La 'guerra' de Ios fruteros
Una mezcla de control de precios y viejas pr¨¢cticas de distribuci¨®n al consumidor
El jueves, d¨ªa 25 de septiembre, miles de personas acudieron a las naves de frutas y hortalizas de Mercamadrid, situado en las afueras, al Este de la ciudad: los asentadores regalaban los productos, ten¨ªan sus asientos a rebosar.Tres d¨ªas antes, el 22, los minoristas de este sector del comercio alimentario madrile?o hab¨ªan empezado a boicotear a aqu¨¦llos. ?Motivo aparente?: los asentadores hab¨ªan cerrado sus puestos el lunes d¨ªa 15 y el lunes d¨ªa 22, de acuerdo con el convenio firmado en junio de 1984 con sus trabajadores y con el Ayuntamiento de Madrid, organismo regulador del mercado central. Seg¨²n este acuerdo, la secci¨®n de frutas y hortalizas de Mercamadrid cerrar¨¢, adem¨¢s de todos los domingos, todos los lunes desde el 15 de septiembre hasta el 1 de junio (temporada de invierno) y abrir¨¢ todos los lunes desde el 1 de junio hasta el 15 de septiembre (temporada de verano). Los minoristas quieren que se abra todos los lunes del a?o.
Aquel jueves, y entre el griter¨ªo de una ca¨®tica repelea entre los consumidores por coger cada cual lo que pudiera de los montones de verduras apilados al alcance del p¨²blico, una mujer se preguntaba: "?por qu¨¦ tenemos que venir aqu¨ª? ?Por qu¨¦ no se lleva fruta a la ciudad?". Y una voz masculina contest¨®: "porque los minoristas no vienen a comprar, ni dejan comprar a otros que quieren hacerlo".
Cuesti¨®n de g¨¦neros
Al d¨ªa siguiente, un centenar de minoristas abrieron sus fruter¨ªas y despacharon al p¨²blico bajo protecci¨®n policial. "Pero, ustedes, ?qu¨¦ es lo que quieren?", preguntaba una se?ora a uno de ellos en el distrito de Fuencarral. "Queremos", dijo "que los mayoristas abran los lunes para que usted tenga fruta fresca ese d¨ªa y no le cueste m¨¢s cara. ?O es que no quiere usted la fruta fresca?". La mujer asinti¨® y se call¨®.
Los asentadores argumentan que no pueden abrir m¨¢s de lo que abren porque sus trabajadores tienen que descansar. Los detallistas sugieren que aqu¨¦llos aumenten sus plantillas laborales.
El cierre o la apertura, en s¨ª mismos, no tienen por qu¨¦ repercutir en la calidad. Tal es el criterio de la direcci¨®n de Mercamadrid. Independientemente de que se abra o no el lunes las verduras no se recolectan despu¨¦s del viernes. Si la calidad no var¨ªa, tampoco debe hacerlo el precio, en teor¨ªa, aunque s¨ª puede cambiar seg¨²n se modifique la oferta de g¨¦nero.
El problema de los lunes afecta principalmente a los peque?os mayoristas de Mercamadrid y a un sector de grandes minoristas. Aqu¨¦llos no tienen capacidad para competir fuera de ese mercado central, y ¨¦stos pueden forzar a la baja los lunes porque al producirse el cierre de otros mercas se ampl¨ªa la oferta del de Madrid.
"En el fondo es una lucha por el control de precios, aunque, detr¨¢s, subyace un problema end¨¦mico en el peque?o comercio de la alimentaci¨®n madrile?o" apunta Jes¨²s Prieto, presidente de Mercasa, empresa que, con el Ayuntamiento, suma la mayor¨ªa de acciones de Mercamadrid.
