Ros¨®n, el hombre
No quer¨ªa que le vieran sufrir. Consigui¨® que ni, sus mayores amigos sigui¨¦ramos de cerca su larga enfermedad. Pertenec¨ªa a una especie rara de la fauna pol¨ªtica. Se escondi¨® para morir. No he conocido a nadie m¨¢s reacio al aplauso y enemigo del autobombo. Los gestos grandilocuentes,, las victorias pregonadas y los optimismos de pura estrategia, no ten¨ªan nada que ver con su manera de entender la pol¨ªtica. Su sinceridad y su realismo entorpec¨ªan su discurso habitual. En esta tierra de vanidosos y simplistas ¨¦l era un gigante de la complejidad. Naci¨® para desentra?ar los conflictos; ten¨ªa una habilidad especial para dar con los cabos sueltos de la madeja. Su tenacidad le llev¨® en los momentos m¨¢s dif¨ªciles a estar d¨ªa y noche a pie de obra hasta da?ar gravemente su, salud. Vivi¨® tan naturalmente para los dem¨¢s que probablemente nunca pens¨® que estaba dando su vida por ellos.Un hombre con tanta verdad dentro no pod¨ªa menos de suscitar cari?o y simpat¨ªa aun en sus propios adversarios pol¨ªticos. Era gobernador de Madrid cuando la masacre de la calle de Atocha y cuando los asesinatos de ETA empezaron a crear tensiones de autoridad con las fuerzas de orden p¨²blico. ?l solito sali¨® al encuentro de todos los problemas. Estoy seguro de que ese valor le nac¨ªa de su profundo sentido de la responsabilidad.
Como ministro del Interior fue un campe¨®n del di¨¢logo. Alguna vez pens¨¦ en aquella sentencia de Larra: "?Bienaventurados los que no hablan porque ellos se entienden!". Era una mezcla de fidelidad castrense y de astucia clarividente. Yo me lo figuro conduciendo siempre con los faros de carretera, mirando lejos y cuidando los detalles m¨¢s humanos. Su ambici¨®n de pol¨ªtica estaba tan dominada que toda ella se convert¨ªa en fuerza y motor de la andadura diaria. Sab¨ªa que los pasos cortos, en determinadas ocasiones, daban sentidos definitivos. No jugaba con la pol¨ªtica pero entend¨ªa perfectamente el juego de los pol¨ªticos. Yo conozco a Juan Jos¨¦ Ros¨®n humano, entra?able, de convicciones profundas, fiel hasta la muerte, superdotado para el an¨¢lisis, imaginativo para la pol¨ªtica, protagonista silencioso, huidizo de las candilejas y apasionado por la convivencia. Tengo el mejor recuerdo de un amigo patriota.
El amor a su familia y a su tierra gallega le hicieron m¨¢s espa?ol. Comprend¨ªa mejor que nadie a los otros pueblos de Espa?a. Me ense?¨® a comprender y amar a los vascos y a los catalanes. Nunca escuch¨¦ de sus labios una palabra despectiva de sus correligionarios pol¨ªticos ni de sus adversarios ideol¨®gicos. Cuando no estaba de acuerdo con otros pol¨ªticos sab¨ªa concretar las distancias sin generalizarlas. Un hombre que hab¨ªa vivido las entra?as del franquismo vivi¨® con el o¨ªdo pegado a la realidad social y pol¨ªtica, supo ser dem¨®crata sin traicionar creencias.
Ahora se le reconoce como el mejor ministro del Interior en nuestra democracia. Habr¨ªa que decir adem¨¢s que fue el mejor ejemplo del gobernante justo y tolerante. Hemos perdido un amigo. Espa?a ha perdido uno de sus mejores servidores. La democracia espa?ola se ha quedado sin uno de sus principales art¨ªfices. Fue el pe¨®n de brega indispensable que nunca quiso adornarse con el capote y fue maestro en fijar el toro para que otros realizaran las grandes faenas. Hasta su mutis definitivo de: la escena pol¨ªtica se ha producido lenta y silenciosamente. Consigui¨® que su larga enfermedad no se convirtiera ni en el homenaje merecido ni en una tragedia de huera pol¨ªtica. Quienes le conoc¨ªamos estamos seguros de que se enfrent¨® una vez m¨¢s valientemente con su destino. Un?do a los suyos, pens¨® hasta el ¨²ltimo momento en la convivencia de los espa?oles.
He aqu¨ª el hombre a quien sus creencias cristianas y ciudadanas han ido exigiendo d¨ªa a d¨ªa el esfuerzo hasta la extenuaci¨®n. Encontr¨® la vida all¨ª donde se la fue jugando por los dem¨¢s.
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