Montxo Armend¨¢riz, con '27 horas', mantiene la alta calidad de la muestra donostiarra
ENVIADO ESPECIAL Era muy esperada en San Sebasti¨¢n, donde fue rodada, la segunda pel¨ªcula de Montxo Armend¨¢riz, 27 horas. La causa hay que buscarla en su primera pel¨ªcula, Tasio, que revel¨® a un cineasta genuino de los que hablan con im¨¢genes. La elocuencia de su primer filme no oscurece al segundo, sino que lo confirma, pues 27 horas brill¨® en el d¨ªa de m¨¢ximo lujo, el de la proyecci¨®n con acompa?amiento, orquestal de la portentosa Avaricia, cumbre del genio de Erich von Stroheim. Y mientras en San Sebasti¨¢n el buen cine queda, las estrellas de medio pelo, invitadas nadie sabe por qu¨¦, pasan.
Los autores de 27 horas van a tener que luchar, si quieren que su pel¨ªcula sea correctamente entendida, contra una visi¨®n facilona a la que el filme se presta: la que lo reduce a una an¨¦cdota centrada en el infierno blanco del tr¨¢fico de hero¨ªna.La conferencia de prensa que ayer sigui¨® a la proyecci¨®n de 27 horas es buena prueba de ello, pues casi todas las preguntas de personas que se presume que por su oficio est¨¢n adiestradas en ver pel¨ªculas fueron directamente a esa falsa diana de la (droga como supuesto asunto primordial de la pel¨ªcula.
De nada valieron las veladas protestas de Armend¨¢riz y el productor, El¨ªas Querejeta, ante los superficiales derroteros por los que discurri¨® su encuentro con los periodistas: "La pel¨ªcula", dijo Querejeta, "no trata del asunto de la droga. ?ste es s¨®lo un veh¨ªculo argumental a trav¨¦s del que se exponen otras cuestiones, que son las que constituyen el fondo, de la pel¨ªcula".
Pero estas cuestiones de fondo no afloraron en el debate y lo cierto es que, aunque se trate de aut¨¦nticas cuestiones de fondo, son enteramente visibles en la superficie del filme, incluido su t¨ªtulo, 27 horas, que es el enunciado de un tiempo. Las interrelaciones entre el tiempo real y el tiempo f¨ªlmico, es un antiguo y b¨¢sico problema formal del cine que obtiene en este filme un tratamiento muy original e inteligente. ?sta es una de esas cuestiones de fondo, que en cine lo son siempre de forma.
Dentro del tiempo, de esas 27 horas, sus autores trazan con tintas tan negras como invisibles una compleja serie de itinerarios que se interfieren rec¨ªprocamente hasta formar una tupida red de encuentros y desencuentros que conforman la trama de esas citadas cuestiones de fondo. Son estos itinerarios otro fondo del filme, el umbral de su fondo ¨²ltimo, que es el camine, de un muchacho hacia el suicidio, problema humano que antecede en dos o tres millones de a?os al de la hero¨ªna, y que Armend¨¢riz rescata de las nubes de la especulaci¨®n y trae a la baja materia cotidiana de la vida en una ciudad contempor¨¢nea que, como todas las del mundo de hoy, se encuentra en estado de guerra latente, subterr¨¢nea.
Documento o poema
Es de temer que, a causa de la presi¨®n simplificadora que arrastra el sensacionalismo de la droga, 27 horas va a ser tomada por muchos como un filme sobre la excepci¨®n, cuando se trata de todo lo contrario: un filme sobre la norma, una norma que es puesta en carne viva por aquella excepci¨®n.Este equivoco puede da?ar a un filme tan dif¨ªcil, noble y magn¨ªfico como 27 horas, aunque as¨ª se facilite su digesti¨®n comercial. Y puede da?arlo a causa de la tendencia habitual a confundir el h¨¢bito con el monje, lo que es un error muy grave ante una pel¨ªcula tan compleja como ¨¦sta, ya que supone considerar como documento a lo que es un poema, disfrazar de respuesta a lo que es una pregunta y vestir de testimonio a lo que es una met¨¢fora. 27 horas no trata de las cloacas del tr¨¢fico de hero¨ªna en San Sebasti¨¢n, sino del abismo del suicidio en cualquier ciudad del mundo contempor¨¢neo.
Aves de paso
Cerr¨® la jornada de ayer la proyecci¨®n de los 140 minutos en que quedaron comprimidos, tras el experto montaje del cirujano Rex Ingram, los 460 que a mediados de los a?os veinte rod¨® Erich ven Stroheim en los desiertos de California bajo el t¨ªtulo de Avaricia, una de las fuentes inagotables del asombro en el cine, una catedral de ¨¦ste para quienes lo consideran una religi¨®n, que son muchos.Y alrededor de estos 140 minutos de eternidad, el hormigueo de algunos asteroides de paso, como la ef¨ªmera Susan George, que brill¨® hace a?os un poco en Perros de paja, de Peckimpah, o el m¨¢s ef¨ªmero a¨²n Simon McCorkindale, el abogado de esa basura en dosis titulada Falcon Crest, y otros por el estilo invitados a San Sebasti¨¢n para iluminar no se sabe qu¨¦ fachadas.
Se espera la llegada de nuevos asteroides y de alguna que otra estrella apagada, como Ali McGraw, Ursula Andress y Susannah York. Y mientras, se confirma si llega o no Gregory Peck a ilustrar la clausura, Sergio Leone anda por aqu¨ª despotricando contra los productores, y Louise Rainer, una joven anciana que calla discretamente, tal vez porque esta admirable mujer y actriz norteamericana, a la que el festival dedica una retrospectiva de que otra d¨ªa hablaremos, s¨ª se merece de verdad estar aqu¨ª, rodeada por una tierra a la que defendi¨® con ardor hace 50 a?os, cuando m¨¢s necesitaba ser defendida.
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