El empate chileno
En diciembre de 1985 le pregunt¨¦ en Chile al epigram¨¢tico poeta Pedro Pablo Mora un juicio que resumiera la situaci¨®n pol¨ªtica. "Mi poema Empate", dijo. Y esforzando su memoria me lo recit¨®: "nadie que lo aguante/ nadie que lo saque".El arrebato l¨ªrico del primer verso no enturbiaba la perfidia del momento. El espectro de oposici¨®n a Pinochet iba desde la desesperaci¨®n en los sectores m¨¢s pobres; hasta un locuaz descontento en los ¨¢mbitos empresariales. La hermen¨¦utica del se gundo verso tampoco lo probaba falso. Esta oposici¨®n hab¨ªa ido ganando con los a?os espacios de libertad, que se manifestaban, por ejemplo, en revistas y radios democr¨¢ticas, elecciones parciales en universidades; y centros laborales -que, por cierto, ganaba holgadamente- o en la vida cultural, que desde el comienzo del r¨¦gimen se hab¨ªa. declarado independiente de ¨¦l y que hoy est¨¢ casi entera en la oposici¨®n (digo casientera porque hay un terceto de escritores que sirven fielmente al r¨¦gimen, de los cuales dos obtuvieron el Premio Nacional de Literatura durante este per¨ªodo; el restante dificilmente alcanzar¨¢ ser recompensado). Pero esta oposici¨®n, considerablemente apoyada por la Iglesia, no encontraba el camino para persuadir a Pinochet de que su Gobierno estaba agotado y de que el descontento comenzaba a parecerse a la desesperaci¨®n.
Entre los intelectuales chilenos, en las sobremesas se hac¨ªan melanc¨®licas s¨¢tiras sobre el supuesto pr¨®ximo editorial de las revistas de oposici¨®n moderada, que comenzaban invariablemente: "Desde estas p¨¢ginas hemos dicho reiteradamente que la negativa del r¨¦gimen a prestar o¨ªdos a los sectores sinceramente democr¨¢ticos de la oposici¨®n conducir¨¢ a una radicalizaci¨®n de la lucha pol¨ªtica y se creara una espiral de violencia". Con ligeras variantes, tanto este editorial como esta sordera del r¨¦gimen hacia la oposici¨®n se repitieron en el ¨²ltimo lustro.
El r¨¦gimen aplicaba una desesperante pol¨ªtica pendular: por una parte hab¨ªa muestras de liberalidad, donde la puerta al di¨¢logo quedaba entreabierta -siempre eternamente s¨®lo entreabierta- y por otra se consumaban, secuestros y asesinatos de opositores cuyos ejecutores eran ocasionalmente detectados, apresados y luegos puestos en libertad ante la impotencia e ira de los chilenos. Entre otras cosas, por estos motivos, nadie piensa en Chile ni fuera de Chile que sea el mismo Pinochet, como ¨¦l lo pretende, quien pueda conducir al pa¨ªs a la reconstrucci¨®n democr¨¢tica. A los m¨¢s pacientes de la oposici¨®n, el general los espant¨® cuando en un discurso hace semanas dijo que su r¨¦gimen se prolongar¨ªa m¨¢s all¨¢ de 1989, a?o hasta el cual su manufacturada Constituci¨®n lo preve¨ªa como presidente.
Tirones de orejas de Estados Unidos y de otros aliados dejan al general impert¨¦rrito. En este clima y en esta perspectiva no es extra?o entonces que los machacones editoriales de esas revistas tan ecu¨¢nimes como angustiadas comenzaran a tener raz¨®n: a la negativa del r¨¦gimen de prestar o¨ªdos a una multitudinaria oposici¨®n que le ped¨ªa la inmediata vuelta a la democracia y su renuncia, comenz¨® a responder esa violencia tan anunciada y temida por la oposici¨®n moderada. ?sta le hace a los violentistas la cr¨ªtica de que as¨ª s¨®lo dan a Pinochet la coartada Para afincarse en el poder y extender la represi¨®n al conjunto de las fuerzas democr¨¢ticas. Por su parte, estas fuerzas que utilizan formas de violencia censuran a los opositores moderados su incapacidad para lograr un proyecto com¨²n y su escasa. coordinaci¨®n para producir hechos pol¨ªticos que aceleren el fin de la dictadura. ?ste era el empate chileno hasta este mes de septiembre.
El atentado contra Pinochet introduce una dimensi¨®n en la. lucha pol¨ªtica chilena hasta hoy, in¨¦dita, pero en el fondo no quiebra la paridad. El r¨¦gimen ha apelado a la misma e insuficiente receta de siempre. Decret¨® el estado de sitio y puso en acci¨®rt todo un aparato represor que les recuerda a los observadores los meses tras el golpe de 1973. Si la Prensa alemana no traduce mal, Pinochet habr¨ªa dicho textualmente el martes d¨ªa 10: "Vamos a atacar duro. Aquellos que hablan de derechos humanos y todas esas cosas deben abandonar el pa¨ªs o ser encarcelados". Confieso que en toda mi vida no he le¨ªdo una frase semejante de un presidente, no importa cu¨¢l haya sido su v¨ªa de acceso al alto cargo. Si para este proyecto represivo encontrar¨¢ comprensi¨®n en Chile, es dudoso. En los meses posteriores al golpe de 1973 parte de la poblaci¨®n que irresponsablemente apoy¨® al r¨¦gimen ignoraba el verdadero car¨¢cter de ¨¦ste. Tras 13 a?os bajo su ¨¦gida, lo conocen demasiado bien, entre otras cosas, porque los ha arruinado. Dif¨ªcilmente aceptar¨¢n la alternativa "Pinochet o el caos" que el general plantea, y a pesar de los rigurosos d¨ªas que les esperan, seguir¨¢n optando por la ya familiar "democracia ahora".
escritor chileno, vive en la Rep¨²blica Federal de Al.emania. Es autor del filme Ardiente pasi¨®n, que obtuvo el Col¨®n de Oro en el festival de Huelva. La novela con el mismo t¨ªtulo fue publicada en Espa?a este a?o por Plaza & Jan¨¦s.
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