?Una variante vasca a la pol¨ªtica de empleo?
Ejemplo de optimismo es la forma como se ha presentado en Espa?a el ¨²ltimo informe anual de la OCDE, augurando un buen futuro a la econom¨ªa espa?ola. Sin embargo, el mismo d¨ªa que se presentaba en la Prensa este informe coyuntural, la encuesta de poblaci¨®n activa reflejaba un nuevo aumento del paro.La realidad, vi¨¦ndola desde este lado de la barricada, no es precisamente satisfactoria. Por ejemplo, el baj¨®n del petr¨®leo produce, entre otras consecuencias, un mayor empobrecimiento de los pa¨ªses del llamado Tercer Mundo. Mientras, los indicadores econ¨®micos no son fiables por el uso pol¨ªtico, sesgado, que se hace de ellos y por los cambios que se introducen en su elaboraci¨®n. Es el caso del IPC o la encuesta de paro registrado. Respecto del primero, las amas de casa saben que la cesta de la compra est¨¢ subiendo por encima de lo que se?ala el IPC. En cuanto al segundo, los datos de paro registrado se congelan o desaceleran, no como efecto de la creaci¨®n de empleo, sino porque se suprimen parados de las estad¨ªsticas. A estas alturas viene al pelo recordar esa costumbre no tan medieval de matar al mensajero para evitar las malas noticias. En este caso, para dar buenas informaciones de la situaci¨®n econ¨®mica se hace un uso unilateral de los datos.
La lectura del informe de la OCDE o las valoraciones de la Trilateral, recientemente reunida en Madrid, demuestran su afinidad con la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno socialista, participan de esa imagen optimista, pero no pueden ocultar que carest¨ªa y paro son problemas aplazados. Habr¨ªa que a?adir que irresolubles en el contexto de la pol¨ªtica econ¨®mica dise?ada y practicada. Mientras no se ataquen las causas de la crisis no hay margen para el optimismo desde el prisma de las clases populares.
La hegemon¨ªa de EE UU
La cumbre de Tokio ha significado un reagrupamiento del mundo capitalista m¨¢s desarrollado en torno a Reagan (incluida la Trilateral, que en su d¨ªa apost¨® por Carter). La hegemon¨ªa norteamericana no s¨®lo se ha manifestado en el terreno pol¨ªtico con la condena expl¨ªcita a Libia removiendo las reservas de los dirigentes europeos, sino especialmente en el econ¨®mico. Los jefes de Gobierno y ministros de finanzas reunidos en Tokio han decidido la reforma del sistema monetario internacional. Eso se hace en un momento en que Estados Unidos es consciente de su enorme d¨¦ficit comercial, tras casi seis a?os de mantener una pol¨ªtica de altos tipos de inter¨¦s para captar el ahorro externo que ha permitido financiar la reestructuraci¨®n tecnol¨®gica e industrial en la costa californiana, aunque haya producido como consecuencia una sobrevaloraci¨®n del d¨®lar.
Los recursos drenados del resto de pa¨ªses del mundo est¨¢n sirviendo tambi¨¦n para impulsar la carrera armamentista. Este rearme est¨¢ muy ligado al proyecto de nuevas tecnolog¨ªas integradas en el complejo militar industrial (microelectr¨®nica, aeroespacial, qu¨ªmica desarrollada, etc¨¦tera). Todo el sentido de la modernizaci¨®n es una apuesta por la militarizaci¨®n de la econom¨ªa. Conseguida la supremac¨ªa tecnol¨®gica y militar, Estados Unidos tiene que devolver al d¨®lar su valor real para que los exportadores norteamericanos puedan competir en el mercado internacional.
Al mismo tiempo, el Fondo Monetario Internacional ha impuesto unas pol¨ªticas de ajuste muy estrictas a los pa¨ªses con d¨¦ficit en su balanza de pagos, menos a los propios Estados Unidos, lo que ha supuesto un empobrecimiento impresionante del llamado Tercer Mundo, agrav¨¢ndose los desequilibrios Norte-Sur.
La pol¨ªtica de ajuste que se hace a costa de trasvasar los salarios a las rentas de capital y el capital p¨²blico al privado, con el consiguiente deterioro del papel social del Estado, tambi¨¦n afecta a los trabajadores de los propios pa¨ªses capital¨ªstas.
Es la pol¨ªtica que viene aplicando el Gobierno del PSOE y la que promete seguir profundizando tras ganar las ¨²ltimas elecciones generales el pasado 22 de junio.
Los efectos son conocidos por todos: crecimiento impresionante del paro, desmantelamiento industrial, disgregaci¨®n social; incluso en zonas industriales como Euskadi empiezan a aparecer bolsas de pobreza.
M¨¢s de un diagn¨®stico
El teatro pol¨ªtico vasco ha vivido recientemente una escena muy representativa de este panorama descrito. Me refiero al informe de Jon Azua sobre el paro en Euskadi. Los datos que suministra al Parlamento el consejero de Trabajo del Gobierno vasco son demoledores. Sin embargo, en los mismos d¨ªas el vicelendakari Garc¨ªa Egotxeaga plantea cifras de crecimiento neto de empleo y de empresas; en su opini¨®n, hay una reactivaci¨®n de la econom¨ªa vasca. Es el contrapunto.
