El imperceptible crimen de un marido desapercibido
El dinero no fue el ¨²nico m¨®vil del hombre que asesin¨® a su mujer en un bingo logro?¨¦s
El martes pasado, el 26 de agosto, media Espa?a se desayun¨® con un crimen motivado, seg¨²n las primeras versiones, por una pasi¨®n, el juego. La historia era simple. Un hombre hab¨ªa atacado con un cuchillo a su mujer mientras ella se encontraba en una sala de bingo de Logro?o, explicando posteriormente que no hab¨ªa podido soportar la sangr¨ªa familiar que supon¨ªa el vicio de las l¨ªneas y los bingos. Caso resuelto. Pero la realidad, como siempre, era distinta.
Todos lo dicen: la se?ora Luisa no arruin¨® a nadie, s¨®lo pasaba el rato en la sala para evitar a su marido, un hombre que desde hace dos a?os, seg¨²n el testimonio de un hermano de la v¨ªctima, ya no le daba dinero. Las desavenencias conyugales eran conocidas por vecinos, amistades y en el propio bingo. Y una vecinava m¨¢s lejos y dice: "?l no la mat¨® en casa porque eso no ten¨ªa justificaci¨®n; esper¨® encontrarla en el bingo para decir: 'Por esto ha sido'". Quienes conoc¨ªan a la pareja, que no ten¨ªa hijos, encuentran f¨¢cil definici¨®n para cada uno de los protagonistas de esta s¨®rdida historia: ella, amable, cari?osa, buena vecina, resignada; ¨¦l, completamente normal, un ciudadano desapercibido, seg¨²n el Ayuntamiento, un buen trabajador. Al final, el drama. ?Por qu¨¦?Separados en el juego
Aunque empezaron a ir juntos, la pareja formada por Jos¨¦ Mar¨ªa Madorr¨¢n Suberviola y Mar¨ªa Luisa Jim¨¦nez P¨¦rez acud¨ªa en la actualidad por separado al bingo. Algunas veces coincidieron en la sala. ?l, que siempre procuraba sentarse en la misma mesa (enfrente de la que fue cometido el crimen), nunca hablaba de ella ni de sus problemas con nadie.
Un compa?ero de trabajo recuerda que Madorr¨¢n "es una persona normal". "El hecho, el crimen, nos ha cogido de sorpresa. Nunca tuvimos follones con ¨¦l en el trabajo. Sab¨ªamos que las cosas, en casa, no le marchaban bien, pero nunca hizo comentarios".
Su familia, la del pregunto asesino, no ha roto el mutismo. Dos intentos de hablar con un hermano de Jos¨¦ Mar¨ªa Madorr¨¢n resulta ron infructuosos. "No tenemos nada que decir", afirma a trav¨¦s de los impersonales portero autom¨¢ tico y tel¨¦fono una voz femenina.
Y ¨¦l, el protagonista, Madorr¨¢n en persona, estaba dispuesto a hablar, "siempre que me paguen algo, aunque sea para tabaco", seg¨²n le comunic¨® texitualmente al director de la c¨¢rcel a la que ha sido conducido. Problemas burocr¨¢ticos han impedido, hasta ahora, el encuentro con el periodista.
Ella, Mar¨ªa Luisa, en cambio, si que hablaba. Sus vecinos, sus amistades, los empleados del bingo, todos hab¨ªan escuchado sus problemas. "Para desahogarse", subraya una de las bingueras.
Los problemas comenzaron hace dos a?os. Un hermano de la v¨ªctima, que poco despu¨¦s de hacer las declaraciones ten¨ªa que ser internado en el hospital San Mill¨¢n de Logro?o para guardar reposo, afirmaba en un peri¨®dico local que su cu?ado no pasaba dinero a Mar¨ªa Luisa desde hace dos a?os, coincidiendo con la aparici¨®n de una muchacha a la que el presunto asesino present¨® como una hija que hab¨ªa tenido de soltero y que viv¨ªa actualmente en Zaragoza. La muerta, en sus conversaciones con los vecinos o con los emplead os del bingo, no hizo en cambio referencia a sus problema, econ¨®micos, refiri¨¦ndose de forma exclusiva a desavenencias de otra ¨ªndole con su esposo.
Problemas econ¨®micos
Sin embargo, en la vivienda de la calle del General Franco, 67, se palpaban las dificultades econ¨®mi cas. El agua y la luz hab¨ªan sido cortadas por falta de pago, crec¨ªan las deudas con la comunidad, se g¨²n algunos vecinos, y la se?ora Luisa, que anta?o permit¨ªa que utilizaran su tel¨¦fono, ten¨ªa que ahora a casa de las amistades a ver la televisi¨®n. "La verdad es que ella ha pasado mucho con ¨¦l", dice un vecino que conoc¨ªa bien el caso. En ocasiones, los problemas no fueron escuchados s¨®lo en pettit comit¨¦. En las casas colindantes, en las escaleras de este bloque de 60 vecinos, a veces se o¨ªan voces Poco m¨¢s.
De puertas para afuera la situa ci¨®? tambi¨¦n era normal. Madorr¨¢n pasaba en el bingo Rioja, el lugar de la tragedia, por un buen cliente, que consum¨ªa bastante era afortunado en el juego y dejaba buenas propinas cuando obte n¨ªa l¨ªnea o bingo. En alguna oca si¨®n, el hoy detenido com¨ªa bocadillos o platos combinados en la propia sala de juego. Jugaba m¨¢s que ella, ya que ten¨ªa sobre la mesa varios cartones a la vez, mientas que Mar¨ªa Luisa, por su dolencia, s¨®lo pod¨ªa hacerlo de uno en uno.
Y el dinero, el m¨®vil de crimen, seg¨²n las primeras versiones posteriormente desmentidas por la triste realidad, tampoco era mucho. Mar¨ªa Luisa jugaba menos de 1.000 pesetas al d¨ªa, seg¨²n unas versiones; hasta que se le acababa el dinero que pod¨ªa permitirse, seg¨²n otras; e incluso 3.000 pesetas, seg¨²n empleados del bingo. ?l, un hombre que habitualmente fumaba caldo, pero que para alguno de sus vecinos era "un amante de los lujos", siempre apostaba un poco m¨¢s, "pero tampoco mucho m¨¢s", precisan desde la sala de juego. Ahora el caso ha terminado y a los jueces toca determinar por qu¨¦ un hombre gris, un ciudadano m¨¢s, decidi¨® elegir un bingo como escenario del crimen, un crimen imperceptible incluso para quienes estaban al lado de la v¨ªctima.
En la calle, tranquilidad. "La gente, aqu¨ª, ya pasa de todo", dicen desde instancias oficiales de la capital del vino. "Otros casos, como uno que hubo el a?o pasado con un polic¨ªa, s¨ª que revolucionaron a la gente, pero ¨¦ste no". En la casa de Mar¨ªa Luisa ya no se oye a los p¨¢jaros ni los vecinos escuchar¨¢n m¨¢s esc¨¢ndalos.
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