pocos amigos registraba bolsillos y c¨¢maras.
Las enormes puertas de madera noble, en general abiertas a la clientela por porteros de 21 botones, siempre inmaculadamente blancos, eran entreabiertas esta vez por soldados armados con fusiles M- 16, dando paso hasta el interior de la gran sala d¨¦ recepci¨®n del hotel Manila, con sus columnas barrocas, techos y paredes tapizados de maderas y media docena de enormes l¨¢mparas de cristal que iluminaban la tarde oscura a lunas 500 personas que dormitaIban en los, mullidos sof¨¢s, tiradas por encima de las espesas alfombras, o levantaban los dedos en v, s¨ªmbolo de la victoria para los seguidores de Marcos, cuando el per¨ªodista enfocaba la c¨¢mara.
"Somos los tiradores de la fibertad", se le¨ªa en las camisetas de algunos de ellos. "Vigilantes de la democracia", figuraba en otras pancartas, colocadas en las paredes del vest¨ªbulo.
"No se puede pasar"
"?Para qu¨¦ d¨ªa podr¨ªa hacer una reserva?". La pregunta hizo sonre¨ªr al ¨²nico empleado, al menos tiniformado, del hotel Manila, medio escondido tras la Recepci¨®n.
"No. No se puede pasar", cort¨®, tajante, un personaje del servicio de orden al querer tomar uno de los seis ascensores que conduc¨ªan hasta el piso 14 de la parte nueva del hotel, en la que Arturo Tolentir¨ªo, de 75 a?os de edad, hab¨ªa montado su despacho presidencial provisioMal. Eran las cinco de la tarde, hora local, del lunes.
De pronto, corri¨® la voz entre un reducido grupo de periodistas de que Tolentino, junto con otros seguidores, incluido el ex presidente del Batansang Pambansa (Parlamento), Nicanor Yn¨ªguez hab¨ªa abandonado el hotel para ir a negociar con los representantes designados por la presidenta Aquino. A las 17.20, justo al otro lado del parque Rizal, frente a la bah¨ªa de Manila, un Mercedes 200 totalmente negro, incluidos los cristales ahumados, par¨® frente al edificio del Club de Oficiales de la Marina y se abrieron las verjas para dejar paso a Tolentino y a sus m¨¢s ¨ªntimos colaboradores.
Cuatro camiones GMC cargados con tropas del Ej¨¦rcito fiel a Aquino llegaban a la zona, donde estaban ya unos 200 soldados, equipados con trajes de camufiaje. "No queremos violencia. Lo ha dicho la presidenta Aquino, pero estamos preparados para intervenir", dijo el coronel Dula Torres.
Poco despu¨¦s de las nueve de la noche, Tolentino anunciaba, al salir de la reuni¨®n de conciliaci¨®n: "Tampoco querernos violencia", sin indicar si abandonar¨ªa el hotel. Pero muchos se preparaban para pasar su segunda noche de lujo en el interior del Manila.
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