Muchos viajes y pocas nueces
La espectacular actividad diplom¨¢tica de este verano no parece haber adelantado el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo
El primer ministro de Israel, el laborista Sim¨®n Peres, se acerc¨® el pasado martes a la localidad ¨¢rabe de Sakhnin, 120 kil¨®metros al noreste de Tel Aviv. Sakhnin le agradeci¨® la devoluci¨®n de unos olivares que durante d¨¦cadas han sido usados como campo de entrenamiento militar. A?os atr¨¢s los soldados mataron a tres de los vecinos que reclamaban sus tierras.Peres habl¨® al vecindario. Le dijo que Israel desea hablar con los palestinos de Cisjordania y Gaza, los territorios que ocupa militarmente desde 1967. Peres llam¨® a esas regiones Judea, Samaria y Gaza.
Los ¨¢rabes de Sakhnin son israel¨ªes desde la creaci¨®n de ese Estado, en 1948, pero aun as¨ª Peres no estaba seguro del terreno que pisaba. Sin embargo, fiel al esp¨ªritu pionero del pol¨ªtico israel¨ª, habl¨® a la gente y esper¨® su respuesta.
La OLP es la soluci¨®n, le solt¨® un vecino cara a cara.
Peres encaj¨® y replic¨®: "La OLP no es nada. Miren c¨®mo est¨¢ dividida. A los palestinos s¨®lo les ha tra¨ªdo problemas".
El primer ministro no dijo en la ciudad ¨¢rabe lo que en realidad piensan de la OLP ¨¦l y el conservador Isaac Shamir, destinado a sucederle en el cargo el pr¨®ximo oto?o: que la OLP es un grupo terrorista y punto. Peres y Shamir tambi¨¦n est¨¢n de acuerdo en que la mejor medida para prevenir los ataques armados contra Israel es castigarlos con severas represalias. Con periodicidad casi semanal, los habitantes de los campos palestinos pr¨®ximos a la ciudad surlibanesa de Sid¨®n reciben la visita de la estrella de David a galope de aviones y helic¨®pteros.
Unos d¨ªas antes de la visita de Sakhnin, Peres se hab¨ªa entrevistado discretamente con lo que la Prensa llam¨® 25 notables de Cisjordania y Gaza. Les ofreci¨® crecientes poderes para los palestinos de esos territorios, les prometi¨® autonom¨ªa. Los notables -se supone que gente influyente y moderada, aunque la oficina del primer ministro no dio sus nombres, para evitarles problemas- no debieron entusiasmarse.
Peres mostr¨® su desencanto horas despu¨¦s, ante unos j¨®venes de un kibutz. "No veo por el momento un puente entre el punto de vista ¨¢rabe y el israel¨ª", reflexion¨® en voz alta. "El abismo es ancho y profundo".
Un abismo
El abismo que ¨¢rabes y jud¨ªos miran desde 1967 se llama Cisjordania, Gaza, Jerusal¨¦n y los 1.500.000 palestinos que viven all¨ª. Desde esa fecha Israel ocupa por las armas esos territorios; Egipto y Jordania los administraron en las dos d¨¦cadas anteriores; antes las Naciones Unidas les prometieron su conversi¨®n en Estado palestino, con un estatuto internacional para la ciudad tres veces santa.
El encuentro de Ifran entre el monarca marroqu¨ª Hassan II y Sim¨®n Peres; la gira del vicepresidente estadounidense George Bush por Israel, Jordania y Egipto; el constante movimiento del rey jordano Hussein, hasta las conversaciones que hoy inician en Helsinki Israel y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, todo el ajetreo diplom¨¢tico de este verano de 1986 se termina empantanado siempre en el mismo asunto.
