Un rayo de optimismo
HAY QUE saludar con satisfacci¨®n el acuerdo de la Conferencia de Desarme de Europa, terminada en Estocolmo despu¨¦s de una pr¨®rroga de horas que no tuvo car¨¢cter dram¨¢tico. Las bases principales del consenso estaban conseguidas ya, y ese alargamiento de las sesiones se dedic¨® a un regateo sobre n¨²mero de tropas en las maniobras a inspeccionar y la manera de hacerlo. El acuerdo, que debe ser ratificado por los 35 pa¨ªses miembros de la conferencia, se?ala que los Estados del Pacto de Varsovia y la OTAN notificar¨¢n al otro bloque, con 42 d¨ªas de anticipaci¨®n, las maniobras militares que realicen con m¨¢s de 13.000 hombres o 300 tanques. Si las maniobras incluyen a m¨¢s de 17.000 hombres, dos pa¨ªses de la conferencia de Estocolmo deben ser invitados como observadores. En el caso de que participen en las maniobras tropas anfibias o paracaidistas por encima de los 3.000 soldados, ello deber¨¢ ser igualmente notificado, y los observadores tendr¨¢n que ser invitados si la cifra llega a 5.000. El tratado entrar¨¢ en vigor el pr¨®ximo a?o.El acuerdo firmado es un desarrollo positivo -puede decirse que el primero desde la firma de los acuerdos SALT en 1979- de los conceptos y los compromisos a los que se lleg¨® en la conferencia de Helsinki en 1975. En las sesiones de la conferencia habidas en Madrid y clausuradas en 1983 se hab¨ªa encargado se estudiaran, en ¨¦sta que ahora acaba, medidas de confianza reales entre los pa¨ªses para avanzar en el desarme. Por limitado que sea lo que ahora se ha acordado, la conferencia ha tenido ¨¦xito y eso permite una mirada m¨¢s optimista sobre el futuro. Sobre todo si se tiene en cuenta que las sesiones de la conferencia en Belgrado y en la capital de Espa?a estuvieron a punto de dar al traste con todo el proyecto y el esp¨ªritu emanado de Helsinki. Parece que el regreso a climas menos templados ha hecho a las delegaciones mantener m¨¢s fr¨ªa la cabeza.
Helsinki zanj¨® de manera definitiva la estabilidad de las fronteras en Europa tal y como las conocemos hoy y abund¨® en promesas incumplidas repecto a la eventualidad de una liberalizaci¨®n en los pa¨ªses comunistas, una mayor independencia de maniobra en las naciones miembros de cada bloque y unas perspectivas saludables de progreso en las conversaciones de desarme. ?stas quedaron en cierta medida consagradas por los acuerdos SALT II, que sin embargo nunca han sido ratificados por el Senado norteamericano, y pr¨¢cticamente rotas por la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afagnist¨¢n, que arroj¨® las m¨¢s negras sombras sobre la reuni¨®n de la conferencia en Madrid.
Es verdad que lo firmado ahora en Suecia es de alcance limitado y queda circunscrito, por la propia naturaleza de la reuni¨®n, al teatro europeo (seg¨²n el lenguaje habitual). Pero sus repercusiones a escala global pueden ser significativas. Las conferencias de desarme de Ginebra y de Viena y los contactos entre la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos que se est¨¢n celebrando en Washington con vistas a la cumbre entre Reagan y Gorbachov se ver¨¢n beneficiados por el esp¨ªritu de Estocolmo. No obstante el caso Daniloff, y los diferentes puntos de vista americano y sovi¨¦tico sobre el eventual contenido de la cumbre permanecen como obst¨¢culos serios en la preparaci¨®n de esta.
Otro ¨¦xito real del acuerdo consiste en subrayar precisamente el papel de Europa en las relaciones internacionales, a lo que hay que a?adir el progreso que significa ante el multilateralismo de las mismas. Los pa¨ªses menores de ambos bloques, as¨ª como los no alineados y neutrales, han recibido una inyecci¨®n de ox¨ªgeno despu¨¦s del documento de Estocolmo, que es cuando menos una renuncia parcial al bipolarismo creciente de los ¨²ltimos a?os.
Por lo dem¨¢s es preciso esperar a comprobar en la, pr¨¢ctica el funcionamiento del tratado. Las medidas de confianza y la implementaci¨®n de las inpecciones necesarias in situ han sido uno de los principales escollos con que se vienen encontrando las conversaciones sobre desarme o limitaci¨®n de armamentos en los ¨²ltimos a?os. Si lo decidido en Estocolmo prueba su eficacia, pactos similares podr¨ªan producirse respecto al despliegue de los euromisiles, los cohetes de largo alcance y las armas qu¨ªmicas. Es preciso saludar por eso con esperanza la firma de este convenio que puede marcar -?por qu¨¦ no?- el comienzo de un di¨¢logo diferente entre los poderosos de la Tierra. Un di¨¢logo que no sea, como hasta ahora, de sordos.
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