A la se?or¨ªa que corresponda
S¨ª, se?or¨ªa, es verdad que les llam¨¦ gilipollas y que les mand¨¦ a tomar todos los vientos. Pero es que estoy cansado y aburrido. ?Vio su se?or¨ªa lo de Sevilla? Una cosa mala. Del ombligo para arriba parec¨ªan guardias civiles, aunque llevaran los faldones fuera; pero al final acababan entre nazarenos y etarras: encapirotados o encapuchados, se?or¨ªa. Del ombligo para abajo, nada. Vamos, que era una foto de medio cuerpo s¨ª y medio cuerpo no. Pero no importa, esta historia no tiene nada que ver con lo que pasa del ombligo para abajo, as¨ª que sigo. Pues que no me quieren. Dicen que no soy dem¨®crata, y lo dicen tan enfadados que a lo mejor tienen raz¨®n, porque chillan un rato y hasta manotean; adem¨¢s, lo dicen tambi¨¦n los comunistas, que de eso saben mucho. De todas formas, no lo entiendo. ?Para qu¨¦ querr¨¢n un dem¨®crata en la Guardia Civil? Se?or¨ªa, lo juro: desde O'Donnell a Aza?a y de Ros¨®n a Barrionuevo, todos los dem¨®cratas piden disciplina a la Guardia Civil, y a ninguno se le ocurre pedir consenso. Es cosa de ese sindicatodiecis¨¦is. No, el de Pepe Oneto, no; Pepe est¨¢ solo; el sindicato es el de los otros. Dicen que es verde, pero no lo creo. Digamos que entreverado, para no meternos en l¨ªos. No vea, se?or¨ªa, todos son secretarios generales. ?Cogemos uno en Bilbao? Secretario general. ?Cogemos uno en Sevilla? Tambi¨¦n secretario general. Despu¨¦s, los dieciseisavos o los decimosextos -que despu¨¦s de lo de Solana cualquiera sabe- encuentran otro secretario general paseando por Miraflores. El de Sevilla llamaba a Castellana, 5, preguntaba por el ministro y despu¨¦s por el subsecretario; pero no se pon¨ªa nadie, y entonces ped¨ªa el tel¨¦fono de la Moncloa. Ver¨¢, se?or¨ªa, que no se andaba por abajo. El de Miraflores vuelta al GAL, como ese otro de Intervi¨², que se hizo una foto en el Pa¨ªs Vasco en un sitio donde la tapa de riego pone Ayuntamiento de Madrid. ?Se quiere creer su se?or¨ªa que a¨²n no sabemos d¨®nde? Y as¨ª dale que te pego. Cada vez que sale un alumno de la Escuela de Periodismo, con el cascar¨®n pegado a donde su se?or¨ªa sabe, se le ocurre hablar del general Cassinello. Si todav¨ªa fuera Emilio Romero, o hasta Carrillo, mire su se?or¨ªa por d¨®nde; pero nada, cosa de ni?os, y no se enfade su se?or¨ªa, que el otro d¨ªa un colega suyo, de La Mancha, opinaba que llamar cabr¨®n no es insulto, y esto se me antoja algo menos. Adem¨¢s, Benjam¨ªn Franklin propon¨ªa procedimientos m¨¢s contundentes, y ¨¦se s¨ª que era dem¨®crata. Lo malo es que a esos ni?os les pasa lo que a los polic¨ªas nuevos y a las ni?as tontas: se lo creen todo, y despu¨¦s, hala, lo largan, pensando que as¨ª van a echar otra vez a Nixon. Su se?or¨ªa opinar¨¢ que es una pijoter¨ªa, pero los decimosextos se han empe?ado en que yo me fui a C¨®rdoba en helic¨®ptero, con 300 guardias civiles, a matar a los del sindicato. Adem¨¢s dicen que ya no hacemos caso al terrorismo. ?Qu¨¦ va a pensar Jon Id¨ªgoras; ¨¦l, tan alegre y combativo! Se va a aburrir el pobre en Amorebieta sin nadie que le persiga. Le juro que no es verdad: en C¨®rdoba estuve una sola vez con mi Renault 5 y mi mujer, hace ya cuatro o cinco a?os. C¨®rdoba es la paz, la palmera, el r¨ªo y las calles retorcidas, rezumando cal, abrazadas a la Mezquita. ?Qui¨¦n iba a pensar entonces en el sindicatodiecis¨¦is? Quiero volver a C¨®rdoba, como quer¨ªa Garc¨ªa Lorca en aquella poes¨ªa de mi juventud, pero no as¨ª. Adem¨¢s, siempre pasa igual, se?or¨ªa: o un polic¨ªa fullero o un guardia civil venal. ?Por qu¨¦ no le preguntan a Taranc¨®n, que es m¨¢s serio, por ejemplo? Venga, dale que le pego, y yo, se?or¨ªa, a leer los peri¨®dicos, a pensar lo malo y, tonto que soy, a enterarme de todo lo que hago o lo que he hecho.De verdad, se?or¨ªa, les he llamado gilipollas y les he mandado a tomar todos los vientos. Le juro que me he quedado corto.
jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil
16 de octubre
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