Jap¨®n, reto hacia una sociedad din¨¢mica y humana
En 1853, una escuadra de cuatro barcos negros al mando del comodoro norteamericano Perry, forz¨®, bajo la amenaza de sus ca?ones, la apertura de Jap¨®n, pa¨ªs que prefiri¨® suprimir todos sus contactos con el exterior en 1639. Una sociedad que se mantuvo aislada del mundo exterior durante m¨¢s de dos siglos constituye un hecho singular en la historia universal. Durante ese per¨ªodo, libre de influencias for¨¢neas, se formaron y consolidaron usos y costumbres propios y peculiares en la sociedad nipona.Tras la revoluci¨®n de Meiji, en 1868, que derrib¨¦ el r¨¦gimen feudal, Jap¨®n inici¨® el camino de una r¨¢pida modernizaci¨®n que era casi sin¨®nimo de occidentalizaci¨®n. Asimil¨® eficazmente elementos del mundo occidental, desde sistemas pol¨ªticos, marco legal, organizaci¨®n empresarial y tecnolog¨ªa hasta vestimenta. Pero en este proceso de asimilaci¨®n nunca estuvo ausente un fuerte nacionalismo para desarrollar industrias aut¨®ctonas. La meta del nuevo Jap¨®n consisti¨® en alcanzar el nivel de desarrollo de los pa¨ªses occidentales mediante un r¨¢pido crecimiento econ¨®mico, fomentando las exportaciones y procurando reservar el mercado interior a las industrias nacionales. Un siglo despu¨¦s, Jap¨®n lleg¨® a convertirse en un gigante econ¨®mico, con un producto nacional bruto (PNB) de 1.257.000 millones de d¨®lares -la d¨¦cima parte del PNB mundial-, y en la vanguardia tecnol¨®gica.
No obstante, la occidentalizaci¨®n s¨®lo se ha extendido en la superestructura, es decir, en los sistemas institucionales y en las organizaciones econ¨®mico-pol¨ªticas, pero no afect¨® a la infraestructura, que son las relaciones familiares, la cultura y los conceptos sobre trabajo, etc¨¦tera. En este sentido, cabr¨ªa afirmar que la occidentalizaci¨®n signific¨® un injerto sobre la estructura social netamente japonesa.
RELACIONES LABORALES
La din¨¢mica de la sociedad y econom¨ªa de Jap¨®n es un producto de ese injerto. Se basa en gran parte en la coexistencia o combinaci¨®n entre los elementos propiamente occidentales y los factores inherentes a la sociedad japonesa. La ra¨ªz o el tronco ayud¨® al pleno desarrollo de las ramas y hojas. En otras palabras, el ¨¦xito econ¨®mico de Jap¨®n se debe, en mi opini¨®n, al hecho de que la t¨¦cnica y m¨¦todos de la organizaci¨®n empresarial -tales como el control de calidad, desarrollo de nuevos productos, etc¨¦tera, dise?ados en los pa¨ªses occidentales y luego asimilados en Jap¨®n-, proporcionan mejores rendimientos.
Entre los m¨²ltiples factores inherentes a la sociedad japonesa destacar¨ªa el factor trabajo y las relaciones laborales, porque es m¨¢s ilustrativo.
La laboriosidad y el af¨¢n por una mejor realizaci¨®n del trabajo han representado y representan para los japoneses la virtud y el valor supremo de la vida. Para los habitantes de un territorio relativamente. peque?o, como Jap¨®n, densamente poblado y con pocos recursos naturales, "trabajar mucho y bien" supon¨ªa una necesidad ineludible.
Esta caracter¨ªstica sigue siendo v¨¢lida para el Jap¨®n de hoy. En 1983, el n¨²mero de horas trabajadas por un operario medio lleg¨® a 2.152, que equivale a 269 jornadas laborales de ocho horas. Esto es, unas 500 horas m¨¢s que en la RFA y 250 horas m¨¢s que en Estados Unidos. Entre las grandes y medianas empresas, s¨®lo el 47,2% de ellas tiene todos los s¨¢bados y domingos libres. En el resto de los centros de trabajo, lo com¨²n es dejar dos o tres s¨¢bados o d¨ªas alternativos libres al mes. Adem¨¢s, la mayor¨ªa de los japoneses disfruta de unas vacaciones de verano entre una semana y 10 d¨ªas, mientras que en los pa¨ªses europeos lo normal es un mes, al menos, de vacaciones en el terreno te¨®rico. Los empleados tienen entre 20 y 30 d¨ªas laborables como vacaciones remuneradas al a?o, pero muchos no llegan a disfrutarlos por completo. Por una parte, los sustituyen voluntariamente por los d¨ªas de baja por causa de enfermedad, y por otra, por sentido de responsabilidad profesional, renuncian a bastantes d¨ªas de vacaciones.
