Stefano Casiraghi,
esposo de la princesa Carolina de M¨®naco podr¨ªa trocar en amargura su felicidad por el nacimiento de la peque?a Carlota, segundo de los, hijos del matrimonio, si, como consecuencia de su demostrada capacidad procreadora, la Magistratura Militar italiana le obligase a hacer la mili en su pa¨ªs de origen. Casiraghi, que aleg¨® "impotencia" para quedar exento del servicio, es, desde el nacimiento de su primer hijo, objeto de una investigaci¨®n basada en la hip¨®tesis de un presunto fraude en las certificaciones m¨¦dicas presentadas por el joven mozo.
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