Los mensajes de los precios
EN LOS 12 ¨²ltimos meses, el ¨ªndice de precios al consumo (IPC) ha subido el 9,4%. Para cumplir el objetivo gubernamental de terminar este a?o en el 8%, la tasa oficial de inflaci¨®n tendr¨¢ que ser reducida a un ritmo de 0,3 puntos por mes en lo que queda de 1986, porque la tasa acumulada durante los siete primeros meses del a?o ha sido del 6,2%.Los partidos, a la derecha y a la izquierda del PSOE, han lanzado el mensaje de que no ser¨¢ posible ese 8%, y deducen de ello que ha fracasado la pol¨ªtica econ¨®mica del Ejecutivo socialista. Los sindicatos han apuntado m¨¢s lejos al coincidir en que la subida de los precios dificulta la concertaci¨®n para 1987. La UGT ha dicho que el 4% de inflaci¨®n prevista para el pr¨®ximo a?o es un objetivo "poco realista". CC OO lo ha tachado de imposible. Pero el Gobierno ha reafirmado, impasible, sus objetivos; por si quedaran dudas, ha dicho que no ha podido hacer nada para evitar la fuerte subida de los precios en julio y que tampoco tomar¨¢ medida alguna para paliarla.
La pol¨¦mica que la subida del 1% en el IPC de julio ha abierto no pod¨ªa ser m¨¢s oportuna. La cifra mensual de inflaci¨®n ha coincidido con el primer Consejo de Ministros tras las vacaciones, una reuni¨®n dedicada, precisamente, a perfilar el principal instrumento de la pol¨ªtica econ¨®mica para el pr¨®ximo a?o: los Presupuestos Generales del Estado. Los aumentos de salarios y pensiones que aparezcan definitivamente en estos presupuestos, siempre indicativos para la negociaci¨®n colectiva privada, as¨ª como otros objetivos macroecon¨®micos en que se enmarquen revelar¨¢n si el Gobierno mantiene la pol¨ªtica anunciada o se ver¨¢ obligado a modificarla.
En este sentido, hay una referencia obligada que puede hacer reflexionar al Ejecutivo un mes antes de que los Presupuestos lleguen al Parlamento. La actual tasa de inflaci¨®n espa?ola es casi siete puntos mayor que la de los principales pa¨ªses occidentales, algunos de los cuales han tenido deflaci¨®n en el segundo trimestre de 1986 como consecuencia de diversos impactos positivos: baja del petr¨®leo, ca¨ªda del d¨®lar, persistente abaratamiento de las materias primas importadas, y en algunos de ellos (Francia y Rep¨²blica Federal de Alemania), reducci¨®n de impuestos sobre la renta.
Algo falla en la pol¨ªtica econ¨®mica para que Espa?a siga el camino inverso y tenga diferenciales de inflaci¨®n del calibre de los existentes en 1982. Ese diferencial era s¨®lo de 3,1 puntos en diciembre pasado con los pa¨ªses de la CE, y del 3,5, con los de la OCDE. Si el impacto del IVA ha sido de 2 puntos, como reiteradamente ha dicho el Gobierno, queda por explicar el origen de otros 2 puntos. Al fin y al cabo, el objetivo del 8% de inflaci¨®n para este a?o fue trazado para encajar esos 2 puntos de IVA, antes de que bajara el d¨®lar y el petr¨®leo. Por ello, lo mismo da que ese exceso haya venido del IVA o de la decisi¨®n gubernamental de paliar el d¨¦ficit p¨²blico compartiendo con los consumidores s¨®lo una peque?a parte -entre un tercio y un cuarto- de los beneficios de la baja del petr¨®leo y del d¨®lar. Los Gobiernos europeos redujeron el d¨¦ficit p¨²blico el pasado a?o, mientras que el espa?ol lo aument¨®, y todo parece indicar que la reciente contenci¨®n tiene mucho de aparente.
Sin embargo, los portavoces del Ejecutivo han preferido echar balones fuera. En su tajante defensa de la pol¨ªtica econ¨®mica oficial han dicho que nada tiene que ver con ¨¦sta la subida del 0,9% del IPC en junio, ni la del 1% en julio. Argumentan que no se ha disparado la inflaci¨®n, sino los precios de la alimentaci¨®n, y en concreto los de frutas, verduras y patatas. Efectivamente, la tasa anual de aumento de los productos no alimenticios est¨¢ en el 7,8%, contra un 12% de la alcanzada por aqu¨¦llos. Dicen que no ha fallado la pol¨ªtica monetaria, ni la salarial, ni la macroecon¨®mica, porque una vez que se desacelere despu¨¦s del verano la carest¨ªa de los alimentos -como ha ocurrido otros a?os- estaremos en la senda del 8%. Pero deber¨ªan aclarar si ese 8% de objetivo marcado hace un a?o no podr¨ªa estar ya en el 7%, o incluso en el 6%, como consecuencia de la bajada del d¨®lar y del petr¨®leo, si el d¨¦ficit p¨²blico, la masa monetaria y los salarios hubieran evolucionado como en el resto de los pa¨ªses del entorno. Es un hecho que la cantidad de dinero en circulaci¨®n estuvo desbordada hasta el mes de junio, debido en gran parte a las necesidades financieras del sector p¨²blico. Tambi¨¦n lo es que el crecimiento nominal de los salarios -los p¨²blicos por las derivas y los privados por los deslizamientos y por una batalla sindical espoleada por el creciente descr¨¦dito en los objetivos de inflaci¨®n prevista- andan por encima de lo que deseaba el Gobierno al dise?ar el cuadro macroecon¨®mico para 1986.
Si Espa?a pretende integrarse con ¨¦xito en la Comunidad Europea, a la que ya dirige el 61% de las exportaciones y de la que recibe casi la mitad de las importaciones, tendr¨¢ que seguir los pasos de los principales pa¨ªses de la zona o prepararse para el fracaso. Cierto que el 6,2% de aumento de precios en los siete primeros meses, cifra que contrasta con el 1,4% o 1,5% estimado para el mismo per¨ªodo en los diez -sin Espa?a y Portugal-, no afecta directamente, al menos por el momento, a la competitividad de los productos espa?oles; la inflaci¨®n subyacente -la marcada por los productos no alimenticios y la que influye en los precios de las exportaciones- es varios puntos menor. Pero resulta alarmante que el castigo impuesto a los bolsillos de los consumidores dificulte la concertaci¨®n social del pr¨®ximo ejercicio, como vaticinan los sindicatos. Nuevas alzas de salarios nominales s¨ª encarecer¨ªan los productos espa?oles, y, adem¨¢s, con un nuevo castigo para el nivel de empleo y, probablemente, sin que ello se tradujera en una ventaja de los salarios reales, siempre mermados por la inflaci¨®n.
En este sentido, resulta tan pat¨¦tica como inadmisible la afirmaci¨®n de que el Gobierno no pod¨ªa hacer nada contra el alza de los precios de las frutas, verduras y patatas, ni tomar¨¢ medida alguna para corregirla. S¨®lo el Ejecutivo tiene los instrumentos y la responsabilidad de evitar que por un incidente as¨ª los salarios pierdan poder adquisitivo y el consumo privado no se recupere lo necesario para garantizar que la econom¨ªa crezca este a?o un 3%, pues es sabido que en 1986 -con la entrada en la CE- las exportaciones crecer¨¢n menos que las importaciones y no contribuir¨¢n al aumento del producto interior bruto (PIB).
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