"La muerte de mi hijo puede ser el principio del fin de Pinochet"
Declaraciones de la madre de Rodrigo Rojas Denegri, quemado vivo por militares chilenos
"La muerte de Rodrigo va a ser el principio del fin de Pinochet, porque no hay nada que pueda justificar la brutalidad de este crimen", afirma Ver¨®nica Denegri, madre de Rodrigo Rojas Denegri, el joven de 22 a?os que el pasado 2 de julio fue quemado vivo por una patrulla militar en Santiago de Chile junto a Carmen Gloria Quintana, una estudiante de 18 a?os que se encuentra en estado muy cr¨ªtico en un hospital de Santiago, con el 66% de su cuerpo quemado. Ver¨®nica, que pas¨® esta semana por Madrid, est¨¢ decidida a luchar para que se lleven a t¨¦rmino las investigaciones sobre la muerte de su hijo. "Los militares no quieren que se sepa la verdad, y mi temor ahora es por la vida de los testigos que presenciaron su detenci¨®n y la de Gloria".
Ver¨®nica Denegri, de 41 a?os, es la segunda vez que sufre personalmente la represi¨®n de la dictadura del general Augusto Pinochet. En 1975, cuando trabajaba en el Ministerio de Obras P¨²blicas y Transportes, en Santiago, las fuerzas policiales fueron a buscarla a su casa y desapareci¨® durante un a?o, en el que visit¨® varios de los centros de tortura m¨¢s conocidos en el pa¨ªs. "Yo no militaba en ning¨²n partido; mi ¨²nico crimen, si es que se puede llamar as¨ª, fue colaborar en un grupo de mujeres que reun¨ªa ropa y comida para los familiares de los presos pol¨ªticos", afirma Ver¨®nica.Tras su liberaci¨®n le ofrecieron un visado para establecerse en EE UU. "No deseaba salir del pa¨ªs, pero intu¨ª que era una oportunidad para poder recuperarme de las secuelas f¨ªsicas y psicol¨®gicas de la tortura y de vivir junto a mis hijos; Rodrigo estaba entonces en Canad¨¢, y Pablo, el peque?o, tuvo que seguir viviendo con familiares por razones de seguridad incluso despu¨¦s de que: me liberaron", afirma. "De cuando en cuando me volv¨ªan a detener. Eran arrestos breves, de pocas horas, con el fin de intimidar. Pero en Chile no hay que regularse por la l¨®gica, as¨ª que nunca puedes saber qu¨¦ ocurrir¨¢ la pr¨®xima vez".
Ver¨®nica se reuni¨® en 1977, en EE UU, con sus dos hijos y empez¨® a trabajar en Washington como asistenta social para j¨®venes dif¨ªciles, "un trabajo con el que adem¨¢s de ganarme la vida pod¨ªa hacer algo ¨²til por los dem¨¢s y a la vez ayudarme a m¨ª misma a superar mis traumas".
Su hijo Rodrigo ten¨ªa entonces unos ocho a?os, pero nunca olvid¨® su tierra. "Con la adolescencia lleg¨® la crisis de identidad que tienen los j¨®venes y se agudiz¨® esa necesidad de conocer una parte de s¨ª mismo que se hab¨ªa quedado en Chile", afirma Ver¨®nica. Su madre aprob¨® su decisi¨®n de viajar a Chile el pasado junio. "El miedo es algo latente en nuestro pa¨ªs, pero hay que vencerlo, y yo sab¨ªa que, de no regresar, nunca ser¨ªa feliz".
Rodrigo, apasionado de la fotograf¨ªa, se dedic¨® a pasear por las calles de Santiago con sus c¨¢maras hasta su detenci¨®n.
Falta de cargos
"La tragedia de mi pa¨ªs es que te secuestran, detienen, torturan, te obligan a vivir fuera de tu pa¨ªs, te matan a tu hijo y tratan de impedir que reciba unos funerales dignos sin que en ning¨²n momento se formulen acusaciones concretas", afirma Ver¨®nica. "Nuestro pa¨ªs est¨¢ gobernado por enfermos mentales, y los primeros culpables somos nosotros, los chilenos, que no somos capaces de unirnos para acabar con esta situaci¨®n", a?ade.