Sin embargo, estas pr¨¢cticas no pueden ser explicables s¨®lo por el esp¨ªritu de laboriosidad y sentido de responsabilidad. En su trasfondo subyace una dura competencia dual. En primer lugar, competencia entre las empresas, que intentan lograr mayor participaci¨®n del mcado mediante competitividad en precios, calidad y nuevos productos. Esta severa competencia entre las empresas japonesas se desarrolla no s¨®lo en el mercado interior, sino tambi¨¦n fuera de Jap¨®n; de ah¨ª viene su agresividad entre ellas mismas y frente a las empresas locales. En segundo lugar, hay competencia intraempresa. Se trata de la carrera entre los empleados hacia puestos directivos. Las oportunidades est¨¢n abiertas para todos los empleados, aunque num¨¦ricamente es una minor¨ªa los que finalmente consiguen dichos puestos. Y tal vez, a diferencia del mundo occidental, ocupar un puesto de mayor responsabilidad significa una honra y un valor importante, sin que esto suponga a veces mejora sustancial en el nivel de remuneraci¨®n.
Las empresas, al menos las grandes y medianas, mantienen el sistema de empleo vitalicio. La mayor¨ªa de los japoneses permanece trabajando en una misma empresa hasta su jubilaci¨®n. El cambio de colocaci¨®n es realmente poco frecuente, por consiguiente un empleado tiene un fuerte sentimiento de pertenencia a la empresa. El ¨¦xito y el prestigio de la misma son interpretados con satisfacci¨®n por los empleados, aunque el reparto de dicho beneficio no sea suficiente, tal vez porque consideran que la prosperidad de la empresa de la que forman parte les repercutir¨¢ favorablemente a la larga.
DIVISI?N DEL TRABAJO
Este sistema se basa, por otra parte, en la divisi¨®n del trabajo por sexos. Se trata de una asignaci¨®n social del trabajo, fuera del hogar a los hombres y dentro del hogar a las mujeres. Jap¨®n ha sido una sociedad con una fuerte orientaci¨®n masculina, pero hay cada vez una mayor participaci¨®n de las mujeres en la sociedad. Sin embargo, el concepto de la mujer y el sistema institucional supone muchas veces un gran obst¨¢culo para el pleno desenvolvimiento de ellas en la sociedad japonesa.
Desde el punto de vista cuantitativo, la tasa de actividad femenina era del 48,7% en 1985. Esto quiere decir que una entre dos mujeres se dedica a un trabajo remunerado. Sin embargo, la apariencia es enga?osa. Desde el punto de vista cualitativo, hay pocas mujeres que realicen trabajos de responsabilidad. Las empresas reclutan a las mujeres en una categor¨ªa distinta a la de los hombres, como mano de obra no cualificada, utilizable hasta su matrimonio. No les dan las mismas oportunidades de realizaci¨®n y formaci¨®n profesional que a los hombres. El sacrificio y la plena dedicaci¨®n de los hombres, que trabajan muchas veces hasta medianoche y que w protestan casi nunca por el traslado de sus lugares de trabajo dentro y fuera del pa¨ªs, es posible gracias a las mujeres, que se encargan del hogar y cuidado de los ni?os. Por otra parte, el concepto de esta divisi¨®n de trabajo seg¨²n el sexo est¨¢ tan arraigado que no pocas mujeres prefieren dejar el trabajo para atender la familia al casarse o ser madre. Una t¨ªpica frase de un marido japon¨¦s comprensivo es: 'Mientras no descuides las cosas del hogar y la familia, puedes trabajar si te apetece". Por consiguiente, muchas mujeres -un 21% de la poblaci¨®n activa femenina- realizan trabajos a tiempo parcial, cuyas condiciones laborales no son favorables ni satisface la vocaci¨®n Esto explica la aparentemente activa, pero insatisfactoria, participaci¨®n de las mujeres en la sociedad.
Jap¨®n, reto hacia una sociedad din¨¢mica y humana
La ley de iguales oportunidades de empleo entre hombres y mujeres, que tard¨ªamente se ha puesto era vigor este a?o, ayudar¨¢, ,al menos formalmente, a reducir discriminaciones contra las mujeres pero si no se cambian las pr¨¢cticas laborales y el concepto de trabajo -no s¨®lo de las mujeres, sino tambi¨¦n de los hombres-, el cambio en el terreno pr¨¢ctico es lejano todav¨ªa.CONCENTRACI?N DEMOGR?FICA
Aparte de la idiosincrasia japonesa en el terreno laboral existe en Jap¨®n un condicionamiento fisico. La concentraci¨®n demogr¨¢fica hace que el precio de las viviendas resulte prohibitivo. En el centro de Tokio, un metro cuadrado de terreno cuesta m¨¢s de 10 millones de yens (8,5 millones de pesetas), y un piso de unos 100 metros cuadrados, 50-100 millones de yens en los barrios c¨¦ntricos, que es entre 10 y 20, veces m¨¢s de la renta anual de un asalariado medio. Naturalmente, en las regiones locales el precio de viviendas se reduce sustancialmente, pero, de todas formas, para los japoneses cuesta el trabajo de toda la vida conseguir un vivienda m¨ªnimamente digna seg¨²n el criterio occidental. Adem¨¢s, el capital social es todav¨ªa insuficiente en comparaci¨®n con otros pa¨ªses industrializados. Por ejemplo, y a nivel nacional, el alcantarillado se ha extendido s¨®lo al 33% de los hogares.
