RIP
El acontecimiento m¨¢s notable del verano de 1986 fue la desaparici¨®n de la posmodernidad. Los mismos profetas que la ma?ana del tercer lunes de febrero de 1984 despertaron resacosos se dieron una palmada de eureka luego de un par de aspirinas efervescentes y anunciaron al mundo: "Hoy empieza la era posmoderna"; el pasado 23 de julio por la tarde, en el bar del palacio de la Magdalena, de Santander, despu¨¦s de un tedioso debate sobre la movida madrile?a, decidieron que la posmodernidad hab¨ªa muerto. Tuve la misma sensaci¨®n que el d¨ªa del fallecimiento del ¨²ltimo ismo. Nunca lo olvidar¨¦. Fue hacia mayo de 1974, cuando un famoso columnista de la revista Triunfo inform¨® que el estructuralismo estaba tan de moda en este pa¨ªs que hablaban de ¨¦l hasta en las peluquer¨ªas de se?oras. La media docena de disc¨ªpulos espa?oles de Barthes, L¨¦vi-Strauss y compa?¨ªa, aterrorizados por la noticia, optaron por la clandestinidad. Ahora, apenas repuesto de la impresi¨®n por el genial edificio que Rafael Moneo construy¨® para el Museo Romano de M¨¦rida, cuando empezaba a entender eso de la posmodernidad, me comunican su muerte.Pero es lo bueno que tiene este tiempo de mudanzas, que nadie se anda por las ramas. Me resulta dif¨ªcil imaginar a Brunelleschi, el 20 de agosto de 1418, al saberse elegido para construir la c¨²pula de la catedral de Florencia, diciendo: "Hoy empieza el Renacimiento". O a los autores de la Girola de Saint Denis, ebrios de beaujolais, proclamando: "Aqu¨ª termina el Rom¨¢nico". Ni consta que Warhol exclamara ante su primera botella de coca-cola, cosecha del sesenta: "Hoy muere el expresionismo abstracto y nace el pop". Admitamos que estas nuevas maneras simplifican mucho la ingrata tarea de los historiadores y cr¨ªticos de la cultura. Ahora bien, sin dudar del fin de la era posmoderna, el 23 de julio de 1986, este funeral plantea serios problemas. Porque si la posmodernidad naci¨® para decretar la muerte del proyecto moderno, es decir, del progreso y la raz¨®n, en tonces su muerte implica la resurrecci¨®n de los dos muertos. Y las venganzas post mortem suelen ser despiadadas con sus asesinos.
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