Fernando Cepeda sigue en alza en Las Ventas
La afici¨®n notable: y sabida se hab¨ªa dado cita ayer en Las Ventas para ver a Fernando Cepeda, triunfador en la misma plaza el domingo anterior. No sali¨® defraudada. Fernando Cepeda contin¨²a en alza, luci¨® el mismo aplomo y la misma torer¨ªa de la tarde de su presentaci¨®n, construy¨® bien sus faenas, las instrument¨® con garbo y hondura; el pase de pecho, obligado-ligado-cerrado, lo dio en su punto, valiente, mand¨®n, ce?ido, barriendo los lomos de la bestia de cabeza a rabo.Todo muy bien, en general, s¨®lo que los novillos no eran los mismos. Los novillos de ayer, aunque manejables, no alcanzaban la mielosa dulzura que tan a gusto palade¨® Cepeda la tarde de su deb¨². Y quiz¨¢ sea bueno. Un torero se ha de medir con todo cuanto salga por los chiqueros: desde la hermanita de la caridad, hasta la t¨ªa piojosa, blasfemona y peluda con faca en la liga.
Osborne / De los Reyes, Mond¨¦jar, Cepeda
Tres novillos de Osborne Domecq y tres de M. Uranga (6?, sobrero). Juan de los Reyes: estocada atravesada (aplausos con pitos 31 saluda); dos pinchazos, estocada ca¨ªda saliendo empitonado y descabello (aplausos); sufri¨® erosi¨®n en un hombro, de pron¨®stico reservado. Antonio Mond¨¦jar: pinchazo y bajonazo (silencio); pinchazo y bajonazo (silencio). Fernando Cepeda: espadazo trasero baj¨ªsimo (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada atravesada y dos descabellos (vuelta por su cuenta). Plaza de Las Ventas, 5 de octubre.
Algo as¨ª le sali¨® a Cepeda ayer. Primero un novillo conventual y p¨ªo, cuyo ¨²nico defecto consist¨ªa en que se le doblaban las patucas y no pod¨ªa embestir con el largo recorrido que reclama el toreo bello. Despu¨¦s, un sobrero macizo, serio, prieta su encornadura acarbonada, manso, incierto por el pit¨®n derecho, cierto y al bulto por el izquierdo.
A ambos los tore¨® Cepeda relajado, sin perderles la cara y sin perder ¨¦l la cabeza. Dibuj¨® algunas ver¨®nicas de lento trazo; a la hermanita de la caridad la embebi¨® en la franela, citando a las distancias precisas; cerr¨® las tandas con pases de pecho aut¨¦nticos; levantaron clamores las trincherillas y los ayudados. A la t¨ªa piojosa la dio una pedresina emocionante, aguant¨® sus salivazos venenosos hasta que consigui¨® someterla por el lado derecho, y por el izquierdo la t¨ªa piojosa, sac¨¢ndose de la liga la faca, le tir¨® tan furiosa tarascada a las partes nobles, que Cepeda se arrepinti¨® en el acto de su atrevimiento. Volvi¨® a tentarla por el lado derecho, pero ya tampoco se dejaba. A la t¨ªa piojosa no se la pod¨ªa ni hablar, y la atraves¨® de un espadazo. Cepeda, tan delicado artista con los se?uelos escarlata, con la espada es peor que la t¨ªa piojosa y mata de pu?al¨¢. A la pobre hermanita de la caridad la peg¨® una cuchillada en un costado, tan horrenda que pareci¨® sacr¨ªlega. O templa sus ardores toricidas, o muchos triunfos se le pueden ir por ah¨ª.
Tambi¨¦n fiel a la escuela cl¨¢sica, Juan de los Reyes hizo un toreo estimable: siempre ofreciendo el "medio-pecho" en el cite, siempre cargando la suerte, baja la mano para obligar a humillar. Su estilo era castellano, recio por tanto, en cualquier caso v¨¢lido y meritorio, y a?adi¨® a los muletazos fundamentales de? redondo y el natural, los no accesorios del trincherazo y el pase de la firma, que instrument¨® con mucha torer¨ªa. Su primera faena result¨® buena; afe¨® la otra por ahogar innecesariamente la embestida.
Mond¨¦jar hac¨ªa unos principios de faena al corte sevillano -¨¦l, que es de Murcia- y luego no ve¨ªa el momento de terminar. Superficial, alborot¨®n y reiterativo, pegaba pases por todo el ruedo, sin ning¨²n inter¨¦s. Mond¨¦jar no estuvo mal; estuvo pesado, que es peor.
Mond¨¦jar, aliado con el presidente -que retrasa la salida de los toros; quiz¨¢ es que se duerme en el palco- arriesgaba al p¨²blico a un remoj¨®n, por la tromba, que se ven¨ªa venir, y lleg¨®. A¨²n no hab¨ªa acabado el festejo cuando un viento hostigo azot¨® en redondo el coso y los nubarrones echaron agua sobre la sufrida afici¨®n, que hubo de huir atropelladamente. Cepeda aprovech¨® la circunstancia para dar una vuelta al ruedo montera en mano y sin paraguas, saludando ceremoniosamente al cemento.
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