Un volc¨¢n
Czerny, disc¨ªpulo de Beethoven, le ense?¨® piano; Salieri, m¨²sico de la corte de Viena, armon¨ªa. En Par¨ªs conoci¨® a Berlioz, a Chopin. Con la condesa de D'Agoult tuvo tres hijas. Una de ella, Cosima, se cas¨® con Wagner. Deambul¨® por toda Europa. En Kiev conoci¨® a la princesa Wittgenstein, con la que vivi¨® uno de sus incontables amor¨ªos. Recibl¨® ¨®rdenes menores y se instal¨® por alg¨²n tiempo en el Vaticano. Pero de nuevo salt¨® a los caminos tras las huellas de la vida errante. Cuando muri¨® en Bayreuth su rostro era por fin de descanso. Su vida fue, como su, ¨¦poca, un volc¨¢n soterrado, que de vez en cuando estallaba bajo sus manos, en el teclado de un piano.
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