Una primera dama 'mona' y 'gringa'
Una norteamericana nacionalizada colombiana, Carolina Isakson, es desde el jueves la primera dama de Colombia, cuya presidencia asumi¨® Virgilio Barco.Alta, delgada y rubia, de ojos azules, la esposa de Barco se ha convertido desde que comenz¨® la campa?a electoral en familiar para los colombianos. Pese a ser mona -t¨¦rmino con el que los colombianos designan a las mujeres rubias- y gringa por nacimiento, Carolina Isakson dista mucho de ser una versi¨®n local de Nancy Reagan, seg¨²n quienes la conocen bien.
La primera dama colombiana es nieta de unos suecos emigrados a Estados Unidos. Procede de la localidad de York, en Pensilvania, y su formaci¨®n es bicultural, ya que desde su infancia vivi¨® al sur del r¨ªo Grande. Primero en M¨¦xico, luego en Argentina y finalmente en Colombia, siguiendo los pasos de su padre, ingeniero petrolero, Carolina Isakson aprendi¨® espa?ol e interioriz¨® las caracter¨ªsticas culturales de Latinoam¨¦rica.
Su impecable espa?ol est¨¢ cuajado de colombianismos. Sus gustos literarios est¨¢n divididos por igual entre Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y William Faulkner y, si es preciso, se afirma que puede bailar m¨¢s que adecuadamente una cumbia caribe?a o un bambuco andino. Su educaci¨®n primaria y secundaria se realiz¨® en Colombia y la superior en la universidad de Stanford, en California, donde se gradu¨® en literatura espa?ola y latinoamericana.
Carolina Isakson contrajo matrimonio con Virgilio Barco en 1950, en la ciudad colombiana de Cucuta, cercana a la frontera con Venezuela, donde la familia del hoy presidente ten¨ªa intereses petroleros y era amiga de los lsakson. Carolina acompa?¨® a su esposo durante sus estudios de posgrado en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Boston, y en los a?os posteriores, en que el matrimonio y los cuatro hijos que tuvieron vivieron en Estados Unidos.
A?os m¨¢s tarde Carolina Isakson regres¨® a su pa¨ªs de origen, cuando su esposo, despu¨¦s de una estancia en Londres, fue nombrado embajador de Colombia. en Washington. Esta experiencia diplom¨¢tica en la corte de San Jaime y en la capital norteamericana -las dos ciudades socialmente m¨¢s exigentes del mundo- ha sido, seguramente, una buena escuela para las obligaciones que implica ser la esposa del presidente.
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