Gato por liebre
Cinco a?os y un abismo separan a Atlantic City de Alamo Bay., En una y otra, el franc¨¦s afincado en Estados Unidos Louis Malle hizo juegos parecidos: en la primera un thriller ir¨®nico, y en la segunda un western crispado. Y en ambas una b¨²squeda de cine de hoy en modelos y estilos de cine de ayer.La similitud de los juegos se acaba en lo dicho y su diferencia es la que hay entre el acierto y el desacierto. La b¨²squeda de viejos modelos fertiliz¨® a Atlantic City y esteriliz¨® a Alamo Bay. En aquella hab¨ªa inspiraci¨®n; en ¨¦sta, mimetismo bien encubierto.
Se trata de un filme hecho con cine aprendido de memoria. Pese a que Malle cuida mucho la originalidad de sus trabajos, esta vez nos remite continuamente a pel¨ªculas ya vistas. La listeza del cineasta consiste en que logra camuflar con sagacidad los or¨ªgenes ajenos y diluirlos en una ladina puesta al d¨ªa epid¨¦rmica de las reglas de los cl¨¢sicos. En la pel¨ªcula suenan insistentemente ecos del cine de Howard. Hawks y de otros maestros hist¨®ricos, sin que sea posible - ah¨ª est¨¢ la listeza de Malle- orientar estos ecos hacia un filme concreto. El mimetismo se ampara aqu¨ª en el refugio de la abstracci¨®n y la indeterminaci¨®n.
Alamo Bay
Director y productor: Louis Malle. Gui¨®n: Alice Arlen. Fotograf¨ªa: Curtis Clark. M¨²sica: Ray Cooder.Producci¨®n norteamericana, 1985. Int¨¦rpretes: Arny Madigan, Ed Harris, Ho Nguyen, Donald Moffat, Truyen V. Tran, Rudy Young. Estreno en Madrid: cine Alphaville.
El relato est¨¢ h¨¢bilmente trenzado, pero padece de un defecto grave, que atenta contra la solidez del filme: las zonas documentales y las de fabulaci¨®n no acaban de estar bien engarzadas. Se suceden hilvanadas por hilos argumentales de primera evidencia, pero no de segunda mirada, y por ello su sucesi¨®n no es org¨¢nica, no hace referencia a una unidad de tiempo, sino a tiempos a?adidos, lo que desune a las partes del todo y en rigor hace a ¨¦ste inexistente.
El filme es a veces brillante, pero siempre superficial. La interesante historia que cuenta se ahoga en una sensaci¨®n de naturalidad ama?ada y en la indefinici¨®n de l¨ªmites entre la ligereza del montaje y el fardo de los modelos inspiradores, entre los que hay, adem¨¢s de Hawks, los susurros al fino o¨ªdo cinefil¨ªco de Malle de incontables westerns, en los que Alamo Bay entra a saco con cuidadoso sigilo, lo que le permite darnos gato por liebre en dosis masivas.
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