Una reforma pendiente
La existencia de un nuevo ministro al frente del departamento de Sanidad y Consumo abre esperanzas de cambio en la pol¨ªtica del Gobierno en esta materia. El autor se?ala las reformas que cree m¨¢s urgentes si se quiere adecuar la sanidad de nuestro pa¨ªs a las necesidades de una sociedad desarrollada.
Marciano S¨¢nchez Bayle es m¨¦dico y secretario de la Federaci¨®n de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad P¨²blica
Cinco toros de Marcos N¨²?ez, inv¨¢lidos, nobles; 62, sobrero de Lisardo S¨¢nchez, con cuajo y peligroso. Todos sospechosos de pitones. Ortega Cano: dos pinchazos, rueda de peones y, estocada (silencio); tres pinchazos y bajonazo descarado; la presidencia le perdon¨® un aviso (vuelta). Espartaco: bajonazo y descabello (dos orejas); pinchazo hondo trasero tendido, rueda de peones y descabello; la presidencia le perdon¨® un aviso (dos orejas, petici¨®n de rabo y dos vueltas). Joselito: dos pinchazos y estocada (oreja); estocada baja y dos descabellos (ovaci¨®n). Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes, 31 de agosto. Quinta y ¨²ltima de feria.
La sanidad ha sido, seg¨²n la mayor¨ªa de las opiniones, una de las asignaturas pendientes de la primera legislatura socialista. Poco o nada se ha hecho en esta materia, salvo la aprobaci¨®n de la ley general de Sanidad, que en su ambig¨¹edad deja la mayor¨ªa de las cuestiones clave abiertas a m¨²ltiples interpretaciones a la hora de su desarrollo. Los problemas no se han querido o sabido solucionar, y se han hecho cr¨®nicos, con la dificultad que ello supone para encontrarles arreglo, y a la vez se ha logrado desilusionar al amplio colectivo de profesionales sanitarios que apost¨® en 1982 por la reforma sanitaria.Todo ello en un marco de restricci¨®n econ¨®mica que ha hecho descender el porcentaje de PIB destinado a salud, que se situaba el a?o pasado alrededor del 3,5%, frente al 6,2% del Reino Unido o el 9,3% de Francia. A la vez, se ha aumentado la poblaci¨®n protegida por el sector sanitario p¨²blico, estimada en el 95% en 1985, lo que ha supuesto una disminuci¨®n del gasto sanitario por persona protegida de 3.504 pesetas desde 1982 a 1985. Esta restricci¨®n econ¨®mica se ha realizado, adem¨¢s, con criterios poco claros desde el punto de vista sanitario, produciendo una disminuci¨®n global de la calidad asistencial.
Quiz¨¢, con todo, lo m¨¢s llamativo ha sido la absoluta falta de pol¨ªtica sanitaria que ha caracterizado la gesti¨®n del ministro anterior, si por pol¨ªtica entendemos tener un plan de actuaciones y alternativas y avanzar hacia ellas. Se ha actuado seg¨²n las conveniencias del momento, dando bandazo tras bandazo, y siempre en la ¨®ptica del ahorro y de mantener una buena imagen.
Ni siquiera se han conseguido avances en temas tan elementales como una buena pol¨ªtica de vacunaciones (que est¨¢n en nuestro pa¨ªs a un nivel tercermundista) o de lograr un n¨²mero suficiente de profesionales cualificados sobre gesti¨®n y planificaci¨®n sanitaria (una, de las insuficiencias clave a la hora de abordar la reforma sanitaria en Espa?a).
Muchos problemas
Muchos son, pues, los problemas que habr¨¢ de abordar el nuevo ministro. Un ministro que adem¨¢s, seg¨²n ha reconocido con una sinceridad que le honra, no tiene experiencia en temas sanitarios. Por ello, y desde la ¨®ptica de quienes defendemos y estamos comprometidos con el mejor funcionamiento del sector sanitario p¨²blico y, por tanto, deseamos la mayor eficiencia y eficacia de la administraci¨®n sanitaria, me permito se?alar lo que a nuestro entender son los problemas clave que habr¨¢ que resolver y cu¨¢les las alternativas que de manera muy gen¨¦rica pueden adoptarse.
