Villena
Luis Antonio de Villena usa gafas de aro redondo y sortijitas, usa una presencia densa y una voz oscura y tenue, conspiratoria, en el registro de la deliciosa malignidad. Usa ademanes vagamente clericales y escribe versos de un clasicismo cuyo cl¨¢sico mayor no es necesariamente Cernuda. Luis Antonio de Villena apareci¨® en Madrid (madrile?o o no) con una clara vocaci¨®n de ser escritor, poeta, aqu¨ª y ahora. Era un ni?o. Dijo Gonz¨¢lez-Ruano que la juventud no es m¨¢s que un tr¨¢mite, y Villena, cuya voluntad de dandismo es expl¨ªcita (aunque yo lo veo m¨¢s en una especie de dandismo interior), ha posado siempre de adulto, de maduro, no s¨®lo por su leyenda cultural (es evidentemente culto), sino incluso por su leyenda personal, llena de an¨¦cdotas y sucedidos en que se mezclan los tiempos y las generaciones. Se dir¨ªa que Villena, como uno mismo, no sabe muy bien cu¨¢ndo ha nacido -o cu¨¢ndo le ha nacido la memoria-, ni cu¨¢les son sus recuerdos y cu¨¢les los recuerdos de recuerdos. Ahora saca en Visor su antolog¨ªa po¨¦tica Postnov¨ªsimos, suponiendo que el superlativo "nov¨ªsimo" lo tomaron los anteriores directamente del italiano. Pero los anteriores (catalanes), no lo tomaron sino de Eugenio d'Ors y su Nov¨ªsimo Glosari. Si no todos los antologizados -doce- son estrictamente antologizables, esto ya no es culpa de Villena, quien, aparte su personal e incesante tarea en verso y prosa, su clara "profesionalidad" de escritor, tiene mucho (perd¨®n, L¨¢zaro) de esponsor de la literatura, de lo que antes se llamaba, sencillamente, un animador cultural o, como dicen los franceses, un hombre de letras.Villena es uno de los personajes m¨¢s interesantes y hospitalarios de la nueva noche madrile?a. Su preocupaci¨®n, antologizadora o no, por los dem¨¢s, supone una generosidad y un "esp¨ªritu de cuerpo" que en el 98 represent¨® Azor¨ªn y en el 27 Gerardo Diego. Pero Villena, que es muy inteligente, sabe que no hay salvaciones generac¨ªonales, grupales, y que al final queda el que se sale por los cerros, siempre l¨ªricos, de ?beda. Es el caso de alguno de sus poetas forzosamente antologizado. El m¨¦rito, a Villenita, ya se lo han reconocido. El otro m¨¦rito, el hacer tambi¨¦n de la vida una obra de arte, seg¨²n t¨ªo ?scar, es algo que se le reconoce noche a noche, cuando ¨¦l abre el abanico amadamado de su ingenio, su erudici¨®n p¨ªcara, sus recitados y sus complicidades y conquistas. Entre postnov¨ªsimo y postmoderno, Villena es hoy un personaje literario interior a Madrid, no apto para turistas, matados ni forasteros.
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