Su objetivo ahora es que se "haga justicia" y se lleven a t¨¦rmino las investigaciones. "Los militares Se han visto obligados a reconocer, 16 d¨ªas despu¨¦s del crimen, una parte de la responsabilidad en los hechos, pero se trata s¨®lo de una burla para callar a la opini¨®n p¨²blica; en lugar de investigar qui¨¦n dio la orden de detenci¨®n y de rociar con gasolina a los dos j¨®venes, se dedican a hostigar a los testigos e intentar que sean ellos los culpables", afirma.
Seg¨²n afirma Ver¨®nica, "la t¨¢ctica es muy burda pero eficaz: en Chile es un delito, en caso de ser llamado a declarar ante la justicia, el no presentarse a testimoniar. As¨ª que las unidades de investigaci¨®n -no militares, pero que dependen del Ministerio del Interior- secuestran, detienen e incomunican a los testigos, que de esta forma no se pueden presentar a declarar. En el caso de uno de estos testigos, allanaron y destrozaron su casa -levantando incluso las ca?er¨ªas-, le golpearon brutalmente y luego impidieron que lo atendiera un m¨¦dico. No es la primera vez que en Chile los testigos, en este tipo de casos, han muerto antes de que concluyeran las investigaciones", aclara Ver¨®nica.
La madre de Rodrigo pudo volver y estar junto a ¨¦l durante sus dos ¨²ltimos d¨ªas de vida gracias a un permiso temporal que fue concedido por las autoridades chilenas, por motivos humanitarios, gracias a la mediaci¨®n de la vicar¨ªa y de la Embajada norteamericana en Santiago. "Sus huesos estaban quebrados por los golpes que le dieron los militares cuando intent¨® quitarse la ropa en llamas y estaba todo quemado excepto los pies", afirma Ver¨®nica al subrayar que, a pesar de lo que se ha dicho en algunas informaciones, el cuerpo de su hijo no estaba mutilado. "Bastante ensa?amiento ha habido en la forma en que lo mataron como para a?adir lo que no es".
Ver¨®nica afirma que fue consciente del peligro que corr¨ªa en su estancia en su pa¨ªs. Y alude a la aparici¨®n "intimidatoria" de un coche que estaba aparcado en el medio de una vereda, en Santiago, "con las puertas abiertas y unos individuos que parec¨ªan estar esperando a alguien". "Pero entre el miedo y la lucha para intentar que trasladaran a mi hijo a un hospital donde pudiera recibir asistencia, lo pnmero no ten¨ªa importancia".
"Adem¨¢s", afirma, "ha sido muy importante el sentirme respaldada por las autoridades norteamericanas. Asesinatos como el de mi hijo son un hecho cotidiano en Chile. Pero se da la circunstancia de que ¨¦l era un residente en EE UU y su caso ha suscitado un gran impacto en este pa¨ªs. Su muerte ha tenido una resonancia internacional y por ello creo que va a servir para eliminar la dictadura en mi pa¨ªs".
Ver¨®nica intenta mantener el contacto con los familiares de Gloria, la joven que fue detenida y quemada viva junto a Rodrigo. "Es muy diricil porque los tel¨¦fonos est¨¢n intervenidos y se cortan las comunicaciones". "Rodrigo y Gloria no se conocieron hasta el d¨ªa de su detenci¨®n, seg¨²n el relato de los testigos. Lo que s¨ª es cierto es que, a pesar de sus quemaduras, ambos pudieron salir del hoyo rodeado por zarzas en el que fueron tirados por los militares uniendo sus fuerzas", a?ade.
Seg¨²n Ver¨®nica, el miedo ha hecho enfermar a la sociedad ch¨ªlena. "Los gobernantes no saben lo que es el respeto hacia la vida ni hacia la muerte, pero los dem¨¢s nos hemos acostumbrado a vivir escondidos", afirma. "Estoy dispuesta a dar la vuelta al mundo, si es necesario, para que la muerte de mi hijo no se convierta en uno de los tantos cr¨ªmenes cometidos impunemente por Pinochet".
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