Los que huyeron de la regresi¨®n carecen de una organizaci¨®n b¨¢sica
Algunos comentarios han indicado que, al cumplirse el decimos¨¦ptimo aniversario del golpe de Estado que le propuls¨® al poder, el coronel Muammar el Gaddafi se encuentra debilitado. Tras la incursi¨®n militar norteamericana del pasado 15 de abril, ha abandonado la escena pol¨ªtica internacional, en la que tiende al protagonismo, y la CIA- asegura que su estado de salud mental deja que desear. Sin embargo, Gaddafi mantiene el control de los mandos de la Yamahiria y sigue guiando la revoluci¨®n. El sistema que ha articulado en torno a su figura demuestra ser eficaz: hasta ahora, todos los intentos de derrocarle han fracasado, y no hay s¨ªntomas de descomposici¨®n del r¨¦gimen.
"Las razones que llevan a los libios a oponerse a Gaddafi y a abandonar el pa¨ªs tienen m¨²ltiples or¨ªgenes: tribales, regionales, sociales... Desde el hombre de ,negocios que ya no puede comerciar hasta el cabeza de familia que se niega a enviar a sus hijos al Ej¨¦rcito, pasando por el que simplemente ti6ie miedo. Cualquiera puede ser impelido a huir", explica desde el exilio un ex coronel del Ej¨¦rcito libia. Una decena de grupos de oposici¨®n en el exilio espera con impaciencia la hora del regreso.El 1 de septiembre de 1969, cuando tom¨® el poder, Gaddafi ten¨ªa ya un competidor: Abdelaziz Chalhi, el protegido del rey Idris, l¨ªder de la hermandad isl¨¢mica de los Senusi. Con el benepl¨¢cito de los brit¨¢nicos, los egipcios y del propio rey, preparaba un golpe de Estado, previsto para el 5 de. septiembre. Gaddafi le cogi¨® desprevenido. Fue detenido. Su hermano Omar vol¨® a Londres para pedir a los brit¨¢nicos que le ayudaran a expulsar a Gaddafi y a su gente. Vano esfuerzo.
Omar intent¨® luego por dos veces volver a poner a los Senusi en su lugar. Con Abdula Senusi, el llamado Pr¨ªncipe Negro, fue el instigador de la conspiraci¨®n del Fezan durante el verano d¨¦ 1970. Unos mercenarios venidos de Chad deb¨ªan ayudar a los mon¨¢rquicos a retomar el poder. El golpe fue desbaratado gracias a los buenos oficios de la CIA. Tras un a?o de preparativos, la misi¨®n Hilton, que proyectaba tomar la prisi¨®n central de Tr¨ªpoli (siempre con la ayuda de mercenarios), qued¨® en agua de borrajas. Seguramente, la CIA, aliada a los servicios brit¨¢nicos e italianos, tambi¨¦n tuvo que ver con este segundo fracaso.
-El descontento se ampl¨ªa los mon¨¢rquicos no fueron por mucho tiempo los ¨²nicos opositores al r¨¦gimen. Ya en diciembre de 1969, Adam Hawaz y Musa Ahmed, respectivamente ministros de Defensa y del Interior de Gaddafi, fueron detenidos por haber fomentado un compl¨®. Dos veces juzgados, condenados a muerte en 1970, no han sido ejecutados y se encuentran a¨²n en prisi¨®n. Fueron los primeros de una lista, a la que pronto vinieron a sumarse otros miembros del mando supremo del nuevo r¨¦gimen. De los doce iniciales, hoy s¨®lo quedan cinco: Gaddafi, Yalud, Yunes, Garrubi y Hamadi. Los otros est¨¢n muertos, en la oposici¨®n o en exilio.
La mayor parte de los tecn¨®cratas del antiguo r¨¦gimen que hab¨ªan acogido la revoluci¨®n y aceptado participar en el Gobierno sobrevivieron, y, en general, tras algunos meses de colaboraci¨®n, fueron enviados al extranjero o destacados a puestos administrativos.
En junio de 1971, la Uni¨®n Socialista ?rabe fue declarada partido ¨²nico. Seis meses despu¨¦s, la mayor parte de los peri¨®dicos desaparec¨ªa a resultas del proceso de 29 periodistas juzgados por haber corrompido a la opini¨®n p¨²blica bajo el antiguo r¨¦gimen. Fadel Mesaudi fue el primer periodista que huy¨® de Libia. Otros le siguieron, as¨ª como escritores e intelectuales. El fen¨®meno se ampli¨® con la revoluci¨®n cultura de 1973. En la actualidad, los intelectuales libios o bien trabajo en verano oficial, o bien est¨¢n en jubilaci¨®n anticipada, en prisi¨®n o en exilio.
