Jorge Arxe
Un bailar¨ªn que lleg¨® a la escultura a trav¨¦s del v¨ªdeo
El oscuro s¨®tano donde Jorge Arxe ha instalado su taller es ahora una nave inmaculada de suelos y paredes blancos. En una larga hilera, varias esculturas esperan para ser embaladas hacia El Cairo. Son piezas muy elaboradas en hierro con una p¨¢tina de cera que las hace mucho m¨¢s suaves. En pedestales, unos torsos tallados sobre pizarra.Jorge naci¨® en Barcelona en 1957 y sus esfuerzos se dirigieron muy pronto hacia la danza y el espect¨¢culo visual: "Empec¨¦ en 1976 en la facultad de Bellas Artes de Barcelona en la opci¨®n de espacio, y luego estuve en el estudio de Javier Corber¨®. Fueron a?os donde hac¨ªa muchas cosas. El v¨ªdeo signific¨® un cambio. Descubr¨ª el potencial de la imagen en movimiento, y todo aquello lo mezcl¨¦ hasta que la escultura se impuso postergando otros planes". Uno de estos proyectos era una exhaustiva monograf¨ªa sobre Fassbinder: "El trabajo sobre Fassbinder lo termin¨¦ y estoy contento con ¨¦l. Mi infancia en el colegio alem¨¢n me ayud¨® a entrar en su obra literaria. Mientras hac¨ªa el servicio militar en Melilla orden¨¦ todo el material. Supongo que el haber pasado por una educaci¨®n cartesiana me ayud¨¦".
Jorge Arxe hizo su carrera de bailar¨ªn en medios experimentales: "Estuve con Ram¨®n Sol¨¦ en Barcelona y con Colette Mullmer en La Rochelle. Michel Gascart me transmiti¨® su energ¨ªa desbocada, sin descanso. Lo m¨¢s interesante fueron unas funciones callejeras en que bail¨¦ dentro de unas esculturas sobre un suelo de barro h¨²medo". Pero por aquellas fechas tuvo un encuentro que cambi¨® sus miras: "Encontr¨¦ en 1980 a Dafni Rathouse, una profesora jud¨ªa de danza contempor¨¢nea. La ambici¨®n de hacer cosas interdisciplinarias me desvi¨® hacia la pl¨¢stica. Me fui a una isla de Panam¨¢ a decidir mi vida y volv¨ª con una talla primitiva de un barco en la mano y la convicci¨®n de dedicarme a la escultura".
Las piezas de Arxe parecen estar clavadas en el suelo, pues su contacto con la tierra es cada vez m¨¢s sutil, como una punta de lanza, y ¨¦l las explica con gestos expansivos: "S¨¦ que mis piezas tienen que ver con el arte africano, pero yo lo conozco s¨®lo referencialmente, all¨ª usan la madera y yo la odio, me parece perecedera. El hierro me da mucha seguridad". Despu¨¦s de meditarlo un poco, reconoce otras influencias: "Al final lo que hago son estructuras humanas. El minimalismo me hizo un impacto muy fuerte al llegar a Nueva York, igual que la obra de Anthony Caro".
El mercado de esculturas es muy limitado: "?ste es uno de los problemas. A pesar de que la obra es aceptada, muy poca gente se decide a comprar un objeto tridimensional. La relaci¨®n comercial con la pintura es muy diferente, pero yo pienso que cambiar¨¢ y en alg¨²n momento admiraci¨®n y adquisici¨®n ir¨¢n unidas". Jorge sonr¨ªe de oreja a oreja: "Mientras tanto yo sigo trabajando".
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