La sombra del general De Gaulle se proyecta sobre la pugna por la presidencia en Francia
Jean Lacouture concluye la monumental biograf¨ªa del estadista
La sombra de Charles de Gaulle, a los 16 a?os de su muerte, se alarga a¨²n sobre Francia. M¨ªnimos gestos pol¨ªticos aparecen en el contraste con su recuerdo. Su vida es una referencia para el presente. Michel Rocard dice que "jam¨¢s los franceses han dado un mandato de siete a?os por dos veces a un presidente", en un intento de descabalgar a Fran?ois Mitterrand ante las elecciones de 1988. De Gaulle no fue elegido por sufragio universal en 1958, se present¨® en 1965 y dimiti¨® antes de terminar su mandato tras perder el refer¨¦ndum de 1969.
Muchos recuerdan que Mitterrand tendr¨¢ 72 a?os en las elecciones presidenciales de 1988. Pero tambi¨¦n precisan que su segundo mandato se extender¨ªa hasta los 79 a?os, la edad de De Gaulle al morir.Una biograf¨ªa del general, escrita por Jean Lacouture, periodista y escritor de izquierdas, acent¨²a los contrastes de este fantasma que parece deambular todav¨ªa, en el palacio del El¨ªseo, cuando el actual presidente de la Rep¨²blica reivindica, por ejemplo, sus atribuciones constitucionales frente a su primer ministro Jacques Chirac. Lacouture, a prop¨®sito de la edad de Mitterrand, asegura que "tiene una salud mucho mejor que el general a los 70 a?os". "De Gaulle", dice, "era ya entonces mayor, con salud delicada, agravada por su flisico inmenso y pesado".
Las instituciones modeladas por De Gaulle se encuentran precisamente a prueba desde el 16 de marzo de 1986. "De Gaulle era un hombre contradictorio y parad¨®jico. El gaullismo mismo est¨¢ lleno de iron¨ªas de la historia". Es Jean Lacouture, su monumental bi¨®grafo, quien as¨ª piensa. Pero la opini¨®n p¨²blica francesa tiene la misma percepci¨®n. En el palacio del El¨ªseo, como sucesor de De Gaulle, un presidente social¨ªsta, que se enfrent¨® electoralmente al general y que mantuvo una dura pugna pol¨ªtica con ¨¦l en el ¨²ltimo tramo de su vida pol¨ªtica. En el hotel Matignon, un jefe de Gobierno que todav¨ªa aparece como albacea remoto del gaullismo. Quien reivindica, sin embargo, el monarquismo presidencial de la V Rep¨²blica es Mitterrand, frente a un Jacques Chirac deseoso de relegar a su pareja en la cohabitaci¨®n a "la inauguraci¨®n de crisantemos", como en la IV Rep¨²blica. Otra iron¨ªa: el gaullismo ahora triunfante en su tercera generaci¨®n, liberal y pr¨¢cticamente pro norteamericana, coloca en el Senado, la c¨¢mara maldita del general, a su hijo Philipe de Gaulle.
De Gaulle y el gaullismo parecen, efectivamente, colmar el esp¨ªritu parad¨®jico de los franceses. "De Gaulle y el gaullismo estuvieron ciertamente llenos de paradojas. Es algo ambiguo y contradictorio. Asume el pasado mon¨¢rquico y el revolucionario, mezcla lo mejor y lo peor de la historia de Francia. Cualquier franc¨¦s es gaullista y antigaullista a la vez". Lacouture fue tentado hace cuatro a?os por esta figura, con la que confiesa que nunca ha simpatizado, despu¨¦s de escribir una corta biograf¨ªa. "Hac¨ªa falta una obra que asumiera esta parte tan importante de nuestra historia contempor¨¢nea. ?ste es el argumento que utiliz¨® mi editor, pues suya fue la idea, para convencerme. Hab¨ªa cuatro biograf¨ªas de autores anglosajones, pero Francia no hab¨ªa producido todav¨ªa la obra que recuperase de verdad este episodio de nuestra vida colectiva. A fin de cuentas, un personaje as¨ª se produce muy de tarde en tarde. Espa?a tiene, en el siglo XX, a Picasso, un monstruo, un individuo excepcional. Nosotros tenemos a De Gaulle". La biograf¨ªa de Lacouture consta de tres gruesos vol¨²menes, que han ido public¨¢ndose desde 1984. El rebelde y El pol¨ªtico son los t¨ªtulos de los dos primeros vol¨²menes. El monarca, el del tercero, completa un trabajo de m¨¢s de 2.400 p¨¢ginas.
