El Rey le cant¨® al o¨ªdo a Maragall

Eran algo m¨¢s de las cuatro de la tarde. El alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, com¨ªa, en compa?¨ªa, del ministro de Defensa, Narc¨ªs Serra, y los m¨¢ximos responsables de la Oficina Ol¨ªmpica, en el restaurante del hotel de la Paix.De pronto entr¨® la recepcionista y anunci¨® que hab¨ªa una llamada. Josep Miquel Abad, consejero delegado de la candidatura, abandon¨® la mesa y acudi¨® al tel¨¦fono. Era la Casa Real: el rey Juan Carlos quer¨ªa hablar con Maragall.

El alcalde de Barcelona se levant¨® r¨¢pidamente de- la mesa y entr¨® en la cabina del vest¨ªbulo. Tom¨® el auricular y lo primero que hizo fue saludar al Rey: "Se?or...". Hizo una breve pausa, que sorprendi¨® a su acompa?ante, que manten¨ªa abierta la puerta de la cabina. D¨¦cimas de segundo despu¨¦s, el alcalde redonde¨® su saludo: "...Hemos ganado. Barcelona, por Espa?a".

Maragall regres¨® a la mesa con el rostro ligeramente descompuesto. Sus ojos reflejaban una inmensa felicidad.

Fue en ese momento cuando la persona que le hab¨ªa acompa?ado al tel¨¦fono le pregunt¨®: "?Qu¨¦ ha sucedido?, ?por qu¨¦ has hecho una pausa?" Y Maragall explic¨®: "T¨² imag¨ªnate que un d¨ªa, te llama el Rey y, cuando esperas que, despu¨¦s de o¨ªr tu respetuoso saludo, te d¨¦ su opini¨®n, oyes que canta 'Barceloooona, Barceloooona...'. No s¨®lo me sorprendi¨®; me emocion¨® much¨ªsimo. Fue maravilloso comprobar que el Rey se sent¨ªa tan feliz como yo. Fue sensacional. Inolvidable".