Crisis de la Commonweath
TRAS LA decisi¨®n de la India, son ya 27 Estados los que han decidido boicotear los Juegos de la Commowealth que se abren en Edimburgo el pr¨®ximo jueves. Aunque el boicoteo de concursos deportivos por razones pol¨ªticas es en principio una practica nefasta, no parece dudoso que en este caso la decisi¨®n adoptada por esos Gobiernos refleja un sentimiento profundo. La no asistencia a las competiciones de Edimburgo expresa de una forma ostentosa la indignaci¨®n de numerosos miembros de la Commonwealth por la negativa intransigente de la primera ministra brit¨¢nica, Thatcher, a la aplicaci¨®n de sanciones econ¨®micas contra Pretoria como medio de obligar al Gobierno surafricano a modificar su pol¨ªtica represiva contra la poblaci¨®n negra.Por otra parte, este boicoteo deportivo es el pre¨¢mbulo de una verdadera crisis pol¨ªtica de la Commonwealth, que puede materializarse el pr¨®ximo 3 de agosto, cuando se re¨²na en Londres una mini-cumbre de siete Estados africanos, entre ellos Zambia y Zimbabue. Recordemos que en octubre pasado, en su asamblea plenaria de Nassau, la Commonwealth -ante id¨¦ntica negativa de Margaret Thatcher- decidi¨® enviar a ?frica del Sur a un "grupo de personas eminentes" para propiciar la apertura del di¨¢logo entre el Gobierno y la mayor¨ªa negra. Se design¨® entonces a siete Estados para que, a la luz de los resultados logrados por el "grupo de personas eminentes", decidieran en una reuni¨®n especial la adopci¨®n de medidas de presi¨®n. Las "personas eminentes" han llegado a la conclusi¨®n de que la ¨²nica forma de obligar a Pretoria a modificar su pol¨ªtica de brutal represi¨®n son las sanciones. Sin embargo, Margaret Thatcher sigue reiterando su negativa absoluta a aplicarlas. As¨ª est¨¢n hoy las cosas, y esta situaci¨®n puede provocar no ya el boicoteo de los Juegos, sino una amenaza de descomposici¨®n de la Commonwealth. Varios pa¨ªses africanos han evocado ya su posible retirada y otros han hablado de la eventualidad de "excluir" al Reino Unido. Todo indica que el pr¨®ximo 3 de agosto el aislamiento de Margaret Thatcher ser¨¢ total, porque incluso los pa¨ªses m¨¢s "brit¨¢nicos" de la Commonwealth, como Australia y Canad¨¢, son favorables a la aplicaci¨®n de sanciones.
Las repercusiones en la pol¨ªtica londinense est¨¢n alcanzando unas proporciones desconocidas desde hace mucho tiempo. El "ministro en la sombra" laborista, Denis Healey, se ha referido en los Comunes al peligro de que la actitud de la primera ministra signifique un torpedeamiento de la Commonwealth y pueda provocar una crisis constitucional que pondr¨ªa en causa a la corona. Desde hace cierto tiempo se filtran noticias del disgusto de la reina ante la intransigencia de Margaret Thatcher. Era obligatorio que el portavoz oficial del palacio de Buckingham desmintiese tales noticias, pero ese ment¨ªs no elimina el problema de fondo. La Commonwealth, que en 1946 abandon¨® el adjetivo de "brit¨¢nica" para adaptarse a las nuevas circunstancias hist¨®ricas, es una creaci¨®n hist¨®rica sumamente original. Sin duda su ra¨ªz est¨¢ en el imperio brit¨¢nico, pero se ha transformado en una asociaci¨®n de Estados soberanos, con estructuras y pol¨ªticas muy diversas que cooperan entre s¨ª en algunas cuestiones sobre bases totalmente pragm¨¢ticas. El lazo formal es que reconocen a la reina de Inglaterra como "cabeza" de la Commonwealth. En su historia ha pasado por varias crisis, incluso con amenazas a su supervivencia, pero cumple un papel internacional en ciertos sentidos importante. Por a?adidura, su valor afectivo y simb¨®lico para los brit¨¢nicos es considerable.
La actual intransigencia de Margaret Thatcher puede tener consecuencias graves con vistas al futuro. El di¨¢logo entre blancos y negros es la condici¨®n decisiva para la paz en Sur¨¢frica, pero cualquier soluci¨®n exigir¨¢ con toda probabilidad una contribuci¨®n internacional. Y varias experiencias anteriores aconsejan valorar los servicios que en tal coyuntura puede ofrecer la Commonwealth. Un rasgo del "genio pol¨ªtico" de los ingleses ha sido una capacidad peculiar de asumir, moder¨¢ndolas y gradu¨¢ndolas, las novedades de la historia. Hoy el no persistente de la dama de hierro rompe esa tradici¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.