8 martes
He estado en el Museo de Cera de Madrid, que alguien ha elegido como fondo para hacerme un reportaje. ?Ir¨¢ siendo uno, ya, una figura de cera? Encuentro el museo muy cuidado y enriquecido. Por ejemplo, la Sala de los Reyes, que antes no exist¨ªa. Y en la Sala de los Reyes, de pronto, Francisco Franco, vestido de militar y sentado. Franco, que era prudente, nunca lleg¨® a coronarse a s¨ª mismo, aunque le hubiese gustado, pues que adem¨¢s de prudente era mon¨¢rquico. Y precisamente por eso, por mon¨¢rquico (un mon¨¢rquico aplazado, digamos), por respetuoso con la. monarqu¨ªa, no lleg¨® en cuarenta. a?os a lo que han llegado los del Museo de Cera en cuatro d¨ªas: a. incluirse/incluirle entre los Reyes de Espa?a, desde los godos y los ¨¢rabes hasta Don Juan Carlos I. Pero tambi¨¦n puede ser que Franco (que siempre tuvo algo de figura de cera), nos gobernase resignada y esforzadamente durante 40 a?os 40 s¨®lo para esto: para estar un d¨ªa entre los Reyes de Espa?a, en una dinast¨ªa de cera que mezcla jud¨ªos, moros y cristianos. S¨®lo la voluntad ultraterrena de Franco ha podido conseguir que los responsables de un Museo fundamentalmente did¨¢ctico y tur¨ªstico metan a Franco en la Sala de los Reyes. Durante mi visita he visto eso mayormente: colegiales y turistas, dos especies menores de edad que el d¨ªa de ma?ana tendr¨¢n en la cabeza una empanada considerable sobre si Franco fue Rey, Emperador o qu¨¦. Ni los hagi¨®grafos como R. de la C. hab¨ªan llegado a tanto, aunque quiz¨¢ es lo que se propon¨ªan: coronar a Franco, en cera, ofrecernos un Franco cer¨²leo y fascicular. A uno le parece una falta de respeto a Franco. Franco, que se so?¨® de piedra fara¨®nica en Cuelgamuros, se ha quedado de cera en el Museo/Col¨®n. La posteridad, que es ir¨®nica, nunca nos niega la gloria: nos da una gloria de plastilina.
10 jueves
Pach¨¢ a tope. Unas veces a tope de fr¨ªo; otras, a tope de gente. Seg¨²n. La otra tarde hac¨ªa fr¨ªo en Pach¨¢ y Massiel celebraba sus 20 a?os de profesionalidad (tuvo el buen gusto de no ponemos el Lalal¨¢) presentando un disco, "Desde dentro". Hurac¨¢n Massiel, con melena, voz y amistad, toda de blanco en Pach¨¢. La atracci¨®n es una tarta de varios pisos o terrazas, que se repartir¨¢ al final. Pablo Lizcano. Emilio Romero en un hemiciclo de damas y reporteros. Me cuenta Emilio de sus desamores con Adolfo Su¨¢rez y con la pol¨ªtica en general. Rosas en el mar, tiempos de Aute. ?Era Aute? Mademoiselle Marie, dulce y francesa, con los ojos cuajados de Par¨ªs. Tiempos del tardofranquismo en que Massiel era la chica/ contestaci¨®n y Emilio Romero, a decir de ¨¦l mismo, era "la izquierda del R¨¦gimen". Lucieron y pasaron como rosas en el mar, una de las m¨¢s bellas canciones de la Massielona. Se est¨¢ bien, a la salida, en las terrazas de Barcel¨®, sin el filo del aire acondicionado, entre el personal del barrio, que toma la fresca. Y la frasca. Fuera y dentro de Pach¨¢ le hemos pegado al litro. Del s¨®lito/ins¨®lito Emilio Romero a la chica/contestaci¨®n de la calle de Leganitos, y su lalal¨¢ eurovisivo, se mov¨ªa toda la movida pol¨ªtica madrile?a cuando a¨²n no hab¨ªa nacido el participio. El azar menos que la necesidad ha reunido esta noche en Pach¨¢ a la chica/constestaci¨®n de cuando entonces (que hasta se casar¨ªa con el socialista Zayas, oh) y al hombre/izquierda del r¨¦gimen m¨¢s de derechas de Europa, incluidos Grecia y Portugal (de entonces). Ha sido todo como un mesurado homenaje al pasado inmediato, al tardofranquismo que fuimos: verdura de las eras, rosas en el mar. Y nos cre¨ªamos terribles. Ni demasiado cerca ni demasiado lejos. Sencillamente remoto. Pero Massiel sigue siendo una chica/contestaci¨®n y Emilio va a cumplir los 70. Todos ¨¦ramos chicos/contestaci¨®n, entonces: rosas en el mar.
11 viernes
Drag¨®n Rapide, la mejor pel¨ªcula de Jaime Camino, que hace tiempo viene trabajando en el cine biogr¨¢fico. Juan Diego hace un pre/Franco no de cera, como el que ve¨ªa yo el otro d¨ªa en el museo, sino de estilizada iconografia e ironizada psicolog¨ªa. Todo un estudio.
13 domingo
El se?or Reagan ha prohibido el sexo oral en USA. Lo lamento por la se?ora Reagan. Aqu¨ª Interviu ha hecho una encuesta al respecto, entre famosos. De las respuestas se deduce una cierta hipocres¨ªa nacional. De donde sale que Reagan tiene raz¨®n. Como la libido no es prohibible ni controlable, lo que RR proh¨ªbe es hablar de ello a media tarde. Y eso est¨¢ bien, porque las mujeres hac¨ªan muchas comparaciones. En las novelas de Updike (el escritor que mejor ha contado la Am¨¦rica de los 60) no se habla de otra cosa. Sobre todo entre esposas y estudiantes liberadas. Aqu¨ª, Norma Duval dice que no es partidaria del sexo oral. Garc¨ªa Lorca hubiese contestado a Norma mejor que yo: "Cu¨¢nta puerta cerrada a la hermosura". Laura del Sol se niega a contestar. Fernando Colomo s¨®lo acepta el sexo oral "en determinadas circunstancias". Suponemos que en la cola del autob¨²s no es aconsejable. Mario Camus tampoco opina. Otros, ni se ponen al tel¨¦fono. Los pol¨ªticos encuentran m¨¢s er¨®tica la cohabitaci¨®n de Fraga con su propio techo. Coll, la ¨²nica respuesta inteligente: "Soy partidario del sexo oral y por escrito". Luis Ortiz dice que la boca est¨¢ para comer. Que aproveche. Alfonso Cabeza prefiere el jam¨®n y todav¨ªa utiliza la palabra "pil¨®n", que es de un cheli de postguerra. Marisa Abad no gusta hablar de esos temas. Gunila von Bismarck no contesta. En general, como se ve, hipocres¨ªa, represi¨®n y una negativa a hablar, m¨¢s que a hacer. Tambi¨¦n sexualmente hemos entrado en la OTAN. Hablaba Borges de la poco variada variedad sexual. Reagan, otro ciego, ha le¨ªdo el Kamasutra abreviado en el Reader Digest y se ha mosqueado. Pobre Nancy.
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