Durante el ¨²ltimo boicoteo, los minoristas pod¨ªan haber sostenido su presi¨®n sobre Mercamadrid y haber utilizado otros canales alternativos de compra -que los hay- para no dejar sin fruta y hortalizas a la poblaci¨®n, pero la mayor¨ªa (son unos 5.000 en la regi¨®n) no lo ha hecho. Los minoristas no descartan la posibilidad de seguir su boicoteo a partir de ma?ana, lunes, con apoyo de otros gremios.
Itinerario de una lechuga
Sobre este proceso apenas se han pronunciado -o han pasado de puntillas- las organizaciones empresariales y las centrales sindicales. CC OO y UGT encuadran a trabajadores de fruteros mayoristas y minoristas -pocos, y sin convenio desde 1981)- as¨ª como a trabajadores de otros gremios y organizaciones de alimentaci¨®n. Por otro lado, las patronales del sector que constituyen un abanico amplio, a veces con intereses encontrados, y cuya dimensi¨®n var¨ªa desde las puramente gremiales hasta asociaciones independientes o enmarcadas en la CEOE.
La confusi¨®n ha predominado en la opini¨®n p¨²blica. El consumidor se pregunta: ?qu¨¦ es lo que pasa en esta guerra? ?Qui¨¦nes estuvieron vendiendo fruta en Madrid mientras duraba la huelga de los fruteros? ?A qui¨¦n ha beneficiado? El reciente desabastecimiento se ha materializado dentro de una compleja y heterog¨¦nea red comercial -y social- que comprende en una lechuga el itinerario desde su extracci¨®n en el campo hasta la ensaladera.
La clave de esta compleja crisis se encuentran en la incidencia de la distribuci¨®n paralela a Mercamadrid, el tratamiento de los productos (cada vez m¨¢s normalizados en grandes almacenes y tiendas especializadas) y los nuevos h¨¢bitos del consumidor (cada vez m¨¢s exigente y proclive a comprar en fin de semana), que afectan a quienes no actualizan su infraestructura empresarial.
No ha faltado fruta y verdura en los hiper, grandes almacenes, algunos supermercados, cadenas de alimentaci¨®n y algunas peque?as tiendas qwue disponen de otros sistemas -al margen de Mercamadrid- de compra al por mayor.
200 cierres al a?o
Los mayoristas de Mercamadr¨ªd que distribuyen a todo tipo de clientes, ya sean supermercados o minoristas ambulantes, acusan el impacto de la introducci¨®n de grandes cadenas de distribuci¨®n -a las que abastecen en parte-, capaces no s¨®lo de llegar al consumidor, sino de proporcionarle el producto etiquetado y pesado, con lo que, adem¨¢s obtienen un valor a?adido.
El consumidor s¨®lo compra un 5% en venta ambulante y en las grandes superficies otro 5%, pero ambos sectores tienden a crecer. Adquiere la mayor parte de hortalizas y frutas (un 90%) en los supermercados. Esa es la causa de que sea la red del peque?o comercio (tiendas de calles, mercados municipales y galer¨ªas), que es el sector minorista el que acusa la crisis, pese a que algunos poseen 15 o 20 establecimientos.
La mayor¨ªa de estos fruteros son empresas d¨¦biles, familiares y con un r¨¦gimen laboral ambiguo, sometidas a un fuerte horario de trabajo para obtener una escasa rentabilidad a costa, en muchos casos, de elevar precios y perder clientela. Entre las 200 antiguas galer¨ªas de alimentaci¨®n se producen varios cierres cada a?o.
Simult¨¢neamente, penetran en Madrid establecimientos muy tecnificados en el servicio (despacho, cobro, presentaci¨®n del producto, etc¨¦tera). De los 44 mercados municipales, 12 se han visto obligados a transformarse en centros comerciales, independiz¨¢ndose en su gesti¨®n de la reglamentaci¨®n municipal. La mayor¨ªa, sin embargo, se aferra a los bajos alquileres del r¨¦gimen municipal y conserva anacronismos como el abandono de los inmuebles, la escasez de aparcamientos, o la poca oferta no afimentaria. La batalla de los verdes se ha acelerado con la vista puesta en el siglo XXI.
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