Autodeterminaci¨®n y automatismos
Poco a poco y a base de mucha paciencia, Javier S¨¢daba y yo terminaremos hablando de lo que hay que hablar cuando se plantea la cuesti¨®n de Euskadi. Lo malo es que, como somos amigos y no nos tiramos a deg¨¹ello, la paciencia de los lectores -frecuentemente tremendistas, adm¨ªtanlo ustedes- se acabar¨¢ probablemente mucho antes que la nuestra... Y ya sin m¨¢s vuelvo a nuestro asunto, pues creo de todos modos que nuestro di¨¢logo es m¨¢s necesario que otros, dado que ni discurre entre sordos ni se vuelve ensordecedor, como suele pasar.En efecto, existe una interesada confusi¨®n entre terrorismo y pol¨ªtica abertzale, fomentada por los intransigentes del Gobierno de Madrid y por todos los simpatizantes con el terrorismo: es del tipo de la que cultivan quienes al hablar de democracia espa?ola recurren como s¨ªmbolo a la imagen de un polic¨ªa torturador o de un navajero asaltando en la noche urbana a un descuidado viandante. Por ello creo de primordial importancia distinguir ambas cosas y aclarar, de una vez por todas que el terrorismo de ETA no es en modo alguno la necesaria (hasta justificada) prolongaci¨®n de la pol¨ªtica abertzale por otros medios. Y que quienes lo creen as¨ª -como parece ser la opini¨®n generalizada en Herri Batasuna- se equivocan de medio a medio, nunca mejor dicho.
El problema de la autodeterminaci¨®n (con o sin independencia, como se?ala oportunamente Javier S¨¢daba) es una cuesti¨®n de reforma pol¨ªtica de una situaci¨®n dada desde hace siglos, transformaci¨®n cuyas v¨ªas y oportunidad son cuestiones a debatir por los cauces habituales en el planteamiento de los conflictos pol¨ªticos civilizados.
El terrorismo etarra es el aprovechamiento despiadado de las crispaciones producidas durante la dictadura, gestionadas hoy por un grupo de fan¨¢ticos sin respeto a las opciones ajenas ni a las personas que las encaman y cuyo ¨²nico prop¨®sito es asegurar su predominio mafioso-militar en el futuro de Euskalherr¨ªa. Conviene distinguir, en efecto, ambas cosas, y a ello debemos contribuir todos los que no esperamos ganar a r¨ªo revuelto.
Respecto a los grupos pol¨ªticos independentistas, admite Javier S¨¢daba que existe libertad para que los haya, "pero con la condici¨®n de que si alguna vez pudieran lograr sus prop¨®sitos, no lo hagan". Puede que tal restricci¨®n est¨¦ en la cabeza de alguien, pero no conozco que nadie la haya planteado expl¨ªcita e institucionalmente. Lo ¨²nico que parece prohibido es lograr tal prop¨®sito por medio de una miniguerra civil, y esa prohibici¨®n, francamente, la suscribo con entusiasmo. ?Se trata de decir "sea usted lo que quiera, pero con tal de que no lo sea de, verdad"?
Modelo 'Cobra'
M¨¢s bien esto: sea usted lo que quiera, pero con tal de que admita cierto control legal de su querer. Tomemos como ejemplo ese af¨¢n en principio digno: hacer justicia. Como la magistratura no siempre est¨¢ encarnada de forma respetable y como la corrupci¨®n de parte de la polic¨ªa es evidente, el modelo Cobra de Stallone gana puntos entre algunos cabezas de chorlito que quieren ser justicieros de verdad. Por mucha insatisfacci¨®n que me produzca el mal funcionamiento, a menudo hip¨®crita, de la justicia establecida, no me parece prudente preferir sin m¨¢s la sinceridad brutal del justiciero por libre.
Y vamos a lo de la autodeterminaci¨®n, algo que yo no s¨¦ muy bien con qu¨¦ se come. Hoy los vascos tienen elecciones libres, reconocimiento legal del euskera, Gobierno auton¨®mico, bandera, himno y ertzantza: puede que sean un pueblo oprimido, pero hay que reconocer que otros deben estarlo m¨¢s. ?Consiste la autodeterminaci¨®n en que se agilicen las transferencias? ?En que se les permita acu?ar moneda? ?En que establezcan sus propias fronteras -y d¨®nde-, pidiendo pasaporte a quien llegue de Murcia o de Clermont-Ferrand? Poco -me ilustra sobre estas perplejidades la escena casi enternecedora de Arzalluz rugiendo con su voz wojtyliana y en correct¨ªsimo castellano advertencias apocal¨ªpticas contra Espa?a, Francia y Europa entera si no reconocen la soberan¨ªa vasca; la gente de la campa le escucha con delicioso estremecimiento, sinti¨¦ndose por un ratito v¨ªctima atroz de otro Soweto, luego le aplaude y todos se van a merendar. Como dir¨ªa Miguel Hern¨¢ndez, son diminutas ferocidades, pero poco ilustrativas sobre si lo que quiere Arzalluz es con o sin, hard o light, y en qu¨¦ consiste cada una de tales opciones. Si supi¨¦ramos mejor lo que quieren ¨¦l y otros quiz¨¢ nos fuese m¨¢s f¨¢cil a los dem¨¢s ayudarles a conseguirlo o precisar en qu¨¦ estriba exactamente nuestra objeci¨®n a su proyecto.