En definitiva, en Jap¨®n la asignaci¨®n de los recursos fue canalizada m¨¢s bien para fortalecer la competitividad del aparato industrial y productivo. Los japoneses hemos trabajado mucho sin aspirar a la calidad de vida del mundo occidental. Este sacrificio -cierto es que no se percibe como -tal entre la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n japonesa- y el sentido de responsabilidad a nivel individual a favor del inter¨¦s colectivo produjo una sociedad din¨¢mica y eficiente econ¨®micamente, pr¨¢cticamente libre de problemas tales como el paro, fuerte desigualdad en el reparto de la riqueza, inflaci¨®n, inseguridad ciudadana etc¨¦tera.
Y, por otra parte, el aparato industrial produce bienes de excelente calidad y a precios competitivos. Este sistema ha venido funcionando muy bien.
Sin embargo, el resultado de este sistema, basado en el nacionalismo econ¨®mico, es el ingente super¨¢vit comercial, de m¨¢s de 55.000 millones de d¨®lares, que es objeto de fricciones con otros pa¨ªses industrializados. Ante presiones cada vez m¨¢s fuertes por parte de Estados Unidos y la CE, Jap¨®n ha venido adoptando medidas para abrir el mercado interior. En cuanto al r¨¦gimen de importaci¨®n, Jap¨®n tiene liberalizados pr¨¢cticamente todos los productos industriales, salvo un n¨²mero limitado de art¨ªculos. Se les aplica un arancel nulo o muy reducido.
Respecto a la barrera no arancelaria, est¨¢n siendo introducidas la simplificaci¨®n de los tr¨¢mites de importaci¨®n, modificaci¨®n de las legislaciones interiores que supongan obst¨¢culo para la importaci¨®n, sistemas de cr¨¦ditos oficiales para financiar las importaciones, etc¨¦tera.
A pesar de ello, los productos manufacturados importados no representan m¨¢s que un 31% (datos de 1985) de las importaciones totales de Jap¨®n. La cuesti¨®n clave estriba en que la estructura industrial de Jap¨®n es de car¨¢cter autosuficiente, con industrias competitivas en casi todos los sectores y de orientaci¨®n fuertemente exportadora.
Para resolver este problema no hay otras soluciones que las siguientes:
1. Transformar la estructura econ¨®mico-industrial en otra que se base en la demanda interna, con atenci¨®n a la mejora de viviendas y el capital social.
2. Realizar m¨¢s activamente inversiones directas y transferencias tecnol¨®gicas con el extranjero.
3. Aumento y mejora de ayuda econ¨®mica en favor de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo.
4. Reducir las horas de trabajo y cambiar la actitud respecto al mismo.
As¨ª preconiza tambi¨¦n, entre otras medidas, el informe -enormemente sugestivo para la futura orientaci¨®n de la econom¨ªa y sociedad de Jap¨®n- que present¨® este abril el grupo asesor sobre el reajuste de la estructura econ¨®mica para la armon¨ªa internacional.
INTERNACIONALIZACI?N
La brusca apreciaci¨®n del yen -casi un 50% de alza frente al d¨®lar desde junio de 1985 hasta junio de este a?o- y la actitud t¨¢citamente cr¨ªtica al comportamiento de Jap¨®n por parte de otros pa¨ªses en la cumbre de Tokio en este mayo representan nuevos barcos negros invisibles que exigen la internacionalizaci¨®n de Jap¨®n y el cambio profundo en el comportamiento de los agentes econ¨®micos de ¨¦ste.
El 6 de julio se celebraron elecciones generales en Jap¨®n. En plena campa?a electoral ha habido pocos debates sobre pol¨ªtica econ¨®mica internacional. En el terreno econ¨®mico, las atenciones se han eentrado en torno al aumento de la presi¨®n fiscal, medidas compensatorias de los efectos negativos de la fuerte apreciaci¨®n del yen, pol¨ªtica de bienestar social y las cuestiones locales. Ha faltado una visi¨®n internacionalista. Esto viene del sistema electoral japon¨¦s, en que los votantes no eligen determinados partidos, sino determinados candidatos de su distrito electoral. Por consiguiente, los intereses concretos y las cuestiones estrechamente relacionadas con la vida local prevalecen sobre los grandes temas nacionales e internacionales.
Aun as¨ª, nadie podr¨¢ ignorar la necesidad de que cambiemos la orientaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica y nuestro modo de vivir sin lo cual el desarrollo de la sociedad japonesa y la mejora de la calidad de la vida resultar¨¢n dif¨ªciles de conseguir en el futuro. El reto que Jap¨®n tendr¨¢ que asumir es crear una sociedad llena de calidad humana sin perder el dinamismo econ¨®mico.
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