Desde el principio, los estudiantes han seguido decididamente a Gaddafi, y forman todav¨ªa una fuerza importante que le apoya. Pero algunos se han visto decepcionados:
. El 16 de abril de 1973, Gaddafi pronunci¨® el discurso de Zuara, instaurando la revoluci¨®n popular en cinco puntos, entre los que figuraba la supresi¨®n de todos los elementos enfermos que se opusieran a ella. Su intervenci¨®n provoc¨® manifestaciones en las universidades y repartos de panfletos, seguidas de m¨¢s de un centenar de detenciones. Un antiguo estudiante, ahora en el exilio, recuerda: "urgue un a?o de c¨¢rcel, pero otros, mayores, se vieron condenados a perpetuidad... para nada. Tras cuatro meses de interrogatorios, durante los cuales se nos pegaba, nos dejaron tranquilos; incluso hab¨ªa buen ambiente cuando pod¨ªamos juntamos...".
Dos crisis entre los estudiantes y el Gobierno provocaron graves disturbios en las universidades, en 1976. En enero, los estudiantes protestaron en la universidad Gar Yunis, de Bengasi, afirmando que las elecciones de sus representantes estaban trucadas. La polic¨ªa dispar¨® sobre los manifestantes, causando varios muertos y numerosos heridos. Las manifestaciones se ampliaron a Tr¨ªpoli, y tuvieron amplio eco en el extranjero. En abril, las autoridades conminaron a los estudiantes a deshacerse de los elementos reaccionarios. Hubo nuevos enfrentamientos y encarcelamientos. Desde entonces las disputas resurgen peri¨®dicamente en las universidades, y llegan a desembocar en linchamientos p¨²blicos.
Al haber nacionalizado pr¨¢cticamente todas las industrias y el comercio, Gaddafi se ha enfrentado no s¨®lo a la gran burgues¨ªa, sino tarribi¨¦n a la clase media. Los religiosos, a quienes tranquiliz¨®, en cuanto lleg¨® al poder, prohibiendo el alcohol, en nombre del islarri, y restableciendo la ley isl¨¢mica (Shari'a), aunque esta medida nunca ha sido efectiva, pronto se han unido a las filas de los descontentos. Gaddafi tiene una lectura y una interpretaci¨®n del Cor¨¢n totalmente personales: rechaza el Hadiz (actos y prop¨®sitos del profeta) como fuente de legislaci¨®n, considera el Fo (derecho musulm¨¢n) -con el mismo t¨ªtulo que el derecho romano o el c¨®digo napole¨®nico", y critica a los ulema, todo lo cual no puede sino disgustar a los ortodoxos del islam.
Persecuci¨®n sistem¨¢tica
La persecuci¨®n sistem¨¢tica de los opositores comenz¨® con la revoluci¨®n popular de 1973. Los primeros afectados fueron los simpatizantes de los partidos progresistas, marxistas y trotskistas, los baasistas y los miembros del Movimiento Musulm¨¢n de Liberaci¨®n. En julio de 1975, una enmienda en el c¨®digo penal castig¨® con la pena de muerte a los fundadores y miembros de organizaciones ilegales. Las primeras ejecuciones capitales se aplicaron en abril de 1977, 22 militares y 4 civiles, entre ellos dos estudiantes. "Los ahorcamientos p¨²blicos eran retransmitidos varias veces al d¨ªa en la televisi¨®n", cuenta un opositor. En 1979, 20 oficiales de Misrata fueron ejecutados por haber participado en un compl¨®.
A partir de ese momento, las alegaciones de torturas rompieron la barrera del silencio. La organizaci¨®n Amnist¨ªa. Internacional se ocup¨® de ellas. Pero los primeros prisioneros sometidos a la tortura fueron, seg¨²n fuentes de la oposici¨®n, Abdelaziz Challii y, m¨¢s tarde, los implicados en la conspiraci¨®n de Fezan.
De los presos pol¨ªticos, se ha ocupado la policia militar. Las torturas han sido practicadas en el s¨®tano del Cuaritel General de Informaci¨®n Militar, en algunas ciudades especiales, en el centro El Haba el Jadra y en los campos del 47 abril, llevados por los comit¨¦s revolucionario,s. Hasan Islikal, primo de Gaddafi, quien, hasta que fue asesinado el a?o pasado, lleg¨® a convertirse en el brazo derecho del l¨ªder, tras una notable ascensi¨®n, utilizaba habitualmente la tortura para conseguir informaciones. Su sucesor a la cabeza de los servicios secretos, Abdallah Snussi, no tiene mejor reputaci¨®n.
