El espa?ol y el gay
M¨¢s que el sexo de'los ¨¢ngeles, la Iglesia ten¨ªa que haber debatido el sexo de los hombres / El rechazo de la homosexualidad es de origen teol¨®gico / Este verano se ha estrenado en Madrid la primera comedia americana sobre el SIDA, plaga b¨ªblica prefabricada / El gay es biol¨®gicamente pacifista / El homosexual pone entre par¨¦ntesis la Creaci¨®n, como la temera de dos cabezas / A partir de la prorniscuidad sexual de que nacimos, la elecci¨®n de la mujer toma un car¨¢cter po¨¦tico, m¨¢s que biol¨®gico / Simone de Beauvoir: "Uno se elige" / El gay es una cp¨ªtica al Orden / Aqu¨ª, el gay a¨²n es el gracioso de las revistas del Calder¨®n.
El espa?ol viv¨ªa muy tranquilo, desde Trento, o Nicea, sabiendo a qu¨¦ atenerse sobre el sexo de los ¨¢ngeles. Lo que no se les ocurri¨® en Trento fue debatir el sexo de los hombres, porque eso parece que estaba claro con los grandes patriarcas de la Biblia, que ellos solos llenaban de hijos una provincia, aunque entonces no hab¨ªa provincias propiamente dichas (pero pro/vincia viene de vencida). Desde Corocota para ac¨¢, todos ¨¦ramos muy machos. En Inglaterra ten¨ªan a Oscar Wilde, claro, pero aqu¨ª ten¨ªamos a Larra, que firm¨® y rubric¨® su machismo mat¨¢ndose por Dolores Armijo. En Francia ten¨ªan a Gide, pero aqu¨ª ten¨ªamos a don Miguel de Unamuno, cuyo cincuenta aniversario de su muerte tambi¨¦n se celebra ahora, y que le hab¨ªa hecho a su se?ora a.s¨ª como una doceria de hijos.Nada. Lo gay (que entonces no se llamaba as¨ª) era cosa extranjera y fin de siglo. Cuando el espa?ol empez¨® a detectar gais entre los suyos, no se lo pod¨ªa ni creer.
Es como si hubiera encontrado piojos en el traje de los domingos. Por otra parte, el espa?ol ten¨ªa sojuzgado al homosexual mediante un lenguaje machista: "maric¨®n", "mariconazo,', "buja", "bujarr¨®n", etc¨¦tera. La palabra y su aumentativo. El idioma tiene virtudes curativas. Tambi¨¦n curativas. Hoyos y Vinent, arist¨®crata y republicano muri¨® fusilado por los suyos. Se gurarnente por maric¨®n. Si no es que no se explica. Cuando la guerra civil, me refiero. Homosexual, por entonces, equival¨ªa a se?orito, degenerado. La lectura pol¨ªtica del gay ha cambiado mucho en medio siglo: por aquellos trasan ta?os era decadescente el tomar por retambufa. Hoy es moderno, postmoderno, postnov¨ªsirno, y lo reaccionario es denunciar o no aceptar al homosexual.
El rechazo de la homosexualidad, naturalmente, es de origen religioso. Toda teolog¨ªa es utilitaria. El mundo est¨¢ hecho para algo. El homosexual no da hijos para la guerra ni almas para el. cielo. El homosexual, teol¨®gicamente, es un par¨¢sito. Lo que pasa es que ahora todos nos hemos convertido en par¨¢sitos, ya que no en homosexuales, gracias a Dios: fornicamos sin procrear, ponemos objeciones de conciencia al servicio militar, no educamos a nuestros hijos por los curas, sino por la LODE, hacemos movidas pacifistas. No le somos ¨²tiles al Estado ni a la Patria ni a nadie. A medida que el hombre normal se ha Convertido en par¨¢sito de la burgues¨ªa, el par¨¢sito tradicional -gay, drogadicto, Y delincuente- lo es menos.
Este verano se ha estrenado en Madrid la primera comedia americana sobre el SIDA. El SIDA tiene algo de plaga b¨ªblica prefabricada contra los homosexuales, y contra toda actividad amorosa no incluida en la estricta tabla moral de Reagan. Reagan puede poner una polic¨ªa sexual en su pa¨ªs, pero lo que no puede hacer tan f¨¢cilmente es prohibir una comedia, porque la libertad de expresi¨®n, y m¨¢s si se prestigia con una forma art¨ªstica, es el origen mismo de aquella democracia.
La vaselina que empez¨® a situar al gay en la sociedad espa?ola fue, naturalmente, el humor. O la risa. Bergson y Freud nos han explicado estas cosas. La risa es un mecanismo defensivo ante lo que nos inquieta. Todav¨ªa, en los subg¨¦neros, el gay es el gracioso En cambio, Terenci Moix puede presentarnos una versi¨®n/lectura de Hamlet que tiene mucho de dudosa amistad entre amigos, un drama de hombres, y con toda justicia, ya que Shakespeare estaba en el tema.
Un art¨ªculo sobre el gay no puede ser un art¨ªculo gracioso, pues que, como me dec¨ªa mi maestro Jorge Guill¨¦n, no se pue de "jugar" y "juzgar" al mismo tiempo. Aunque ¨¦l, al emitir el juicio, estaba jugando con la alteridad de estas dos palabras.
