La emigrac¨ª¨®n del PDP
TRAS UNA fatigosa y tensa reuni¨®n que se prolong¨® todo el d¨ªa, el consejo de direcci¨®n del Partido Dem¨®crata Popular decidi¨® anteanoche abandonar su situaci¨®n en el Parlamento, mezclado con los diputados y senadores de AP y el Partido Liberal, y agregarse al Grupo Mixto. ?ste es, de hecho, el final de otra coalici¨®n en la que particip¨® Oscar Alzaga -antiguo miembro de la desmigada UCD- y el principio de una aventura que, para no pocos, puede acabar en el desvanecimiento de este pufiado de emigrantes.El PDP cuenta con 21 diputados, efecto de un calculado reparto de candidatos en las listas de la Coalici¨®n Popular. El resto de esta coalici¨®n, que queda integrada, en las Cortes, por 12 componentes del Partido Liberal de Segurado, 1 de la Uni¨®n del Pueblo Navarro y 73 deAlianza Popular, ha recibido con mal disimulada iracundia el -desprendimiento de sus coligados. Su respuesta ha sido dar por rotos los pactos con el s¨¦quito de Alzaga y, en consecuencia, tanto los responsables provinciales como regionales de AP celebrar¨¢n el d¨ªa 28 un minicongreso en Madrid para redefinir su estrategia. Ante esta, quiz¨¢, previsible reacci¨®n, los democristianos de Alzaga, acaso inquietos por los efectos negativos que sobre el votante de la coalici¨®n pueda provocar su estampida, han alegado que su traslado parlamentario no conlleva transgresi¨®n alguna y prometen respeto a los acuerdos en las comunidades aut¨®nomas, diputaciones provinciales y ayuntamientos donde gobierna Coalici¨®n Popular. Incluso para apoyar la legitimidad de su acci¨®n, han recabado y divulgado el informe jur¨ªdico de un catedr¨¢tico de Derecho Constitucional. ?scar Alzaga y quienes le apoyan se han apresurado para abandonar a los aliancistas, pero puede ser que, a la vez, hayan vislumbrado el deterioro de imagen -especialmente en su l¨ªder- como consecuencia de su desafecci¨®n. El informe del catedr¨¢tico y la redacci¨®n del punto final del comunicado del consejo de direcci¨®n tratar¨ªan de defender la estampa de Alzaga, "objeto", se dice, "de imputaciones injustas que afectan a su dignidad y honor".
Lo que pretende el PDP con su mudanza, incluso pagando el precio del trasporte r¨¢pido y acaso apresurado, es rescatar su identidad. Su rostro de centristas-centristas que, en su opini¨®n, aparec¨ªa poco favorecido o mutilado con la foto del gran grupo coaligado. Qued¨¢ndose a solas, el votante de las pr¨®ximas elecciones, municipales y auton¨®micas, podr¨¢ as¨ª percibir con nitidez la ansiada oferta de centro. La sociolog¨ªa electoral parece avalar la demanda de un centro neto, y el centro neto ser¨ªa, en su discurrir, el PDP. Los reformistas de Roca no se encuentran en escena para crear otra opci¨®n, y Su¨¢rez es una deriva hacia la izquierda.
El PDP expone tambi¨¦n en su comunicado de escisi¨®n la voluntad de practicar en el futuro una pol¨ªtica de compromisos con fuerzas afines. Se refiere, claramente, a otros centristas, pero es dif¨ªcil saber qu¨¦ pensar¨¢n otros grupos sobre los riesgos de coligarse con un grupo cuyo l¨ªder parece confirmarse como un profesional de la descoalici¨®n. Probablemente, y del mismo modo que Alzaga confiaba en poder nutrir a su grupo centrista con los virtuales aportes del PRD de Roca, ahora podr¨ªa esperar que desde CP le goteen algunos diputados. No es, sin embargo, seguro. Lo cierto por ahora es que se le han desprendido tres de sus cinco vicepresidentes de partido y s¨®lo Javier Rup¨¦rez e I?igo Cavero le siguen fieles. De otra parte, presumir que en los pactos con fuerzas afines se incluya a Su¨¢rez es aventurado. El CDS de Su¨¢rez ha recorrido a solas el trecho m¨¢s duro y es poco esperable que la rentabilidad de esta proeza la mixtifique con la democracia cristiana.
Tenidas en cuenta estas dificultades, sin embargo, el PDP podr¨ªa albergar algunas esperanzas de nutrir sus fuerzas reclutando a los frustrados seguidores del Partido Reformista, algunas de cuyas figuras son antiguos familiares de UCD y susceptibles de captar votos en sus localidades. Tambi¨¦n, dentro de los c¨¢lculos optimistas, ¨®scar Alzaga podr¨ªa especular con la obtenci¨®n de dos presidentes de comunidades auton¨®mas en las elecciones de mayo de 1987, gracias a Mart¨ªn Villa en Castilla y Le¨®n y a Javier Rup¨¦rez en Castilla-La Mancha. Si estos presupuestos se cumplieran favorablemente y el PDP lograra incrementar su presencia en las instituciones auton¨®micas y municipales (124 alcaldes y 1.047 que posee ahora), la operaci¨®n de desenganche se revelar¨ªa acertada. No es, sin embargo, f¨¢cil apostar por este resultado. Independientemente de la modesta atracci¨®n que ha venido despertando la figura del l¨ªder, la actual maniobra puede haber contribuido menos a su enaltecimiento que a su estrago. Alg¨²n tiempo, por tanto, ha de pasar y muchas y acertadas actuaciones pol¨ªticas habr¨¢ de protagonizar el PDP, ahora empotrado en el Grupo Mixto, para que al menos su cotizaci¨®n actual se mantenga y la decisi¨®n de escindirse no le aboque al fracaso.
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