Cada vez son menos los ¨¢rabes que discuten el derecho a la existencia de Israel, aunque s¨®lo sea por el respeto que le tienen a sus ej¨¦rcitos. Impl¨ªcitamente lo reconoce el plan ¨¢rabe de paz elaborado en Fez en 1982. Egipto, Jordania y Marruecos, en diferentes grados, lo dan por irreversible. Hasta Yasir Arafat podr¨ªa aceptarlo si al mismo tiempo se reconociera a los palestinos de los territorios ocupados el de autodeterminaci¨®n.
Pero la resistencia palest¨ªna est¨¢ en malas condiciones para exigir e Israel lo sabe. Aunque a¨²n sume alguna victoria diplom¨¢tica, sobre el terreno lo tiene feo. En L¨ªbano lucha por sobrevivir, de Jordania ha sido expulsada el mes pasado, est¨¢ m¨¢s dividida que nunca y ni siquiera es capaz de ponerse de acuerdo para convocar a su parlamento en el exilio, los 500 miembros del Consejo Nacional Palestino.
Arafat es el de siempre. Atraviesa un momento muy bajo, pero su grupo, Fatah, sigue siendo mayoritario en la OLP, y la central palestina, la favorita de los habitantes de los territorios ocupados. Y como siempre, intenta poner el pie donde puede. Ahora no quiere quitarlo de Jordania, aunque s¨®lo le quede la punta de los dedos.
Ello le plantea, un nuevo problema. Los disidentes amparados por Siria le exigen que rompa definitivamente el acuerdo de cooperaci¨®n pol¨ªtica que firm¨® con Jordania en 1985. Y aunque sea papel mojado, aunque el rey Hussein lo haya dado por cancelado con el cierre de 25 oficinas de Fatah en Jordania, Arafat se niega a dar por cerrada la v¨ªa jordana.
Los viajes de Hussein
Desde hace unos meses, la imagen de Hussein pasando la revista a las tropas que les presentan armas en aeropuertos es tan habitual en las televisiones del mundo ¨¢rabe como las escenas de coches bomba en L¨ªbano. El monarca hachem¨ª se mueve mucho, pero tiene un problema de fondo. No puede negociar en solitario con Israel. Necesita un aval palestino y sabe que, por el momento, el mejor sigue siendo el de la OLP.
Hussein repite que no quiere sustituir a la central palestina como representante de los habitantes de los territorios ocupados. Pero hace todo lo posible por atraerse a sus notables; se lamenta en voz alta de la popularidad de Arafat y anuncia un chorro de d¨®lares para la realizaci¨®n de un plan quinquenal de desarrollo en Cisjordania.
Estados Unidos se ha sumado a la iniciativa, con unos desembolsos econ¨®micos que canalizar¨¢ a trav¨¦s de Jordania. Washington espera sin demasiada convicci¨®n que el dinero convenza a los palestinos de la necesidad de olvidarse de la OLP y asumir el liderazgo jordano en el proceso de paz.
Todo est¨¢, a mediados de este verano de 1986, como antes de la espectacular visita de Peres a Marruecos. Estados Unidos sigue aferrado a la propuesta para Oriente Pr¨®ximo lanzada por Ronald Reagan en septiembre de 1982. La cuesti¨®n palestina debe resolverse en asociaci¨®n con Jordania.
Los palestinos no gozar¨¢n del derecho a la autodeterminaci¨®n.
Georges Bush no parece haber dicho otra cosa distinta en la reciente gira de 10 d¨ªas por Israel, Jordania y Egipto. Bush visit¨® la tumba de Tutankarnon e hizo un poco de propaganda de su candidatura a las elecciones presidenciales de 1988; pero cuando regres¨® a Washington, lo m¨¢s optimista que pudo decir fue: "El proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo no estar¨¢ acabado antes de una d¨¦cada".
