Colombia, la 'hija' latinoamericana m¨¢s mimada por el Vaticano

Colombia es el ¨²nico pa¨ªs de Am¨¦rica Latina que en el espacio de 18 a?os ha recibido la visita de dos papas. La primera, en 1968, cuando Pablo VI pas¨® tres d¨ªas en Bogot¨¢. La segunda es la que acaba de realizar Juan Pablo II, que durante seis d¨ªas ha visitado 10 ciudades, en las que ha pronunciado 30 discursos y ha sido aplaudido en calles y plazas por cinco de los 26 millones de habitantes de aquel pa¨ªs.El papa Wojtyla empez¨® esta vez con buen pie su viaje, por dos motivos: primero, porque la temida guerrilla, muy activa en aquellas tierras, pidi¨® su mediaci¨®n para llegar a un acuerdo con el Gobierno y le ofreci¨® al mismo tiempo una tregua unilateral durante el viaje, que, en efecto, ha respetado. Y segundo, porque ya en sus primeros discursos tuvo el buen gusto de citar los pocos pero profundos discursos que hace 18 a?os pronunciara en Bogot¨¢ el papa Montini. La primera cita de Pablo VI escogida por el papa Wojtyla fue muy significativa y comentada, ya que se trat¨® de aquel pasaje en el que Pablo VI recrimin¨® a las autoridades de entonces por no haber llevado a cabo unas reformas sociales "que hubiesen impedido", dijo entonces el Papa, "la revoluci¨®n de la desesperaci¨®n".
Contradiciendo el esquema habitual de Papa conservador en los pa¨ªses donde el episcopado tambi¨¦n lo es y de progresista donde los obispos son m¨¢s abiertos, esta vez, Juan Pablo II ha ido m¨¢s all¨¢ de la Iglesia conservadora del cardenal Alfonso L¨®pez Trujillo, arzobispo de Medell¨ªn y emblema del conservadurismo, sobre todo en la denuncia de los males y las injusticias que aquejan a la bell¨ªsima y dulce Colombia. Un m¨¦rito ¨¦ste que quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa la historia adjudicar¨¢ a un personaje de la alta diplomacia vaticana, poco amante del protagonismo, pero que posee un gran influjo personal sobre el Papa polaco. Se trata del sustituto de la Secretar¨ªa de Estado vaticana, el arzobispo riojano Eduardo Mart¨ªnez Somalo, que conoce a fondo Colombia porque era nuncio en aquel pa¨ªs cuando Juan Pablo II le llam¨® para cubrir un cargo tan importante de la Curia romana. En ese cargo se hicieron c¨¦lebres, primero, el papa Montini, y despu¨¦s, el papa Benelli; el primero, sustituto de P¨ªo XII, y el segundo, de Pablo VI. Esta vez, Juan Pablo II, en lo referente a Colombia, ha escuchado quiz¨¢ m¨¢s a Somalo que a los propios obispos de aquel pa¨ªs.
Puntos ambiguos
Tampoco han faltado las ambig¨¹edades en este sexto viaje a Am¨¦rica Latina. El papa Wojtyla ha hecho en Colombia seguramente la enumeraci¨®n m¨¢s clara y cruda de las injusticias t¨ªpicas del Tercer Mundo y permiti¨® al representante de las comunidades indias en Popay¨¢n que continuase leyendo un discurso dur¨ªsimo de condena de la explotaci¨®n de los indios, que no hab¨ªa sido aprobado por la jerarqu¨ªa y que fue interrumpido por el jefe de ceremonias con un "?ahora basta!" que reson¨® a trav¨¦s de la televisi¨®n y de la radio como un aldabonazo en todo el pa¨ªs.Al mismo tiempo, al Papa se le qued¨® en el tintero, por ejemplo, una denuncia, por muchos esperada, a los escuadrones de la muerte, grupos paramilitares que act¨²an impunemente en Colombia haciendo justicia sumaria bajo el amparo mafioso de la autoridad central. Tambi¨¦n sorprendi¨® que en el pa¨ªs donde naci¨® la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, y en una ciudad como Medell¨ªn, desde donde hace 18 a?os todo el episcopado de Am¨¦rica Latina lanz¨® por primera vez un llamamiento de solidaridad con los m¨¢s pobres, Juan Pablo II pronunciara el discurso quiz¨¢ m¨¢s conservador del viaje, con una condena impl¨ªcita a la nueva teolog¨ªa que est¨¢ naciendo en Am¨¦rica Latina.
No obstante, ha sido quiz¨¢ el viaje en el que este Papa ha revelado con mayor claridad que est¨¢ dispuesto a apoyar los esfuerzos de la Iglesia latinoamericana en un proyecto pol¨ªtico de reformismo social avanzado que convierta a la Iglesia en aquel continente en una tercera fuerza mundial capaz de oponer un muro al capitalismo salvaje, en manos de un pu?ado de familias que detentan la mayor¨ªa de las riquezas de un pa¨ªs sembrado de pobres, y de quitar armas a los movimientos revolucionarios que emanan de las ideolog¨ªas marxistas.
De ah¨ª que el Papa haya incluso presionado al nuevo Gobierno de Virgilio Barco para que acepte una pol¨ªtica de di¨¢logo con la guerrilla, casi toda ella de origen cristiano. En Colombia han quedado contentos hasta los mismos te¨®logos de la liberaci¨®n, porque hoy pueden aprovechar los duros discursos del Papa contra las injusticias sociales, y sus gestos concretos a favor de los indios, s¨ªmbolo de los ¨²ltimos, del pa¨ªs, a favor de su tesis de que la Iglesia debe estar de parte de los m¨¢s pobres. Felices los indios y los pobres en general, porque nadie les quita de la cabeza, despu¨¦s de lo ocurrido en Popay¨¢n, que el hombre blanco de Roma est¨¢ con ellos.
Satisfecha la guerrilla, ya que el aparato militar ha criticado al Papa, por lo menos en privado, de haber sido demasiado blando con quienes en aquel pa¨ªs han empu?ado las armas. Y contento el nuevo Gobierno de Barco, porque, a pesar del tir¨®n de orejas, sabe que cuenta con el apoyo de la Iglesia para realizar una pol¨ªtica de reformas que le d¨¦ consenso entre los m¨¢s marginados.
Hace 18 a?os, Pablo VI pidi¨® a las fuerzas vivas de Colombia unas reformas que despu¨¦s no se realizaron, lo que, seg¨²n el Papa, pudo dar motivos a la guerrilla. Hoy, Juan Pablo II ha vuelto a pedir esas reformas con la misma fuerza.
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