Privatizaci¨®n y 'cohabitaci¨®n'
"Si la ley votada est¨¢ en contra de mi sentir, lo lamentar¨¦, pero ser¨¢ la ley". Fran?ois Mitterrand, como se dice, ha puesto las cartas boca arriba. La ley sobre la privatizaci¨®n, una vez votada, le afectar¨¢ como a cada ciudadano.( ... ) Los diputados hostiles a la desnacionalizaci¨®n no han podido conseguir un n¨²mero suficiente frente a los que s¨ª lo son. El Senado franc¨¦s decidir¨¢ a su vez en el mismo sentido. El Poder Legislativo se habr¨¢ opuesto a la convicci¨®n presidencial. Lo que haya decidido deber¨¢ ser promulgado. A menos que, debidamente recogido, el Consejo Constitucional no haga oposici¨®n por disconformidad con la Consti-luci¨®n. La toma de posesi¨®n es posible, pero poco probable el veto de los nueve sabios.
En este caso la cohabitaci¨®n saldr¨¢ de su primera prueba seria. ?En qu¨¦ estado? Lo que: ha sucedido a prop¨®sito de la privatizaci¨®n es en todo caso ejemplar. Nadie puede reprochar a Franlois Mitterrand su hostilidad de fondo. Su visi¨®n de la sociedad francesa implicaba la organizaci¨®n de un vasto sector p¨²blico. De ello esperaba, a la vez, la eliminaci¨®n de los poderes monetarios, una eficacia mayor y una especie de inmenso relicario protegido por la construcci¨®n de nuevas relaciones sociales.( ... ) Despu¨¦s de haber elegido para el El¨ªseo a un socialista nacionalizador, los volubles franceses han elegido una mayor¨ªa de diputados favorables a la desnacionalizaci¨®n y, en parte, elegidos por ello.
El riesgo entonces pod¨ªa conducir a un estallido del poder, con la oposici¨®n de una legitimidad presidencial ante una legitimidad parlamentaria. Y este riesgo se situaba, las cosas como son, ante un debate de alcance nacional. La privatizaci¨®n ha abierto este debate. El Jefe del Estado pod¨ªa intentar no dejarlo llegar. Sea proclamando la disoluci¨®n de la Asamblea, previamente elegida; pero habr¨ªa dado la impresi¨®n de despreciar la voluntad popular. Sea volviendo a poner en juego su mandato -pero hubiera jugado a doble o nada, sin estar seguro de volver a encontrar una mayor¨ªa parlamentaria en su mano.
Nada de todo esto ha ocurrido. Ha sido necesario pues practicar una coexistencia en el poder entre dos fuerzas diferentes en su fondo y en sus convicciones. Apuesta arriesgada, pero apuesta sostenible en resumidas cuentas. El caso de la privatizaci¨®n lo demuestra. Frangois Mitterrand con un consumado arte del rechazo calculado, ha esgrimido que aceptar¨ªa un texto adoptado por la representaci¨®n nacional, pero no uno elaborado por el Gobierno.
Xavier Marchetti., 30 de julio
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.