Las reacciones ante la ¨²ltima entrega de la biograria son tambi¨¦n relevantes.
Seg¨²n Lacouture, los arqueogaullistas han reaccionado favorablemente, con la sorpresa de que un horribre de oposici¨®n a De Gaulle se haya acercado tanto al punto de vista del general. "Est¨¢n agradablemente sorprendidos de la tonalidad positiva que respira el libro, a pesar de que se destaquen muy cr¨ªticamente algunos episodios de su vida. La traves¨ªa de De Gaulle por la historia de Francia desde 1940 hasta 1970 es muy creativa, ha restaurado el honor de nuestro pa¨ªs durante la guerra y ha evitado dos guerras civiles, una en 1945 y otra en 1958, en el momento de Argelia. Su tono y sus ambiciones eran excesivos para el cuerpo colectivo de Francia, pero el resultado ha sido bueno para nosotros y para el mundo".
La reacci¨®n de la izquierda no es menos destacable. "Mis amigos de izquierda han quedado sorprendidos de encontrar este De Gaulle. Casi nadie me ha criticado que haya presentado un De Gaulle demasiado positivo, que me haya extasiado ante De Gaulle. Hemos comprendido mal a este tipo, antip¨¢tico y autoritario en la forma, pero con un fondo repleto deaspectos positivos".
En cuanto a los herederos del general, albaceas de hechos de Georges Pompidou, actualmente en el Gobierno, es dificil que vean con buenos ojos esta recuperaci¨®n de la historia, que no les deja muy bien parados. "Me han dicho que ha desagradado al Gobierno actual, porque se dice que mi libro es duro con Pompidou, que era realmente el verdadero patr¨®n de los hombres del Gobierno actual: Jacques Ch¨ªrac, Edouard Balladur, Jean-Bertrand Raymond... Pompidou representaba una de las corrientes del gaullismo, la de derechas, y mi libro es poco favorable a esta, derecha. Pero en cualquier caso no me siento con derecho a decir que Matignon haya traicionado al gaullismo. Es verdad que De Gaulle era dirigista, no ten¨ªa nada de liberal, era anticapitalista. Pero siempre tuvo ministros econ¨®micos liberales. Sus batallas eran diplorn¨¢ticas y pol¨ªticas, hist¨®ricas. Confiaba la econom¨ªa a gente que no le produjera problemas, con buenos contactos con la opini¨®n econ¨®mica del pa¨ªs: Ren¨¦ Pleven, Pompidou, Valery Giscard d'Estaing... Dejaba la econom¨ªa en manos de burgueses de derechas que no pertenec¨ªan a su pensamiento profundo".
No comparte Lacouture la lectura gaullista de la presidencia de Mitterrand. "Mitterrand es menos literario que De Gaulle, y juega de otra forma. De Gaulle no habr¨ªa pedido a los alemanes el despliegue de los Pershing, porque le obsesionaban los los s¨ªmbolos. Pero cuando Mitterrand no deja pasar los aviones norteamericanos para bombardear a Libia act¨²a como De Gaulle".
En definitiva, dice Lacouture que el general "someti¨® a Francia a un dopage, la hinch¨®, y despu¨¦s del esfuerzo que se le ha exigido, como en los atletas, las actuaciones son peores, porque se ha de pagar un tributo por 11 a?os de Estado durante tres siglos por encima de s¨ª misma, de su propia realidad. Jugaba un papel que no pod¨ªa asumir. De Gaulle recuper¨® este viejo papel. Al rev¨¦s que Espa?a. Ustedes salen ahora de una sombra excesiva y nosotros de un sol abusivo".
Lacouture termina con una an¨¦cdota. "Esta noche me han contado una ¨²ltima historia que no conoc¨ªa. De Gaulle le dijo a un amigo suyo, que intentaba convencerle de que no tirara la toalla en 1969: 'Francia s¨®lo se puede gobernar durante 10 a?os cada siglo".
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