Nicaragua
Me temo que habr¨¢ que repetir la cosa una vez m¨¢s: se me desarticulan los nudillos de s¨®lo pensarlo y siento ya agujetas en el dedo ¨ªndice, que es el dedo de aporrear teclas con rabia. ?C¨®mo es posible que Reagan siga adelante con su plan de triturar la diminuta Nicaragua? Nicaragua es una naci¨®n chiquita y pobre que tiene cuatro hileras de raqu¨ªticos pl¨¢tanos all¨ª donde Estados Unidos posee filas de industrias o de pozos de petr¨®leo. Nicaragua es, en fin, un pa¨ªs d¨¦bil y escaso, escaso en poder econ¨®mico, en cultura, en costumbres democr¨¢ticas, en comida y, sobre todo en futuro, encanijado como est¨¢ por la amenaza de las armas. ?Que censuran y proh¨ªben el diario La Prensa? Pues s¨ª, come, comprender¨¢n me parece intr¨ªnsecamente fatal. Pero me parece a¨²n peor que no se juzgue este hecho con la misma comprensi¨®n con que las boyantes democracias perdonan los pecadillos del colega. Con ese entendimiento con que Reagan tolera al pir¨®mano Pinochet, sin ir m¨¢s lejos. Nicaragua lleva a?os librando una guerra fantasmal. En sus m¨²ltiples frentes de batalla se entierran los magros presupuestos que deber¨ªan servir para reconstruir la sociedad y el eterno combate descoyunta las posibilidades de una evoluci¨®n democr¨¢tica. Los aires b¨¦licos nunca han sido buenos para las libertades: durante las dos guerras mundiales, pa¨ªses tan antigua y esplendorosamente l¨ªberales como el Reino Unido censuraron peri¨®dicos y persiguieron empecinadamente a los disidentes sin que por ello nadie diera ¨®rdenes a la CIA de destronar a la reina madre. Y sin embargo, ahora se pretende que los nicarag¨¹enses sean un ejemplo de entereza democr¨¢tica, sumidos como est¨¢n en plena contienda, con un pasado de pura dictadura a sus espaldas y agarrados a sus cuatro pl¨¢tanos y a su hambre.Nicaragua es un pa¨ªs inerme y desgraciado, y Estados Unidos est¨¢ jugando con ¨¦l el negro juego de la muerte anunciada. Lo que m¨¢s me desespera es que no s¨¦ c¨®mo se puede detener este evidente paisicidio. As¨ª estamos todos, impotentes o incluso impasibles, esperando a que caiga el ¨²ltimo grano de un reloj de arena poderoso y fat¨ªdico.
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