De c¨®mo matar al cine

Televisi¨®n Espa?ola puede presumir de que el s¨¢bado regal¨® a 20 millones de espa?oles una joya del cine, Con la muerte en los talones o North by Northwest de Hitchcok. Y puede igualmente enorgullecerse -como Erostrato hizo despu¨¦s de destruir el templo de Diaria- de haber destrozado esa joya.No se trata s¨®lo del salchichamiento de siempre, esos cortes publicitarios que degradan la cadencia de un filme que, si es bueno, no se puede ver troceado, sino en continuidad. Es peor que eso.

Esta pel¨ªcula, toda ella m¨¦dula, tiene, a su vez, una escena medular, un n¨²cleo del n¨²cleo. Es la secuencia -siete minutos- en que Cary Grant, en un desierto, es atacado por un avi¨®n: un instante supremo, sin respiro, un alarde de dominio de tiempos y espacios. O se ve en continuidad o no se ha visto.

Pues bien, cuando el avi¨®n se dispone a atacar a Grant, en medio de ese tiempo introceable, TVE ofreci¨® un fundido en blanco y planos de lavadoras, aceites y otras dilaciones as¨ª de ingeniosas.

Hasta ahora, en esa muerte del cine que son los troceamientos publicitarios, se sol¨ªa respetar el cambio de secuencia para disimular algo el atentado al arte. Esta vez, no. Corte publicitario en la mitad del corte de aliento. Eso es matar al cine con recochineo.