En primer lugar, el nivel de conocimiento en materia de salud ha alcanzado un grado de desarrollo bastante importante a nivel internacional. Desde la creaci¨®n del Servicio Nacional de Salud (SNS) en el Reino Unido, en los a?os cuarenta, se han ido acumulando multitud de experiencias. Los servicios de salud de Dinamarca, Suecia y dem¨¢s pa¨ªses n¨®rdicos, los de reciente implantaci¨®n en Italia y Grecia, as¨ª como los problemas planteados por el desarrollo del propio SNS ingl¨¦s, por no hablar de los pa¨ªses del Este ni de la labor desarrollada por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, hacen que pr¨¢cticamente todas las cuestiones que se presentan a la hora de dise?ar una pol¨ªtica de salud est¨¦n suficientemente analizadas y sus soluciones planteadas a escala comparativa.
Naturalmente que hay decisiones pol¨ªticas que tomar, pero la mayor¨ªa de los temas son fundamentalmente t¨¦cnicos, y en ellos no tienen cabida brillantes improvisaciones, que no pueden sino producir disfuncionalidades en su aplicaci¨®n, cuando no contradicciones irresolubles.
La segunda cuesti¨®n ya la ha se?alado el actual ministro en sus primeras declaraciones. O se incrementa el porcentaje destinado al sector salud en los Presupuestos Generales del Estado o no hay reforma posible. Cambiar la estructura sanitaria de nuestro pa¨ªs de una manera profunda supone, aparte de la voluntad pol¨ªtica de querer hacerlo, realizar muy importantes inversiones.
En este terreno, como en la reconversi¨®n industrial o en la red de carreteras, hay que realizar una inversi¨®n inicial importante para adecuar las actuales estructuras a las necesidades reales de la poblaci¨®n, m¨¢s a¨²n cuando la ley general de Sanidad prev¨¦, aunque de forma difusa, una ampliaci¨®n de la cobertura y de las prestaciones sanitarias (salud mental, etc¨¦tera).
Desarrollo de la ley
Claro est¨¢ que queda tambi¨¦n el desarrollo de la ley, que obliga a una amplia labor normativa por parte del ministerio y de las comunidades aut¨®nomas. ?sta es la oportunidad de solucionar los aspectos m¨¢s negativos de la misma. Asegurar la cobertura a todos los ciudadanos por parte del Sistema Nacional de Salud, acelerar la integraci¨®n de todas las atenciones y ampliar las mismas a los temas hasta ahora desatendidos (salud mental, odontoestomatolog¨ªa, promoci¨®n de la salud, etc¨¦tera), as¨ª como propiciar las transferencias del Insalud a todas las comunidades aut¨®nomas, acabando con la duplicidad y confusi¨®n de varias redes sanitarias p¨²blicas, y la regulaci¨®n de la libre elecci¨®n de m¨¦dico en un marco que permita el desarrollo de las labores de promoci¨®n de la salud y de prevenci¨®n de la enfermedad son algunas de las cuestiones clave que podr¨¢n consolidar un modelo p¨²blico de salud.
No menos importancia tiene potenciar la atenci¨®n primaria, ampliando el n¨²mero de centros de salud y la poblaci¨®n acogida al nuevo modelo de atenci¨®n primaria de salud, asegur¨¢ndoles unos recursos de medios, infraestructura y personal suficientes, implementando a la vez los problemas que padecen los que ahora funcionan.
Y ello sin olvidar el segundo escal¨®n de la atenci¨®n sanitaria, mejorando el funcionamiento de los hospitales p¨²blicos, dot¨¢ndolos de medios presupuestarios que permitan un equipamiento suficiente, creando una red integrada de hospitales p¨²blicos en todas las comunidades aut¨®nomas, favoreciendo unas relaciones fluidas entre los hospitales y la atenci¨®n primaria y asegurando sus condiciones de trabajo y retributivas que incentiven la dedicaci¨®n y la calidad asistencial de los profesionales.
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