Tras Bush, las perspectivas de paz son las mismas que a su llegada. El vicepresidente ha descubierto que Israel, Egipto y Jordania "tienen algunas ideas comunes", y poco m¨¢s. El siguiente paso l¨®gico en el proceso de paz, ha a?adido, es "una negocia
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ci¨®n entre Israel y Jordania". Desde Amman le respondieron cort¨¦smente que all¨ª no sab¨ªan cu¨¢l era el siguiente paso l¨®gico, pero que estaban a favor de una conferencia internacional, con la participaci¨®n de los cinco pa¨ªses miembros. permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y todos los interesados, incluyendo una delegaci¨®n palestina independiente. Hussein se neg¨® en redondo a entrevistarse con Peres, como le dijo Bush.El rais egipcio, Hosni Mubarak, ya ten¨ªa dicho que ¨¦l no quer¨ªa saber nada del primer ministro de Israel hasta que empezara a solucionarse el problema de Taba. Tampoco consigui¨® Bush que egipcios e israel¨ªes firmaran, en su presencia, un solemne principio de acuerdo sobre este asunto. Este se produjo cuando ya el vicepresidente estaba en casa.
Taba es una playa del mar Rojo. Un kil¨®metro cuadrado de extensi¨®n que los israel¨ªes se reservaron para s¨ª tras retirarse del Sinai, en 1982. Egipto quiere que se la devuelvan, pero a Israel le duele dejar sus aguas cristalinas, sus corales y el hotel de lujo que construy¨® all¨ª. Al final, una y otra parte han optado por someter el conflicto a una comisi¨®n de arbitraje internacional, que durante 18 meses deliberar¨¢ en Ginebra.
Un m¨ªnimo y fr¨¢gil acuerdo para ocho meses de negociaciones, y eso que Tel Aviv y El Cairo tienen la paz firmada y son los principales aliados de Estados Unidos en la regi¨®n. Tambi¨¦n tienen este verano otra cosa en com¨²n: la queja por la disminuci¨®n del turismo procedente de Estados Unidos. A los estadounidenses les produce verdadero p¨¢nico el Mediterr¨¢neo oriental.
El papel de Siria
El tercer gran fracaso de la gira de Bush estaba cantado: el absoluto rechazo sirio a su iniciativa. Si no ara?¨® ¨¦xitos entre los moderados Hussein y Mubarak, Bush lo ten¨ªa dif¨ªcil con Hafez el Assad. En realidad ni lo intent¨®. Al fondo del conflicto de Oriente Pr¨®ximo est¨¢ casi siempre la figura enigm¨¢tica, astuta y temida del l¨ªder sirio, el ¨²nico vecino de Israel que mantiene una actitud guerrera. Hafez el Assad llam¨® traidor a Hassan Il por recibir a Peres y le dese¨® la misma suerte que a. Anuar el Sadat, el dirigente ¨¢rabe que pag¨® con su vida haber viajado a Jerusal¨¦n.
Hussein act¨²a a, tres bandas: Egipto, los pa¨ªses petroleros del Golfo y, desde hace unos meses, Siria. Le ha unido t¨¢cticamente a Hafez el Assad su com¨²n rechazo a Yasir Arafat y tambi¨¦n el convencimiento de que riada puede construirse en Oriente Pr¨®ximo sin el sirio. Y ¨¦ste dice que no empezar¨¢ a hablar de paz con Israel hasta que no haya conseguido la paridad estrat¨¦gica con el Estado hebreo. O sea, hasta que no tenga la convicci¨®n de que puede vencerle militarmente o al menos conseguir tablas.
Siria, seg¨²n Israel, recibir¨¢ en fechas pr¨®ximas un lote del m¨¢s moderno avi¨®n de combate del arsenal sovi¨¦tico, el Mig 29. Washington y Tel Aviv saben que Siria ser¨¢ la ¨²ltima. Por el momento no parecen demasiado preocupados en que se entretenga consolidando su hegemon¨ªa sobre L¨ªbano. Ellos ya intentaron pacificar ese pa¨ªs en su momento y no pudieron; si Hafez el Assad lo consigue, tanto mejor para todos. A, mediados de agosto de 1986, el complicado conflicto de Oriente Pr¨®ximo est¨¢ donde estaba.
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