La venta de ni?os se ha convertido en un fabuloso negocio en Brasil
La operaci¨®n estuvo bien coordinada. Una noche de junio, 50 agentes federales irrumpieron simult¨¢neamente en casa del abogado Carlos Cesario Pereira, de 40 a?os, en una cl¨ªnica de maternidad y en varias guarder¨ªas clandestinas brasile?as. La polic¨ªa recuper¨® 20 ni?os, desde reci¨¦n nacidos a tres a?os de edad, arrest¨® a siete sospechosos y detuvo a 22 parejas de israel¨ªes que estaban buscando ni?os para su adopci¨®n. Los israel¨ªes fueron liberados posteriormente porque, al parecer, desconoc¨ªan que aquel sistema de adopci¨®n pod¨ªa ser ilegal.Cesario y dos de sus socios fueron arrestados por tr¨¢fico de menores con ¨¢nimo de lucro. Aunque abogados como Cesario ayudan a los extranjeros agilizando, de manera rutinaria, los procedimientos de adopci¨®n, este tipo de actividad es ilegal en Brasil desde noviembre de 1984 si se realiza mediante transacci¨®n econ¨®mica.
Cesario ha admitido que manej¨® 150 procesos de adopci¨®n a un precio medio de 5.000 d¨®lares por ni?o (unas 675.000 pesetas), 10 veces m¨¢s de lo que un abogado medio cobrar¨ªa por resolver el papeleo del proceso. Argumenta que su minuta inclu¨ªa costes m¨¦dicos y que ¨¦l simplemente se limit¨® a realizar un servicio humanitario.
En Brasil hay un gran n¨²mero de ni?os abandonados, incluyendo aproximadamente los 300.000 que viven en la calle. La mayor¨ªa, sin embargo, son de color y las parejas extranjeras prefieren ni?os blancos. En consecuencia, los ni?os blancos son un objetivo para los futuros padres adoptivos y para los traficantes sin escr¨²pulos. La relaci¨®n de Cesario con los israel¨ªes empez¨® en 1982, cuando ayud¨® a una pareja en un proceso de adopci¨®n. Otros se enteraron posteriormente, cuando se corri¨® la voz.
Seg¨²n la polic¨ªa, Cesario utilizaba un sistema muy modernizado, en las afueras de una poblaci¨®n cercana al puerto de Itajai donde hab¨ªa montado su lujosa granja de beb¨¦s. La regi¨®n tiene un alto porcentaje de poblaci¨®n de descendencia alemana, lo cual redunda en un gran n¨²mero de ni?os blancos.
La polic¨ªa asegura que trabajaban para ¨¦l aproximadamente 60 personas, incluyendo m¨¦dicos, enfermeras, cuidadoras, funcionarios de juzgados, notarios y ch¨®feres. Adem¨¢s alquilaba mujeres a las que presentaba como asistentas sociales para convencer a las mujeres pobres para que entregaran a sus hijos. Su recompensa: 1.000 cruzados (cerca de 10.000 pesetas) por cada ni?o que consegu¨ªan.
Rosi Jorje, de 18 a?os, explic¨® que tom¨® contacto con ella una asistenta social a finales de octubre, cuando llevaba seis meses de embarazo. Dado que el padre de su hijo, un marinero, hab¨ªa desaparecido, ella acept¨® la ayuda de la mujer. A cambio de recibir atenci¨®n m¨¦dica, Jorje prometi¨® entregar a su hijo cuando naciera. "La asistenta social me dijo que si yo, finalmente, decid¨ªa quedarme con mi hijo, no habr¨ªa ning¨²n problema", explica. "Cuando naci¨® Daniela dije que quer¨ªa quedarme con ella. La asistenta social dijo: 'Eso no puede ser', y me la quit¨®". Nunca volvi¨® a ver a su hija.
Miembros de la banda de Cesario entraban en contacto con los futuros padres en el aeropuerto de ltajai y los escoltaban hasta la granja, donde se les permit¨ªa pasar un tiempo con varios ni?os disponibles para ser adoptados. Una vez que la familia hab¨ªa elegido un ni?o, se les entregaban los papeles de adopci¨®n, que hab¨ªan sido obtenidos, probablemente, por procedimientos ilegales.
"Cesario se aprovechaba de la extrema pobreza de algunos brasile?os y de las necesidades afectivas de los extranjeros, que hubieran pagado cualquier cosa por obtener un ni?o", afirm¨® Alcioni de Santana, el superintendente de la Polic¨ªa Federal de Itajai. "Hay tr¨¢fico de ni?os por todas partes en Brasil, pero yo no he visto nada como esto".
1987, Time Inc.
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