La noche de Tatiana
Ver La s¨ªlfide es algo goloso para el p¨²blico ballet¨®mano madrile?o, pues de todos los grandes cl¨¢sicos de la danza, precisamente ¨¦ste ha sido el gran ausente de las temporadas madrile?as. No puede asegurarse que ¨¦sta ha sido la primera vez absoluta (y s¨ª la de este siglo) en que La s¨ªlfide ha sido vista en Madrid. Mar¨ªa Taglioni bail¨® en la capital espa?ola en la ¨¦poca que llevaba esta pieza dentro de su repertorio activo, pero no hay nada claro sobre qu¨¦ bail¨® exactamente.En el Monumental hasta el segundo acto no hubo grandes ratificaciones en cuanto a estilo.
El montaje del Ballet de Kiev usa una escenograf¨ªa aut¨¦nticamente antigua que es conservada con esmero museol¨®gico y donde los trucos de tramoya se hacen graciosamente evidentes (elevaci¨®n en el camino de chimenea, ingreso a puntas por la ventana vidriera, afloramiento bajo el sill¨®n). En esa atm¨®sfera de litograf¨ªa suavemente iluminada a la acuarela los personajes se dibujan a trav¨¦s de una m¨ªmica m¨¢s dura que la original que ¨¦xige el estilo de Bournonville, y aunque los bailarines sovi¨¦ticos est¨¢n naturalmente preparados para la rapidez, no fue hasta la segunda parte -el acto blanco- cuando se conjug¨® por momentos baile y forma esc¨¦nica. Un detalle t¨¦cnico tiene la clave: la mec¨¢nica del salto y el reingreso al suelo. Este segundo acto de S¨ªlfide es el cimiento que dio lugar al edificio del ballet blanco (y el ¨²nico que se conserva ¨ªntegramente). Si analizamos las evoluciones de conjunto encontraremos el antecedente directo de algunos momentos de la Giselle original: la madre; apertura de variaci¨®n con un profundo promenade; gran pose en diagonal del cuerpo de baile en el cl¨ªmax y sobre todo la idea de incorporeidad.
Ballet de la ?pera de Kiev
La s¨ªlfide: Bourrionville / Levenskold; Pas de deux: Kovtum / Rossini; Conocimiento: Lukin / Albinoni; La muerte del cisne: Fokin / Saint-Sa?ns; Grand pas de 'Don Quijote': Petipa / Minkus. Teatro Monumental.Madrid, 8 de sep¨²lembre.
La anciana bruja est¨¢ caracterizada a la manera en que lo realizaba el dan¨¦s Erik Brunh, y la acci¨®n se desarrolla en Escocia, tierra de leyendas, donde esta meiga embruja y usa sus poderes creando un precedente que la Carabosse de La bella durmiente y el Rombhalt del Lago de los cisnes llevar¨¢n a su m¨¢xima expresi¨®n, repiti¨¦ndose en estos ballets posteriores la lucha con el mal con finales m¨¢s felices.
Tatiana Tayakina apareci¨® con una sutil hilera de perlas, seg¨²n el grabado de Taglioni. Su baile fue en todo momento de una correcci¨®n ejemplar (lo que la distanci¨® del resto en cuanto a estilo), superando esa dificil manera de la elevaci¨®n que Bournonville codific¨® para la eternidad. Su bater¨ªa es menuda, veloz, de puntas bien afiladas.
Escuela danesa
Con todo y no haber sido una demostraci¨®n brillante de algo tan particular y endemoniadamente complicado como es la escuela danesa (de paso debe decirse que es buena ocasi¨®n para confrontarla con nuestra escuela bolera, con la que tiene muchos puntos de contacto cr¨®nol¨®gicos y escolares), la funci¨®n discurri¨® placenteramente y el dram¨¢tico final fue dignamente bailado. Lo mejor vino despu¨¦s.?Se ha abusado tanto en la jerga ballet¨ªstica de la palabra excelsa!, Sin embargo, en el caso de Tatiana Tayakina bailando el Paso a dos de Rossini, una creaci¨®n neocl¨¢sica de Kovtum muy equilibrada, resulta poco. Su madurez sobre las puntas merece todo detalle y an¨¢lisis. Ella maneja con un buen gusto excepcional el equilibrio y los frapp¨¦s, transmite un goce por bailar hasta el punto que recuerda a las m¨ªticas ballerinas del pasado. Era su noche; bail¨® tambi¨¦n un grand pas de Don Quijote con lujo, sin miedos, desoyendo la prudencia por el baile mismo. Valeri Pisarev fue su pareja esta vez, y verlos juntos era un bello resumen de la d¨ªal¨¦ctical interna del ballet: ¨¦l, todo ¨ªmpetu; ella, conocimiento; comienzo y apogeo, camino y recompensa. En ambos, para deleite de todos, una radiante entrega.
La muerte del cisne, de Raisa Gilko, mereci¨® una acogida m¨¢s calurosa. Esta pieza suele verse en las amaneradas versiones libres (?Iib¨¦rrimas!) de algunas estrellas. En Kiev han reconstruido lo m¨¢s cercano (y probablemente lo m¨¢s riguroso que se vea hoy) al trabajo conjunto Pavlova-Fokin, donde no hab¨ªa el manido par de bras que luego la misma bailarina agreg¨®, eso s¨ª, en dosis justas. Mediante testigos orales ha sido armada la lectura coreogr¨¢fica, de modo tal que vemos un producto finisecular, intacto. La Gilko pareci¨® estar pose¨ªda del aura de Pavlova.
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