Dos periodistas implican a Mitterrand en el hundimiento del 'Rainbow Warrior'
El presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, fue informado desde el primer momento de la operaci¨®n de sabotaje del Rainbow Warrior, el barco insignia del movimiento ecologista Greenpeace, que fue hundido en Auckland (Nueva Zelanda), en el verano de 1985, por agentes de la Direcci¨®n General de la Seguridad del Estado (DGSE), provocando la muerte de uno de los tripulantes, un fot¨®grafo portugu¨¦s. As¨ª lo afirman dos periodistas franceses, Jean-Marie Pontaut y Jacques Derogy, en un libro que saldr¨¢ a la venta la semana pr¨®xima en Par¨ªs y que se titula Investigaci¨®n sobre tres secretos de Estado.
Esta es, la primera vez que alguien se atreve a comprometer directamente al jefe del Estado, cuya participaci¨®n en el esc¨¢ndalo Greenpeace, el m¨¢s, grave de los cuatro a?os de gobierno socialista, estuvo siempre rodeada de las mayores ambig¨¹edades. Pontaut y Derogy siguieron en 1985 el caso del Rainbow Warrior para la revista L?Express y fueron los ¨²nicos que pudieron confirmar y ampliar las revelaciones de Le Monde, seg¨²n las cuales el barco hab¨ªa sido hundido por "submarinistas de combate" de la DGSE. Los dos reporteros han dedicado un a?o a ampliar su investigaci¨®n.Fuentes del El¨ªseo se negaron ayer a comentar la publicaci¨®n del libro. "No tenemos miedo a que el presidente nos demande", aseguran los autores, aunque reconocen que no poseen "pruebas materiales" sobre su implicaci¨®n "Las conversaciones en las que Mitterrand dio su aprobaci¨®n al plan de la DGSE pertenecen al nivel de m¨¢ximo secreto de Estado, al dominio m¨¢s confidencial de la funci¨®n de un presidente", explican en el libro.
La versi¨®n de los hechos que ofrecen Derogy y Pontaut tiene la ventaja de resultar coherente y de dar una interpretaci¨®n l¨®gica a acontecimientos y reacciones que hasta ahora no hab¨ªan podido ser explicadas. Seg¨²n jus investigaciones, todo comenz¨® con una entrevista que mantuvieron, el 4 de marzo de 1985, el almirante Henri Fages, responsable de los ensayos nucleares franceses en el Pac¨ªfico sur, y el ministro socialista de Defensa, Charles Hernu. Fages reclam¨® "medios en¨¦rgicos" para contener a los ecologistas, que, seg¨²n sus informaciones, pensaban lanzar una fuerte campa?a antinuclear coincidiendo con los ensayos at¨®micos previstos para ese mismo verano en el atol¨®n de Mururoa.
Fages afirmaba que la Marina no podr¨ªa impedir que el Rainbow Warrior entrara en las aguas del atol¨®n, a menos que la emprendiera a ca?onazos. El almirante tem¨ªa, sobre todo, que Greenpeace lanzara al mar peque?as piraguas con simpatizantes de los movimientos independentistas de Tahit¨ª (colonia francesa).
Un consejero del ministro, que hab¨ªa examinado ya el informe, sugiri¨® "anticiparse a las acciones de los ecologistas", f¨®rmula que sedujo a Charles Hernu. Terminada la entrevista con Henri Fages, el ministro convoc¨® en su despacho al jefe de Ia DGSE, almirante Pierre Lacoste, quien se mostr¨® reacio a cualquier participaci¨®n de sus servicios y sugiri¨® que, se utilizaran "medios cl¨¢sicos".
La operaci¨®n se denomin¨® Arco Iris y fue preparada como una aut¨¦ntica expedici¨®n militar.
Los especialistas se quejaron de la falta de tiempo (quedaban menos de tres meses, cuando lo m¨ªnimo en estos casos son seis) y propusieron inicialmente un "m¨¦todo dulce", como provocar una importante aver¨ªa en el motor del barco. Los responsables decidieron, sin embargo, una acci¨®n "m¨¢s dura", el hundimiento puro y simple, teniendo buen cuidado, eso s¨ª, de no provocar muertos.
Los preparativos
Lacoste visit¨® a Mitterrand para explicarle la situaci¨®n, asegur¨¢ndole que no habr¨ªa v¨ªctimas y que Francia no podr¨ªa ser implicada. El presidente hab¨ªa sido informado ya de los preparativos por el jefe de su Estado Mayor, general Jean Saulnier, actual jefe del Alto Estado Mayor.
Los autores reconocen que es imposible "probar" el contenido de la entrevista entre Mitterrand y Lacoste, pero es dif¨ªcil creer que el almirante jefe de la DGSE, hombre disciplinado y poco dado a las iniciativas particulares, ocultara informaci¨®n al jefe del Estado o al general Saulnier.
La segunda parte del libro analiza la reacci¨®n de los diferentes protagonistas una vez que se perpetr¨® el atentado, con los resultados conocidos: un fot¨®grafo muerto y dos agentes franceses (los falsos esposos Turenge, que viajaban con pasaporte suizo), detenidos por las autoridades de Nueva Zelanda.
Hernu decidi¨® mentir y negar a cualquier precio la intervenci¨®n de la DGSE, convencido de que el Gobierno de Wellington no conseguir¨ªa probar nada. Mitterrand opt¨® por no darse por enterado y mantenerse en silencio. El papel m¨¢s rid¨ªculo le correspondi¨® al entonces primer ministro, Laurent Fabius, que no hab¨ªa sido informado de nada.
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