Pero Javier S¨¢daba, valientemente, ofrece su propia interpretaci¨®n de qu¨¦ es eso de la autodeterm¨ªnaci¨®n: "Relativizaci¨®n de toda legalidad estatal y primac¨ªa de la libre voluntad de los individuos". La definici¨®n me gusta, pero la encuentro un poco amplia: corresponde por igual a la postura de ciertos bakuninistas y a la de F. Hayek o Milton Fried¨ªnan.
Quiz¨¢ hubiera que precisarla algo m¨¢s, indicando el modo de relativizar la legalidad y se?alando bien si todas las voluntades libres de los individuos tendr¨¢n igual primac¨ªa o unos gozar¨¢n de m¨¢s primac¨ªa que otros. Pero, en fin, no quiero ser ,detallista y admito que autodeterminaci¨®n sea lo que Javier S¨¢daba me dice. Aunque, de todas formas, ?qu¨¦ sorpresa m¨¢s grande! ?Qui¨¦n iba a decirme a m¨ª que de lo que se trataba no era de fundar otro Estado peque?ito con boina, sino de relativizar toda legalidad e statal y dar rienda suelta a la voluntad de los individuos para que cada cual sea lo que quiera, vasco, espa?ol, franc¨¦s o bielorruso, o nada de nada, si prefiere, y para que hable en la lengua que m¨¢s le apetezca, sin coacciones de ning¨²n orden, etc¨¦tera! ?Y pensar que despert¨¦ tanta pol¨¦mica el d¨ªa que se me ocurri¨® decir que a m¨ª lo que me interesaba era la independencia individual y no la independencia nacional! Pues nada, a partir de ahora me apunto con S¨¢daba a la autodeterminaci¨®n radical. Ya no tenemos m¨¢s que convencer a Arzalluz, Garaikoetxea, Id¨ªgoras et alii de que la autodeterminaci¨®n que quiere ese pueblo que no hay pero que deb¨¦r¨ªa haber -a nuestra imagen y semejanza- es tal como queda definida. Espero que no se enfaden con nosotros...
Lo inverso
Se?al¨¦ en mi anterior art¨ªculo que la violencia -que forma parte tan insoslayable de la pol¨ªtica como la jerarqu¨ªa de poder o la instituci¨®n de leyes- debe ser cada vez m¨¢s estrictamente legitimada, es decir, sometida a control y rigurosamente limitada. Javier S¨¢daba me responde: "Opino todo lo contrario: que hay que proceder a la inversa". ?Y qu¨¦ es lo inverso? ?Hay que desvincularla de. todo control? ?Hay que abolirla por decreto?,?Hay que decir -en contra de lo m¨¢s esclarecido del pacifismo europeo actual- que lo mismo da un ej¨¦rcito reducido a funciones convencionales de defensa ante una eventual invasi¨®n que otro dotado de misiles nucleares o armas qu¨ªmicas? ?O que como toda violencia es igualmente ileg¨ªtima, y violencia sin duda hay, cada cual puede hacer de su capa un sayo porque nadie tiene derecho a hacer reproches a nadie? No es que haya una violencia dominante: es que la violencia es lo dominante.
O la sometemos al m¨¢ximo de rigor legal, haci¨¦ndola cada vez mas simb¨®lica, desarm¨¢ndola cada vez m¨¢s, o la fomentamos alegremente, ver si al fin se ahoga en su propia medicina: tertium non datur. Por supuesto que quienes muy seriamente aceptan la necesidad de producir armas bacteriol¨®gicas son los menos indicados para abominar del c¨¢ncer terrorista. Pero quienes nos esforzamos por todas las v¨ªas pol¨ªticas contra el predominio de los primeros tenemos la obligaci¨®n de se?alar el absurdo criminal de los segundos.
Me preguntas, Javier, qu¨¦ hay que hacer si los vascos quieren autodeterminarse y se les imposibilita. No puede haber m¨¢s que una respuesta: seguir tanto como haga falta el esfuerzo de clarificaci¨®n, verosimilitud y confrontaci¨®n pol¨ªtica con que los hombres civilizados afrontan las dificultades de la historia. Pero rechazando lo m¨¢s contrario que hay a toda autodeterminaci¨®n: los automatismos asesinos.
En una revista de Euskadi le¨ª el otro d¨ªa: "Yoyes muri¨® v¨ªctima de la cerraz¨®n de los poderes f¨¢cticos... un d¨ªa cualquiera de 1979". Me acord¨¦ enseguida del c¨ªnico dictamen del ministro. del Interior de Pinochet, que afirm¨® sin trepidar que el periodista Jos¨¦ Carrasco "muri¨® en un t¨ªpico ajuste de cuentas entre marxistas". Si el tipo de gente que es capaz de decir p¨²bl¨ªcamente eso de la muerte de Yoyes se sale con su autodeterminaci¨®n -que no es precisamente de la que hablamos ni t¨², ni yo, ni Arzalluz, ni, nadie decente-, tendremos ejecuciones retransmitidas por Euskal Telebista, jueves y s¨¢bados, con subt¨ªtulos. No te oculto que estoy dispuesto a esforzarme todo lo que pueda porque tal vesania (que no es izquierda abertzale, sino izquierda aberrante) nunca pueda triunfar.
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