Virtuosismo y modernidad
Todav¨ªa en mis a?os de estudiante resultaba dif¨ªcil escuchar la Sonata en simenor o Despu¨¦s de una lectura de Dante pues Liszt aparec¨ªa en los pirogramas como el autor de las rapsodias segunda, sexta y duod¨¦cima, el gran inspirado de Sue?o de amor (" ?Si parece Chopin!", dec¨ªan arrobadas las se?oras de la Cultural!") o el genial rnalabarista del piano en la transcripci¨®n de La Campanella, de Paganini. De tarde en tarde, los San Franciscos (de As¨ªs, de Paula) avisaban que tras el gran virtuoso que culinina el piano rom¨¢ntico hab¨ªa otra cosa o, si se quiere, m¨¢s cosas.En la orquesta, Franz Liszt era el creador de los Preludios, del Concierto en mi bemol y poco m¨¢s. Asombra constatar que entre 1913 y 1917 Arb¨®s se lanz¨® a estrenar el oratorio Santa Isabel o las sinfon¨ªas poem¨¢ticas sobre Fausto y Dante. A, pesar de todo, la consideraci¨®n del. compositor h¨²ngaro por parte de nuestro p¨²blico se hab¨ªa elevado notablemente, ya que para nuestros bisabuelos y abuelos la gracia de Liszt estaba en sus transcripciones y par¨¢frasis de ¨®peras: Mozart, Auber, Bellini, Donizzetti, Gouriod, Hal¨¦vy, Meyerber, Rossini, Verdi, Wagner.
En su triunfal viaje, por Espa?a y Portugal, Liszt no toc¨® apenas m¨²sica original, en perfecta concordancia con lo que hasta entonces representaba: el m¨¢s alto virtuosismo plan¨ªstico que hab¨ªan conocido los siglos. "El poder de Liszt, sobre el piano es tal", escribe, en Barcelona, Pablo Piferrer el 14 de abril de 1845, "que cerrando por un momento los ojos, recogi¨¦ndose y dando libre vuelo a la imaginaci¨®n, par¨¦cele a ¨¦sta asistir a una lucha entre dos seres fuertes igualmente, por su poder el uno, por su resistencia el otro".
Progresivamente, la inmensa, compleja y trascendental herencia dejada por Liszt, se abre paso a una m¨¢s exacta valoraci¨®n. El Liszt, preferido ayer cede su puesto al m¨¢s estimado hoy. Fue necesario el paso del tiempo y con ¨¦l la d¨ªstanciaci¨®n del arquetipo rom¨¢ntico, que Liszt asumi¨® en grado sumo. En el romanticismo, apunta Ortega, "todo el mundo se siente presa de una pasi¨®n, generalmente dolorida y fatal. Byron y Chateaubriand hab¨ªan creado los gestos de la ¨¦poca: aqu¨¦l, de org¨ªa desesperada; ¨¦ste, de desventura irrernediable". Habr¨ªa que adjuntar a Liszt, con su radical vocaci¨®n de mito capaz de hacer suyas las palabras de Chateaubriand -"`Quiero ser Chateaubriand o nada"- y convertirlas en un: "Quiero ser Franz Liszt o nada'.
Por mucho que el personaje tallara su personalidad cual escultor de s¨ª mismo, los p¨²blicos llegaron a una estimaci¨®n m¨¢s cr¨ªtica y perdurable; entendieron los m¨¢s hondos mensajes de las Armon¨ªas po¨¦ticas y religiosas, las premoniciones wagnerianas de la sonata y la Lectura del Dante, el preimpresionismo de unas sonoridades que inauguran un nuevo uso del pedal y hasta el anuncio stravinskiano del Credo en la Misa de la coronaci¨®n h¨²ngara.
Se recuperan muchos poemas olvidados de Liszt, en los que, como se?al¨® Pau Casals, no hac¨ªa m¨²sica de programa sino que part¨ªa de una idea program¨¢tica para extraer de ella una cierta fuerza musical. Y ensay¨® una imaginaci¨®n pl¨¢stica de la orquesta en la que la coloraci¨®n t¨ªmbrica funcionaba como elemento estructural de una forma renovadora tan fuerte en s u ritmo interno como drarn¨¢tica en su curso narrativo.
El af¨¢n unificador de las artes, que tanto inquietaba a Wagner, se hace presente en Liszt. "Todos descendemos radicalmente de ¨¦l", escribe Busoni en 1916, "sin exceptuar a Wagner, y le debemos hasta las m¨¢s peque?as cosas que podemos hacer: Cesar Franck, Richard Strauss, Debussy, los pen¨²ltimos rusos, son ramas de su ¨¢rbol. Ning¨²n reci¨¦n llegado ha tenido ¨¦xito con una Sinfon¨ªa Fausto, una Sanla Isabel y un Christus. Los Juegos de agua permanecen como el irnodelo para todas las fuentes musicales que han fluido desde entonces".
Es el Liszt, de la Misa coral, el V¨ªa crucis, los intensos lieder, los motetes, la Misa de Gran, las piezas para ¨®rgano, el que ha otorgado las m¨¢s amplias diinensiones al otro Liszt que hoy emaltece lo virtuos¨ªstico hasta hacer de ¨¦l belleza inalienable, "m¨²sica con exclusi¨®n de cualquier otiro sentiiniento", en palabras de Debussy.
Ejemplo de m¨²sica culta, en la de Liszt, se advierte al hombre familiarizado con Dante, Goethe, Tasso, Homero, Plat¨®n, Locke, Shakespeare, Petrarea, San Francisco y Senancourt. Toda gran creaci¨®n art¨ªstica resurne, simboliza. As¨ª la de Liszt, que muri¨® con este nombre clave en los labios: "Trist¨¢n".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.