Los movimientos gay del mundo, y de Espa?a, se han ganado el respeto hist¨®rico de, los grupos pol¨ªticos o apol¨ªticos, porque el gay es casi biol¨®gicamente paci fista. El. espa?ol, que siempre ha alardeado de ignorar el racismo tiene o ha tenido sus negros en los homosexuales. Hasta hace pocos a?os, lo mejor que pod¨ªa hacer un homosexual era irse de Espa?a, y muchos lo hicieron y lo hacen. El rechazo del gay es fundamentalmente religioso porque el gay pone entre par¨¦ntesis la ordenaci¨®n divina del mundo, la Dualidad: un cuerpo y un alma un ¨¢ngel y un demonio, un sexo masculino y otro femenino, unos hombres ricos y otros pobres, unas razas civilizadas y otras salvajes.La Dualidad de la cual obtener la s¨ªntesis, que naturalmerir te era Dios. El mundo es hegeliano mucho antes de Hegel.
Pero luego hay que meditar en que la diferenciaci¨®n de los sexos es cient¨ªficamente provisional, como provisional fue su promiscuidad. La fijaci¨®n de tantas especies en macho Vhembra parece un paso adelante de la evoluci¨®n En cuyo supuesto, el homosexual de cualquier sexo supondr¨ªa un paso atr¨¢s, como el hombre lobo el ni?o mono o la ternera con dos cabezas. El homosexual, como excepci¨®n, pone entre par¨¦ntesis la infalibilidad de Dios. Y ¨¦ste es el gran pecado que la Iglesia no le perdona (aunque no lo diga), m¨¢s que el pecado de la, carne.
El homosexual est¨¢ dando testimonio de un desorden en el Universo, de un error. Est¨¢, s¨ª poniendo entre par¨¦ntesis a Dios. Pero ni error ni desorden.
El homosexual nos recuerda, involuntariamente, la fuerza sexual ciega e indiscr¨ªminada que ha dado lugar a la vida en la Tierra. Y esto se hace intolerable para las gentes de Orden, que son las que necesitan tenerlo todo orde nado.
La homosexualidad de cual quier sexo no es sino una varian te del pansexual¨ªsmo que ha he cho posible la vida entre noso tros, o que nos ha hecho posible la vida a nosotros. El pansexualismo y el omnivorismo han hecho hombre al hombre. Y uno se afirma m¨¢s y m¨¢s en esta defensa del homosexual (que no la necesita: sabe defenderse por s¨ª mismo), pues que, a partir de la confusi¨®n sexual de que nacimos, la elecci¨®n de la mujer toma ya un car¨¢cter gratuito, lujoso, po¨¦tico, voluntario. "Uno se elige", dijo Simone de Beauvoir, que sab¨ªa de esto de los sexos ?no? Quiz¨¢, uno se elige macho, cuando cre¨ªa serio desde la cuna. Personalmente, uno prefiere que su elec ci¨®n sea po¨¦tica a que sea biol¨® gica.
La variante po¨¦tica de lo humano es la mujer.
El machismo profesional nos ha tra¨ªdo, a trav¨¦s de innumera bles guerras, hasta las nuevas ar mas del terror. Reagan es hoy el supermacho gal¨¢ctico que traiciona a Nancy con el Universo. Quiere violarlo todo. "La destrucci¨®n o el amor", que dijo Aleixandre, pero en nuclear. El f¨²tbol y todos los espect¨¢culos deportivos masculinos, seguidos casi exclusivamente por hombres, son la apoteosis de una homosexual¨ªdad latente, de una adoraci¨®n del hombre por el hombre que entre los nazis se hizo expl¨ªcita y directa.
No s¨¦ si es una argucia ret¨®rica de la Beauvoir, pero uno est¨¢ contento de haberse elegido macho, pues esto le quita al culto a la hembra toda su crispaci¨®n zool¨®gica: ocurre que somos el resultado de una elecci¨®n l¨ªrica. Que uno prefiere las mujeres como otro prefiere las mariposas, para coleccionar, y otro los f¨®siles. Y no hablo ahora de ninguna clase de coleccionismo presuntuoso, obviamente, sino del car¨¢cter gratuito, altruista, literario, que tiene la dedicaci¨®n a la mujer, y que, como ahora parece que sabemos, no viene tanto de ella como de una elecci¨®n nuestra, remota, eficaz, perdwable y perdida en los tiempos o en nuestra biograf¨ªa. Claro que est¨¢n las hormonas, pero dicen que a las hormonas se las educa f¨¢cilmente en un sentido o en otro.
El gay puede y debe luchar por sus derechos plenos. Pero en Es pa?a siempre ser¨¢ la excepci¨®n inquietante, por razones irracionales (culturales, sociales, religiosas). Inquietante porque su sola existencia pone en duda las creencias solariegas del espa?ol tradicional. El gay es una cr¨ªtica impl¨ªcita al orden establecido, a las profundas separaciones esta blec¨ªdas. En Estados Unidos, una de cada diez Universidades est¨¢ presidida por una mujer. Hay en el Occidente puritano una promoci¨®n de la mujer que no tiene nada que ver con el femi nismo. Se trata, en el fondo, de utilizar a la mujer como sustitutivo del homosexual. Se trata de potenciar "el segundo sexo" corno barrera contra el tercero. En la Espa?a irracional que nos gu¨ªa, el gay todav¨ªa es el gracioso de las revistas del Calder¨®n.
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