El fracaso de Reikiavik

LE MATINCon las cumbres sucede lo mismo que con las competiciones deportivas o los concursos cantados de Eurovisi¨®n: los participantes se preocupan ante todo de su imagen, de sus prestaciones, del juicio que se produzca por su eventual derrota o victoria. Y ¨¦stas no son chiquilladas de un actor que envejece o feroces ambiciones de un joven reci¨¦n llegado que intenta hacerse con un lugar de peso en el escenario del planeta. (...)

En la cumbre de Reikiavik, claro est¨¢, no se han incumplido estas reglas. Y en lo concerniente a este tema, los especialistas de los estudios Mosfilm han aplastado a la muy experimentada maquinaria de Hollywood. ( ... )

En un plano m¨¢s serio, el presidente americano y el n¨²mero uno sovi¨¦tico han querido, lejos de las crueles c¨¢maras, redefinir entre ellos el equilibrio del terror.

Se ten¨ªa que conseguir a cualquier precio un acuerdo. (...) Los dos hombres no pod¨ªan separarse con un fracaso total. Por este motiv¨® Ronald Reagan y Mijail Gorbachov sonre¨ªan cuando se separaron. Por este, han hecho todo lo posible para aparecer satisfechos ante las c¨¢maras.

Pero la hora de la verdad siempre llega: ayer por la noche, tarde, George Shultz, el secretario de Estado americano, tuvo que declarar que se sent¨ªa "profundamente decepcionado" por los resultados de la cumbre ( ... ). Pero, ?ha ganado alguien en todo este asunto? Gorbachov, ciertamente, gracias a una operaci¨®n de comunicaci¨®n perfectamente minutada y aparentemente conseguida. En cuanto a Ronard Reagan es otro asunito: esperaba una segunda cumbre en Washington y ¨¦sta le ha sido denegada.

THE NEW YORK TIMESEl presidente norteamericano, Ronald Reagan, obtuvo un importante ¨¦xito en la cumbre celebrada el pasado a?o en Ginebra en el momento en que logr¨® mejorar las condiciones de un pacto con la Uni¨®n Sovi¨¦tica.( ... )

Los sovi¨¦ticos comparecieron en Reikiavik deseosos de efectuar generosas concesiones en una serie de temas, que incluso contemplaban la eliminaci¨®n de los misiles de alcance intermedio de Europa. Pero todas las concesiones estaban sujetas a una condici¨®n ¨²nica: dichas medidas deber¨ªan ir acompailadas de un acuerdo sobre la limitaci¨®n de la guerra de las galaxias norteamericana. El presidente Reagan estaba dispuesto a realizar una serie de ajustes en la SDI, pero no de manera suficiente, por lo que parece, como para satisfacer a los sovi¨¦ticos. (...)

?A qui¨¦n hay que acusar por este fracaso? Cada una de las partes tiene razones sobradas para acusarse mutuamente.

LE FIGAROEl fracaso de Reikiavik es a la postre saludable. La insistencia de Mijail Gorbachov en obtener de Ronald Reagan el abandono de su proyecto de defensa espacial ha disipado las ambig¨¹edades que tan habitualmente hab¨ªa jugado el l¨ªder sovi¨¦tico para seducir a los p¨²blicos europeo y norteamericano. El perfil de hombre de Estado moderno y razonable del que se ha servido no era m¨¢s que el reflejo de las ilusiones de Occidente.

El haber tomado como reh¨¦n al periodista Daniloff hab¨ªa sido un primer indicio: el suave Gorbachov sab¨ªa mostrarse tan brutal como sus predecesores. El fracaso de la cumbre lo confirma: los virajes del secretario general son s¨®lo t¨¢cticos. La estrategia no ha cambiado. Al igual que Breznev, Andropov y Chernenko, Gorbachov se aferra a dos objetivos: sabotear la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) y alejar a Estados Unidos de Europa. El desaf¨ªo tecnol¨®gico que representa la guerra de las Galaxias corre el riesgo de reducir a la nada el reconocimiento de la paridad que Breznev hab¨ªa arrancado a Nixon cuando el primer acuerdo SALT en 1972.( ... )

El veto de Gorbachov es al mismo tiempo una forma de tomar por testigos a los europeos. Al hacer de un acuerdo sobre la SDI la condici¨®n de un reglamento sobre los otros dossiers (misiles estrat¨¦gicos y armas de alcance medio), el patr¨®n del Kremlin quiere dar a Reagan el papel de malo: el del promotor de la guerra. Esta actitud est¨¢ en el hilo de las maniobras sobre los euromisiles, asunto que, hasta el ¨²ltimo momento, hab¨ªa podido ser objeto de un compromiso.

Los Pershing y los misiles de crucero que Estados Unidos ha desplegado en el Viejo Continente frente a los SS-20 de los sovi¨¦ticos constituyen la prueba del acoplamiento" entre Norteam¨¦rica y sus aliados. Si los sovi¨¦ticos intentaran invadir la mitad occidental de Europa, saben que se expondr¨ªan a represalias at¨®micas capaces de "vitrificar" una buena parte del territorio ¨²til de la URSS. Ha sido necesaria esta toma de postura decidida en diciembre de 1983 para que la disuasi¨®n norteamericana, ¨²nica capaz de compensar la enorme superioridad en medios convencionales del Ej¨¦rcito Rojo, recobre su valor. Todas las soluciones apuntadas antes de Reikiavik no pod¨ªan m¨¢s que favorecer los intereses sovi¨¦ticos.(...)