Con la complicidad de todos
?sta es una comedia que, bajo la levedad de una estructura argumental muy simple, asegura unos puntos de tensi¨®n dram¨¢tica y esconde una gran capacidad para la cr¨®nica de costumbres.Su objetivo es mostrar c¨®mo se desenvuelven tres hombres solteros acostumbrados a un tipo de vida muy c¨®modo cuando, de pronto, se ven en el compromiso de tener que cuidar de un beb¨¦ de muy pocos meses que alguien ha dejado a la puerta de su casa. Los hombres jugando a mam¨¢s, descubriendo los problemas alimenticios de un reci¨¦n nacido, los distintos tama?os de los pa?ales, los trucos para adormecer a una criatura que llora, pero tambi¨¦n el encanto de la primera sonrisa de un ser que depende exclusivamente de ellos, de un abrazo o una mirada que sustituyen con ventaja palabras a¨²n impronunciables, son los h¨¦roes de la funci¨®n. Y el espectador, masculino o femenino se identifica con los personajes, se reconoce o les reconoce, tal y como prueban unas risas de complicidad que a menudo se anticipan al gag, en una demos traci¨®n de comuni¨®n total.
Tres solteros y un biber¨®n
Director: Coline Serreau.Int¨¦rpretes: Andr¨¦ Dussollier, Roland Giraud, Michel Boujenah, Nifipine Leroy-Beaulieu, Dominique Lavanant Estreno en Madrid en cines Capitol, Minicines, La Vaguada.
Tres solteros y un biber¨®n es una pel¨ªcula cuidada, que cuenta con tres actores excelentes para encarnar a esas mam¨¢s a la fuerza, y con algunas colaboraciones destacadas, corno la de Dominique Lavanant como madame Rapon. Est¨¢ rodada con talento, en un estilo un poco relamido, muy en consonancia con el decorado del apartamento en que ,viven los protagonistas o con las tonalidades c¨¢lidas de una fotograf¨ªa que recuerda las revistas de moda. La pel¨ªcula no enga?a, quiere resultar simp¨¢tica y lo es, carece de pretensiones y nos ahorra cualquier reflexi¨®n excesiva o forzada sobre las fronteras de la femineidad -o masculinidad. Incluso el final, cuando la comedia da un giro y se olvida un poco de su cr¨®nica de las peripecias cotidianas para intentar resolver el peque?o barullo argumental y elevar el tono de sus sentimientos.
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