La reventa

El pasado d¨ªa 29 encamin¨¦ mis pasos hacia La Corrala para asistir a la representaci¨®n de Agua, azucarillos y aguardiente, y personado en taquilla, a la empleada all¨ª presente s¨®lo le falt¨® pegarme para decirme que "no hab¨ªa localidades". ?Es que yo tengo la culpa? Le ped¨ª para el d¨ªa siguiente y casi entr¨® en trance epil¨¦ptico para decirme m¨¢s o menos: "Para ma?ana tampoco, porque ya tenemos hecho el corte". Pero aqu¨ª llega la sorpresa: no hay localidades en taquilla a 700 pesetas, pero mire usted, se?or director, a 2.000 pesetas las que usted quiera en unos reventas, que para m¨¢s sarcasmo estaban codo a codo con tres agentes de la autoridad municipal. Me refiero a las l¨®gicas de venta, pero tambi¨¦n las de compra, concretamente la de un se?or que puesto en cola hab¨ªa obtenido una sin derecho a asiento. Es menester... que Barranco controle, y su concejal de Cultura pierda media hora impartiendo normas de urbanidad a la amanuense de contadur¨ªa. Es menester... que se advierta a la susodicha que los reventas, cuales leones rugientes, merodean en ventanilla y que puede caer en alg¨²n pecadillo que puede llegar al pecadazo. En fin, que o tempora o mores. ?O es que la actividad de los reventas pertenece a la llamada econom¨ªa sumergida?- Juan Mart¨ªnez Carrillo.