Los datos del Gobierno vasco sit¨²an en 250.000 el n¨²mero de parados en fechas pr¨®ximas. En otras palabras, si ahora uno de cada cuatro vascos carece de empleo, pronto s¨®lo tendr¨¢n trabajo dos de cada tres. En 10 a?os la soc¨ªedad vasca ha perdido 194.000 puestos de trabajo, de ellos 143.000 en la industria, y, lo que es peor, el consejero de Trabajo apunta que el paro seguir¨¢ aumentando en Euskadi.
Sobre el crecimiento del n¨²mero de parados por la destrucci¨®n de empleo industrial sin creaci¨®n de puestos de trabajo alternativos m¨¢s envejecimiento de la poblaci¨®n, m¨¢s la necesidad de nuevas reestructuraciones de la industria, PNV y el Partido Socialista de Euskadi-PSOE coinciden, hacen diagn¨®sticos similares.
Pero eso no quiere decir que s¨®lo exista un diagn¨®stico, como ellos afirman.
Existe otra alternativa que parte de la base de considerar el paro y el desmantelam¨ªento industrial como un efecto de una determinada pol¨ªtica econ¨®mica que favorece a las rentas del capital pero que es contraria a los intereses de los trabajadores y de los pueblos.
Las consecuencias de este diagn¨®stico alternativo son que para acabar con el paro hay que atajar las causas de la crisis, sustituir el actual modelo de desarrollo econ¨®mico, agotado, inservible, por otro de econom¨ªa mixta, privada y p¨²blica, sirvi¨¦ndose del sector p¨²blico para tirar de la econom¨ªa y utilizando el recurso de la planificaci¨®n democr¨¢tica, que tender¨ªa a reforzar la autonom¨ªa de las econom¨ªas locales, confiando m¨¢s en las propias fuerzas.
La v¨ªa que prevalece en la actualidad, incluso en algunos sindicatos y partidos de izquierda, es la de amortiguar los efectos de la crisis, la de repartir las cargas pero sin atacar las causas, en una deformaci¨®n de lo que fue la pol¨ªtica de solidaridad.
En Euskadi, el PSE-PSOE propone ensanchar el pacto de legislatura con un pacto social a la vasca.
Garc¨ªa Egotxeaga, descartando el "acuerdo tipo AES, sin contenido", aboga igualmente por "la concertaci¨®n entre organizaciones patronales y sindicales a trav¨¦s de: mecanismos institucionales existentes en el Pa¨ªs vasco, el Consejo Econ¨®mico y Social y el Consejo de Relaciones Laborales". A este, el Gobierno vasco le llama un compromiso vasco para el empleo.
Jon Azua avanz¨® algunas concreciones sobre el compromiso. En l¨ªnea con lo que afirmamos m¨¢s arriba, si para el Gobierno vasco el crecimiento del paro es inevitable, empe?ar¨¢n sus esfuerzos no en crear empleos, sino en dar cobertura a esos cientos de miles de parados.
Pues bien, s¨®lo uno de cada seis parados en Euskadi (cifras oficiales del Gobierno vasco) tiene subsid¨ªo; por tanto, aumentar la cobertura hasta promedios europeos supone un fuerte desembolso econ¨®mico. Para resolver este problema proponen aumentar el tipo medio de? IVA, es decir, los impuestos indirectos, con lo cual ser¨ªan las clases populares las que volver¨ªan a pagar los efectos de la crisis del sistema.
No hay, pues, variante vasca a la pol¨ªtica econ¨®mica que realiza el Gobierno central y que impone y defiende la gran patronal. Estamos en las mismas. Es m¨¢s, seg¨²n las fuentes capitalistas m¨¢s autorizadas, durante un largo per¨ªodo de tiempo la industria no va a crear empleo aunque se produjera la deseada reactivaci¨®n; el propio Gobierno de Lakua maneja estos datos: en el 85, el incremento del producto vasco bruto ha aumentado en dos puntos mientras el empleo baj¨® en 0,5 puntos.
S¨®lo existe una posibilidad de crear empleo y reducir el paro. Una de ellas es reestructurar y reconvertir las empresas al mismo tiempo que se crean nuevas industrias, es decir, reindustrializar. Pero ese crecimiento industrial debe ir acompa?ado de la mejora y desarrollo de los servicios sociales (escuelas, centros de salud, medios de transporte, etc¨¦tera), de una nueva distribuci¨®n del empleo y del tiempo libre, de una reducci¨®n articulada y progresiva del tiempo de trabajo.
Se plantea no s¨®lo la cantidad de crecimiento (si va a ser tres, cuatro o cinco puntos el crecimiento del PIB, por ejemplo), sino la calidad, la direcci¨®n de ese desarrollo. Es necesario entrelazar crecimiento industrial, nuevas tecnolog¨ªas, reducci¨®n del tiempo de trabajo, promoci¨®n cultural y reciclaje con la creaci¨®n de empleo en una pol¨ªtica de planificaci¨®n que dirija el desarrollo econ¨®mico en la direcci¨®n que m¨¢s interese al pa¨ªs.
Con la planificaci¨®n dernocr¨¢tica de la econom¨ªa se evitar¨ªa el despilfarro de recursos y su utilizaci¨®n fraudulenta, se podr¨ªan abordar todos los sectores que necesitan una transformaci¨®n productiva y no s¨®lo los que benefician al capital privado, se utilizar¨ªan criterios de rentabilidad social y de generaci¨®n de empleo.
?ste deber¨ªa ser, a nuestro juicio, un aut¨¦ntico compromiso para el Gobierno de la comunidad aut¨®noma vasca, y m¨¢s all¨¢, para el Gobierno central.
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