Deprisa, deprisa
Las ¨¢reas de descanso comienzan a vencer la desconfianza de los marroqu¨ªes en tr¨¢nsito
Miles de familias marroqu¨ªes atraviesan todos los veranos el territorio espa?ol, de Norte a Sur, a bordo de flamantes veh¨ªculos que dan una idea distorsionada de su condici¨®n. Tienen mucha prisa y mucho miedo a que les roben el esfuerzo de todo un a?o de trabajo. Son los emigrantes del pa¨ªs vecino. Su ansiedad por salvar los m¨¢s de 1.500 kil¨®metros por t¨¦rmino medio que deben recorrer hasta Marruecos les ha dado la mala fama de ser un peligro para los restantes conductores. Por ello, la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico ha instalado ¨¢reas de descanso gratuitas en las carreteras. S¨®lo entre el 27 de junio y el 9 de julio han parado en el ¨¢rea de descanso de La Cabrera (Madrid) 540 veh¨ªculos, 458 de ellos ocupados por marroqu¨ªes.
Son las cinco de la tarde del jueves 10 de julio. Dos familias marroqu¨ªes est¨¢n sentadas en el suelo de gravilla del ¨¢rea de descanso de La Cabrera, a unos 60 kil¨®metros al norte de Madrid, por la carretera de Burgos. Est¨¢n comiendo, pero desde?an las mesas vac¨ªas, amparadas por toldos del fuerte sol, situadas a escasos metros de ellos. A su lado, dos Peugeot de matr¨ªcula francesa, cargados hasta los topes.No hablan con nadie. Poco antes, como la gran mayor¨ªa de sus compatriotas, han cargado de agua fresca varias garrafas grandes, para asegurarse de que no tendr¨¢n que hacer paradas superfluas y han solicitado informaci¨®n de las pr¨®ximas gasolineras y de la mejor ruta para atravesar Madrid. Cuando terminen de comer y descansen un rato seguir¨¢n su viaje. No se sentir¨¢n tranquilos hasta que lleguen a C¨®rdoba, primer lugar donde podr¨¢n asegurarse los pasajes del barco, o a Algeciras.
Convocados por el jefe provincial de Tr¨¢fico, Manuel Cardona, y el delegado del Gobierno en Madrid, Jose Mar¨ªa Rodr¨ªguez Colorado, un grupo de periodistas ha acudido a visitar las instalaciones. El ¨¢rea de descanso consta de una oficina de informaci¨®n, servicios con duchas, una peque?a barbacoa, mesas y un lugar de estacionamiento de veh¨ªculos protegido con un toldo met¨¢lico.
Fuerzas de la Guardia Civil protegen la entrada y salida del lugar. En la oficina se les facilita informaci¨®n sobre las carreteras, cambio de moneda y precio del barco para cruzar el Estrecho, e incluso una relaci¨®n de talleres cercanos donde pueden acudir en caso de aver¨ªa o necesidad de revisi¨®n del veh¨ªculo.
Por los altavoces suena m¨²sica marroqu¨ª, ¨²nica aportaci¨®n de la Embajada de Marruecos que, a diferencia de la de Portugal, no ha enviado en estos dos a?os ning¨²n int¨¦rprete ni ninguna ayuda para sus s¨²bditos.
La presencia de los periodistas, y en particular la de los fot¨®grafos, es acogida con movimientos de recelo. Autom¨¢ticamente, las mujeres se tapan la cara con las cajas de cart¨®n donde llevaban la comida, y los hombres se ponen de pie. Uno de ellos avisa seriamente a los funcionarios del ¨¢rea de que no quieren fotos. El incidente surge en cuanto una fot¨®grafa intenta cumplir su trabajo. Uno de los hombres le propina un fuerte empuj¨®n y le golpea la c¨¢mara con la mano.
Los compa?eros de la agredida y los inmigrantes se enzarzan en una fuerte discusi¨®n, salpicada de empujones y manotazos, y s¨®lo gracias a la presencia de la Guardia Civil la cosa no pasa a mayores. Tras unos minutos de protestas airadas, las familias montan en sus veh¨ªculos apresuradamente y se marchan.
Grandes recelos
Los funcionarios del ¨¢rea de descanso, inaugurada el a?o anterior, ya conocen su impermeabilidad a la conversaci¨®n. Incluso las preguntas que se les hacen al llegar al ¨¢rea, datos que servir¨¢n de base para las estad¨ªsticas, son respondidas con muchos recelos. Tampoco serian de la publicidad institucional. S¨®lo de las impresiones recogidas y transmitidas por ellos mismos.Seg¨²n las estad¨ªsticas de Tr¨¢fico, durante el verano de 1985 fueron pocos los automovilistas que utilizaron el ¨¢rea, unos 4.500 desde junio a septiembre. De ellos, s¨®lo un 18% manifest¨® haber descansado antes en Ir¨²n. Un 70% no hab¨ªa hecho ninguna parada en Espa?a antes de llegar a La Cabrera.
De esos 4.500 veh¨ªculos controlados, aproximadamente la mitad proced¨ªa de Francia, un 35% de B¨¦lgica y Holanda, y el resto de Alemania Occidental e Inglaterra, fundamentalmente.
En todos los casos m¨¢s de 1.000 kil¨®metros, muy a menudo casi los 2.000 kil¨®metros, que recorren como mucho en dos d¨ªas, en condiciones de hacinamiento deplorables, marcadas por la necesidad que tienen de ahorrar todo el dinero posible.
El jueves, entre las 13.45 y las 16.30, 16 veh¨ªculos han parado en el ¨¢rea, 15 de ellos ocupados por familias marroqu¨ªes. Uno de los veh¨ªculos alberga a nueve personas, de las que dos saben conducir; otro lleva a ocho personas y otro a siete, ambos con un solo conductor. La media de ocupaci¨®n es de seis personas por veh¨ªculo.
Los lavabos no funcionan
Del total de 16,11 se hab¨ªan detienen s¨®lo para descansar, y cinco para descansar y comer algo. Pernoctar, en escas¨ªsimas ocasiones y lo hacen dentro de los coches o tumbados en la cuneta, protegiendo el veh¨ªculo. Lo habitual es que duerman junto a la carretera y se aseen en los lavabos de las gasolineras, aunque este segundo aspecto empieza a cambiar, entre otras cosas porque m¨¢s de un empleado de gasolinera pone el cartel de no funciona en los lavabos cuando ve llegar uno de sus veh¨ªculos."Es su ansiedad lo que les con vierte en peligros potenciales para la seguridad del tr¨¢fico", explica Manuel Cardona. "No hay que dejarse enga?ar por las apariencias Esos cochazos que llevan no son suyos. En un 90% son coches alquilados, potentes y amplios, y as¨ª pueden viajar m¨¢s personas y m¨¢s deprisa. Pero, generalmente, en sus lugares de trabajo no tienen veh¨ªculo propio, y apenas conducen en todo el a?o. Lo normal es que est¨¦n desentrenados, y aun as¨ª se atreven a coger un veh¨ªculo potente y cargado al m¨¢ximo".
Las autoridades de Tr¨¢fico francesas y espa?olas se han preocupado de marcar unos itinerarios jalonados cada trecho por ¨¢reas de descanso.
Las dos rutas que atraviesan Espa?a, una con entrada por Ir¨²n y la otra por La Jonquera, confluyen en Madrid y se convierten en una sola en su itinerario hacia el Sur. Se han instalado ¨¢reas de descanso en Briviesca (Burgos), La Cabrera (Madrid), Valdepe?as (Ciudad Real), C¨®rdoba y Las Cabezas (Sevilla).
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