En febrero de 1980 se -lanz¨® la campa?a de liquidaci¨®nf¨ªsica de los enemigos de la revoluci¨®n. Ese a?o se cometi¨® una docena de atentados contra libios exiliados en Europa. Muchos opositores hicieron sus maletas para encontrar lugares m¨¢s seguros, aunque. Gaddafi les exhort¨® a regresar. En el curso de los a?os siguientes, se sucedieron los atentados contra ex?liados en Estados Unidos, Egipto y Chipre.
Unos 50.000 libios viven hoy en el extranjero.. Sin embargo, es muy dificil evaluar el n¨²mero de opositores activistas. Existe una decena de movimientos, pero no se sabe a cu¨¢ntos miembros agrupan: la informaci¨®n permanece secreta, as¨ª como la identidad de los opositores, que usan apodos. Cabe preguntarse si esta discreci¨®n no es, adem¨¢s de una evidente medida de seguridad, una manera de esconder las debilidades.
A pesar del n¨²mero de organizaciones y del amplio abanico detendencias que representan, ni siquiera el conjunto de todos ellos logra representar a toda la oposici¨®n. Muchas personalidades, y no las de menor importancia, se niegan a tomar partido por uno u otro movimiento y prefieren permanecer independientes. Es el caso de Abd el Moneim Honi, ex n¨²mero tres del Gobierno libio, quien, siendo ministro de Asuntos Exteriores, al concluir en 1975 un vi aje a Lima, decidi¨® no regresar a Libia. Tras un intento de secuestro, que fracas¨® el a?o siguiente, Honi no volvi¨® a ser molestado. Hoy parece que se le respeta en Libia, incluso en las altas esferas, donde goza de buenas relaciones. El grupo que lograra atraerse sus simpat¨ªas se, marcar¨ªa un tanto indudable, pero el hombre, inteligente y sagaz, no toma posturas altisonantes. Espera.
'Refugiados vietnamitas'
?sta es tambi¨¦n la actitud de Mansur Kiffia, quien, despu¨¦s de haber estado en Asuntos Exteriores, fue nombrado embajador de Libia en, la ONU, hasta,que dimiti¨® en septiembre de 1980. La oposici¨®n. cuenta, pues, con algunos personajes que, sin participar en la carrera por el liderazgo, estar¨ªan dispuestos a asumir funciones constructivas en el supuesto de que hubiera un cambio en su pa¨ªs.
"Somos como refugiados vietnamitas", afirma Mustaf¨¢ el Burki, "pero.ni siquiera tenemos barco El Burki, un activo hombre de negocios, padre de 12 hijos, fue condenado a muerte por los comit¨¦s revolucionarios libios. Exiliado en Italia entre 1977 y 1979, donde ten¨ªa una granja, se refugi¨® posteriormente en Egipto. Habiendo o¨ªdo que se preparaba un atentado contra ¨¦l, prefiri¨® optar por un retiro m¨¢s seguro, pues, seg¨²n su. versi¨®n, las autoridades italianas no pod¨ªan defenderle contra sus persecutores, asociados a la Mafia.
Si la imagen del refugiado vietnamita parece osada,-es exacto que la suerte de los exiliados libios no preocupa excesivamente a nadie, quiz¨¢ porque un pu?ado de ellos tienen la reputaci¨®n de ser ricos hombres de negocios. "No s¨®lo se olvida totalmente nuestro caso", prosigue El Burki, "sino que adem¨¢s somos considerados terroristas". No sienta bien ser libio en los tiempos que corren.
Para otros exiliados, los principales problemas son de orden administrativo: no disponen de pasaporte y tienen que encontrar trabajo. Estas dificultades han llevado a Mustafa el Burki a crear en 1979 en El Cairo la Liga Nacional Libia. Financiada por la Comunidad Europea y reconocida por las autoridades egipcias, la asociaci¨®n se encarga de la obtenci¨®n de visados de residencia, se ocupa de los enfermos y de las familias de los que han sido asesinados en el extranjero. Su funci¨®n es ante todo social: "80% de los libios viven en condiciones diriciles", declara Tahar Morgham, el presidente de la Liga, "lo que representa 150 familias necesitadas, repartidas entre El Cairo y Alejandr¨ªa".
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