La prueba de Soweto
CON LA imposici¨®n del estado de emergencia el pasado 12 de junio, las autoridades surafricanas pretend¨ªan no s¨®lo sofocar de ra¨ªz lo que se auguraba como un largo verano de manifestaciones contra el apartheid y la ebullici¨®n de una actividad pol¨ªtica hasta entonces tolerada contra la pol¨ªtica de segregaci¨®n racial, sino tambi¨¦n reducir las posibilidades de enfrentamiento directo entre la polic¨ªa y los grupos de supuestos activistas que forman la columna vertebral de la protesta negra contra el r¨¦gimen de Pretoria. Se trataba, por tanto, de quitar el agua al pez, prohibiendo todo tipo de manifestaciones durante el per¨ªodo de excepci¨®n, de forma que lo que el Gobierno surafricano llamar¨ªa instigadores pagados o agitadores profesionales se vieran en la disyuntiva de salir a la luz por s¨ª mismos, sin masas entre las que ocultarse, o tuvieran que esperar a mejor ocasi¨®n para seguir trabajando la ira del gueto negro.Esta t¨¢ctica hab¨ªa servido para que desde el 12 de junio, aunque las cifras de derramamiento de sangre siguieran siendo copiosas -cerca de 300 muertos hasta el momento-, los enfrentamientos m¨¢s cruentos se produjeran entre grupos raciales negros, fundamentalmente, por disputas tribales y que, consiguientemente, la di¨¢lectica callejera de polic¨ªa blanco-manifestante negro se viera reducida a un relativo m¨ªnimo. En momentos en que el concierto exterior para la adopci¨®n de sanciones contra Sur¨¢frica cobra fuerza incesante era necesario que las fuerzas de seguridad del r¨¦gimen permanecieran lo m¨¢s tranquilas posible y, por a?adidura, el espect¨¢culo de la violencia tribal sirviera, para los interesados en ello, como un presunto recordatorio de que la democracia no es universalmente aplicable a todos los pueblos del planeta.
Significativo es tambi¨¦n que la represi¨®n de la reciente protesta en la ciudad negra de Soweto se encargara a la propia polic¨ªa municipal de la localidad, negra como sus habitantes, mientras que las fuerzas de seguridad blancas permanec¨ªan en un cintur¨®n exterior, prestas a intervenir tan s¨®lo en caso de extrema urgencia. Pese a ello, las afirmaciones de los servidores del r¨¦gimen de que la situaci¨®n estaba siendo perfectamente controlada y de que, por tanto, el estado de emergencia se hab¨ªa convertido en un ¨²til v¨¢lido para devolver la paz a las aglomeraciones negras han saltado hechas a?icos con la atroz represi¨®n de Soweto.
Reducida la mayor¨ªa negra a expresar su protesta contra el r¨¦gimen a foros menos visibles que la pura acci¨®n al aire libre, ¨¦sta se hab¨ªa refugiado desde el 12 de junio en una serie de boicoteos a compa?¨ªas, empresas o entidades asociadas por una u otra raz¨®n a la pol¨ªtica de apartheid, y particularmente en Soweto al pago de los alquileres de las viviendas del barrio de White City -ir¨®nica denominaci¨®n para lo que es la zona m¨¢s desheredada de la ciudad-, que hab¨ªan sido aumentados recientemente. La subida de los alquileres era decisi¨®n del Consejo Municipal de la ciudad, integrado por negros, a los que la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n considera, al igual que a la polic¨ªa del lugar, colaboradores a sueldo del Estado racista. Los disturbios fueron provocados entonces no por los supuestos agitadores de r¨ªo revuelto, como gusta de recordar la propaganda del r¨¦gimen, sino por la propia polic¨ªa negra, que trat¨® de expulsar de sus casas a los que se negaban a pagar. S¨®lo entonces se generalizaron los disturbios y una parte de la ciudad entr¨® en secesi¨®n, probando hasta qu¨¦ punto es la violencia legal la que ensangrienta las ciudades surafricanas y no un supuesto designio desestabilizador, cuyos hilos invariablemente habr¨ªan de llevar a Mosc¨².
En estos momentos, las dos c¨¢maras legislativas norteamericanas han aprobado sendos textos legales para la adopci¨®n de sanciones contra Sur¨¢frica; la Commonwealth se ha comprometido a hacer lo propio, aun dejando atr¨¢s a la remolona primera ministra del Reino Unido; la Comunidad Europea habr¨¢ de adoptar sanciones a partir del 1 de septiembre ante la evidencia de que no hay concesiones dignas de tal nombre por parte de Pretoria, y la semana pr¨®xima el Movimiento de los No Alineados se sumar¨¢, sin duda, a ese frente exterior de castigo y repudio a Sur¨¢frica cuando se reuna en la capital de Zimbabue, Harare.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.